Rod Blagojevich es la nueva celebridad política estadounidense, gobernador de Illinois y chico malo a quien la legislatura de ese estado quiere impugnar, y un ejemplo crudo y patente de cómo opera la política en este pais. Patente esta vez en la tradición de esa política desafiante y sucia en que Illinois siempre aparenta haber estado envuelta, y mas específicamente su principal ciudad, Chicago.

Rod Blagojevich es la nueva celebridad política estadounidense, gobernador de Illinois y chico malo a quien la legislatura de ese estado quiere impugnar, y un ejemplo crudo y patente de cómo opera la política en este pais. Patente esta vez en la tradición de esa política desafiante y sucia en que Illinois siempre aparenta haber estado envuelta, y mas específicamente su principal ciudad, Chicago.

La cultura de corrupción de Chicago lleva en líneas paralelas mafiosos (… quien no ha oído hablar de Al Capone), maquinarias políticas (de la familia Daly) y sobornos rampantes, sin escrúpulos o excusas, hechos por los apparatchiks de ambos partidos.

Quizás el incidente mas afamado es el que pone a Chicago en el epicentro del fraude electoral ocurrido en las elecciones presidenciales de 1960, y popularmente aceptado como tal. Muchos le consideran como decisivo en llevar al simpático John F. Kennedy a la Casa Blanca en lugar del poco resplandeciente Richard Nixon quien, como Al Gore 40 años después, decidiera no desafiar los resultados conseguidos mediante ese fraude electoral, aceptando el martirio político por el proverbial bien común… en términos filosóficos, éticos y políticos. “Por el bien de la nación” en el léxico del patriotismo.

Pero si las argucias de Blagojevich al ofrecer el puesto que dejó vacante Obama en el senado… a quien más esté dispuesto a pagar, algo que los medios y ciudadanos indignados han considerado política y moralmente repugnante, la realidad es que estos sentimientos corren la gama entre hipócritas e ingenuos. Casi todos los escaños del congreso, tanto en la cámara como el senado, son en realidad “comprados” merced a la moneda quid pro quo dispensada por los grupos de presión que representan a intereses especiales que en la mayoría de los casos van en contra del interés publico. Tanto los Demócratas como los Republicanos terminan siendo mamones con igualdad de oportunidad en esta política forjada, forrada y regida por el dinero ; y tan solo unos cuantos de este grupo selecto de 535 miembros, todos ellos multimillonarios, han hecho uso de sus fortunas para ser elegidos por primera vez ; después terminaran mamando de esa misma teta de contribución politica para su reelección… como los demás.

Este ascenso al poder – ser elegido al congreso – puede decirse que sigue las enseñanzas de un catecismo encubierto, con “entendimiento” de como se debe votar en diferentes cuestiones para que quede establecido ese balance de quid pro quo, y EEUU se mantenga dócil y bajo control. Resultado final : los políticos son reelegidos y los grupos de presión obtienen su requerida legislación. La prueba mas contundente de este quid pro quo es la tasa de reelección en los últimos 42 años, siendo del 83 por ciento para los senadores y del 93 por ciento para los diputados ; lo que pudiéramos llamar un festín de dos hienas, una vestida de burro (Demócratas) y la otra de elefante (Republicanos).

Como si no fuera suficiente el que los escaños en el Congreso sean casi vitalicios, nos enfrentamos además con un constante otorgamiento dinástico de poderes a familias que terminan con el control político del pais ; y así como el legado de antiguos alumnos influencia el acceso a las universidades de prestigio y academias militares… también existe un legado que influencia como se gobierna. ¿Le cave a alguien el que George W. Bush hubiese sido aceptado en Yale por sus propios meritos ? ¿O que John McCain obtuviese su graduación militar de la Academia Naval de Anápolis sin su linaje de almirantes – padre y abuelo ? ¿O de que Caroline Kennedy pudiese aspirar al escaño vacante de Hillary Clinton en el Senado, sin haber pasado su niñez en Camelot, y todas esas fotos icónicas sentada sobre las rodillas de su papi, John F. Kennedy ?

No importa la desaprobación que nos echemos encima, siempre encontramos una forma de redención criticando a los medios por ofrecer continuamente al publico innumerables idioteces sobre celebridades tipo Paris Hilton o Donald Trump, u otros personajes afamados bien sea por su dinero o su comportamiento teatral en publico ; aunque a la hora de la verdad, son estos ricos y/o despreciables quienes terminan riéndose de nosotros… los pobres e ignorantes.

Parte de nuestra reivindicación a la democracia y orgullo en nuestra republica tiene que ver con el histórico distanciamiento que lográramos sobre aquellas ideas monárquicas repudiadas por nuestros antepasados a su llegada a esta tierra. Pero aparentemente hemos renegado de esos ideales republicanos, llegando a ser en ese aspecto más papistas que el papa. Nuestra vergonzosa admiración por nuestra propia nobleza norteamericana, descendientes en muchos casos de ladrones y criminales convertidos en filántropos, ha eclipsado totalmente cualquier vestigio de realeza que exista en Europa en las metamorfoseadas y ridículas llamadas monarquías constitucionales. Nosotros en EEUU hemos incubado una nueva forma de monarquía.

Esperemos que Barack Obama no sea tentado por añadir su nombre de familia al de los Bush, Clinton, Kennedy y otros más de esa sangre azul del nuevo mundo. Cierto que la nación necesita liderazgo… pero que proceda de abajo y no de arriba, de la cima en la estructura socio-político-económica del pais. Cuando oigo de que algún “sangre-azul” quiere ofrecer su servicio al pais, mi sangre hierve… y digo a grito vivo : ¿No habéis ya causado suficiente daño al pais ? Dejad que sean los de los peldaños bajos quienes dirijan los asuntos del pueblo… no queremos esa oferta malparada de que os creáis con derecho a gobernarnos, bajo la hipocresía de servir al pais.

© 2008 Ben Tanosborn

www.tanosborn.com/articulos


Legacy empowerment in American politics

Rod Blagojevich, America’s newest political bad boy, now subject of impeachment by Illinois’ lawmakers intent on vanquishing him from the governor’s post, is an overt and crude example of how politics function in this nation. Overt this time, in the tradition of dirty, in your face, defiant politics that have forever, it seems, accosted Illinois, and more specifically, Chicago.

Chicago’s culture of corruption has run in parallel lines with Mafiosi (…who hasn’t heard of Al Capone), political machines (Daly family’s old and new machines) and rampant, no-apologies-offered bribery by the two parties’ apparatchiks.

Perhaps the best known incident is one which places Chicago at the epicenter of the 1960 presidential election fraud, something popularly accepted as an indisputable fact. Such claimed fraud proved to be instrumental in placing a likable John Kennedy in the White House instead of a far less glittery Richard Nixon who, like Al Gore 40 years later, decided not to challenge such possible fraudulent vote, accepting political martyrdom for the proverbial common good… in philosophical, ethical and political terms. “For the good of the nation,” in the lexicon of patriotism !

But if Blagojevich’s crude shenanigans offering Obama’s soon to be vacated senate seat for sale to the highest bidder is touted by the media, and outraged citizens, as politically and morally abhorrent, any such sentiment runs the gamut, from hypocritical to naïve. Almost all seats in Congress, whether in the House or the Senate, are really “purchased” via quid pro quo currency dispensed by lobbyists who represent special interests that most often are at odds with bona fide public interest. Democrats as well as Republicans prove to be equal-opportunity suckers of the nation’s good ole mammary politics ; and only a handful among this 535-member select group, multi-millionaires all, use at times their own financial resources to get elected ; at least the first time around, until the money-teat (campaign contributions) becomes available at time of reelection.

This ascent to power – being elected to Congress – might be said to follow a covert, unwritten catechism, “instructional understanding” how voting on different issues should occur so that a quid pro quo is established, and transactions that keep America docile and under control are properly made. End result : politicians get reelected and special interest groups get their required legislation. Can there be better proof of this quid pro quo than the reelection rate during the past 42 years, which shows an 83 percent for senators and a 93 percent for representatives ; what could also be described as feasting by two hyenas, one dressed as a donkey and the other masked as an elephant ?

As if the prospect of a federal legislature – where the seats are held if not for life at least for a lengthy, pensioned political career – weren’t enough, we face a constant dynastic empowerment of families to control politics ; and just as legacy spoils rule the day when it comes to top institutions of higher learning or the military academies… legacy also rules in American politics. Can anyone fathom George W. Bush attending Yale on his own merits ? …Or John McCain attending Annapolis without the pedigree of father and grandfather as admirals ? …Or Caroline Kennedy aspiring to take Hillary Clinton’s senate seat if her childhood had not been spent in Camelot, and those iconic pictures of her seating on John F. Kennedy’s lap ?

For all the self-deprecation we invite and exchange among ourselves, we find a form of redemption by criticizing how the media feeds the public nonstop idiocies about the rich and worthless, a Paris Hilton or a Donald Trump ; or the myriad other celebrities who ultimately have the last laugh on the rest of us : the un-wealthy and ignorant.

Part of our democratic claim to fame, pride in our republic, has to do with that historical distancing we have taken from those monarchical ways repudiated by our ancestors as they came to this land. Yet, we appear to have reneged from those republican ideals, and have come to be more papist than the pope. Our shameful admiration of America’s own nobility, descendants in many cases of thieves and criminals turned philanthropists, has totally eclipsed any royal remnants existing in Europe by way of useless, ridiculous constitutional monarchies. We, in America, have incubated a new form of monarchy.

One hope that Barack Obama is not tempted to add his family name to that of the Bushes, Clintons, Kennedy’s and many other bluebloods. The nation is in need of leadership… but coming from the bottom, not from the top. When I hear about one of these bluebloods offering to serve her/his country, my blood boils… yelling to the top of my lungs : Haven’t you already done enough damage to this country ? Let the common people run their affairs… your service is not welcome, definitely not at the ruling stage.

© 2008 Ben Tanosborn
www.tanosborn.com


Fuente: Ben Tanosborn