El campo de concentración gallego, que podría convertirse en urbanización, fue sede durante la guerra del Tribunal Militar n° 1 de Asturias
Un documental contará la historia de los 3.000 reclusos asturianos de Camposancos, en Pontevedra, que penaron entre 1937 y 1939 en aquel complejo junto al pueblo gallego de A Guarda. El vídeo se propone, en el Año de la Memoria Histórica, como una « forma modesta de contribuir a construir un futuro en paz, en libertad y en democracia, aunque parezca una paradoja mirar hacia atrás » señaló el director de uno de los patrocinadores del documental, la Agencia Asturiana de Cooperación, Rafael Palacios.
El campo de concentración gallego, que podría convertirse en urbanización, fue sede durante la guerra del Tribunal Militar n° 1 de Asturias


Un documental contará la historia de los 3.000 reclusos asturianos de Camposancos, en Pontevedra, que penaron entre 1937 y 1939 en aquel complejo junto al pueblo gallego de A Guarda. El vídeo se propone, en el Año de la Memoria Histórica, como una « forma modesta de contribuir a construir un futuro en paz, en libertad y en democracia, aunque parezca una paradoja mirar hacia atrás » señaló el director de uno de los patrocinadores del documental, la Agencia Asturiana de Cooperación, Rafael Palacios.

Aún en fase de producción, los contenidos de ’Memorial de Camposancos’ fueron avanzados por uno de sus creadores, el director y guionista José Ballesta de Diego. « No se ha escrito mucho sobre lo que ocurrió allí. En Galicia no hubo muchos episodios de guerra ; sí de represión, porque convenía a la estrategia de situar a los prisioneros en la retaguardia ».

En el campo vivieron en condiciones de hacinamiento y malos tratos « no tanto por parte de los militares como por los falangistas, que tan pronto cogían a un preso de noche, se lo llevaban y no se le volvía a ver, como propinaban palizas indiscriminadas », explica Ballesta de Diego. Otras escenas habituales en Camposancos eran las sesiones de adoctrinamiento « de curas y falangistas, que obligaban a los presos a formar filas y a escucharlos », señala.

Su importancia en cuanto al número de presos llevó a que, en 1938, las instituciones franquistas trasladaran a Camposancos el Tribunal Militar número 1 de Asturias, anteriormente en Gijón. El ritmo de consejos de guerra era de tres a cuatro al día, con unos veinte detenidos por consejo, « sin las mínimas garantías judiciales ».

Los condenados en los juicios cumplieron en centros gallegos como Celanova o Figueirido y otros en Asturias. Los condenados a muerte fueron ejecutados, sobre todo en Galicia. « Muchos en las cercanías del campo », asegura Ballesta de Diego. « Eran tales las condiciones de vida que se cerró por la imposibilidad de atajar las epidemias de sarna, piojos y otras enfermedades de la piel », confirma.

De colegio a ’gulag’

El edificio, antes de su utilización como ’gulag’ a la española fue un colegio de jesuitas fundado en 1875, que llegó a contar con gran prestigio hasta el punto que de él emanaron dos notables instituciones como la Universidad de Deusto y la Pontificia de Comillas. Bajo mandato de la República, la orden de los jesuitas fue expulsada y el centro pasó a ser un sanatorio en 1932.

Tras el estallido de la guerra, y con la caída de Asturias en 1937, se usó como campo de concentración en la retaguardia ; hasta 1939, cuando se convirtió en cárcel para reclusos en su mayoría vascos y catalanes. En 1943 volvió a ser un centro de enseñanza de los jesuitas, si bien no volvió a gozar del esplendor de antaño y cerró sus aulas en 1959.

Actualmente, existe un proyecto por parte de una constructora de « derribar el edificio y convertirlo en una urbanización turística de lujo, por su privilegiada posición junto al río Miño ».

El director de la Agencia Asturiana de Cooperación insistió en que « el miedo, el olvido y el silencio cobarde no nos hagan cómplices de ninguna injusticia ».

El documental se hace más necesario que nunca porque « necesitamos conocer nuestra historia, recuperar nuestra memoria, para que el sacrificio de tantos hombres y mujeres por la democracia y la libertad no sea inútil y sea reconocido », sentenció. El documental no se limitará a un simple repaso de la historia, sino que aportará un toque creativo.


Fuente: Borja Ortega (El Comercio)