«¡Cuidado con el Perro! Propiedad Privada». Llegaremos a verlo. El cartelito de marras en nuestras escuelas, en nuestros hospitales, nuestros ayuntamientos… hasta en las oficinas de empleo: «¡Cuidado con el Perro! Propiedad Privada». 

Ahí también, en las oficinas de empleo, ese servicio que llevan años gestionando en el mayor de los abandonos, descuidándolo ex profeso, a sabiendas de que su degradación proyectada es la mejor excusa para entregárselo a sus amiguetes, esos cleptómanos de lo público, amparándose en que la gestión privada es inmaculadamente más eficiente que la pública, otra más de esas farsas repetidas hasta la saciedad que permutan en verdad dogmática, aceptada por una sociedad hoy bajo la doctrina del shock, que si cotejara sólo por un instante las estadísticas, comprobaría

Ahí también, en las oficinas de empleo, ese servicio que llevan años gestionando en el mayor de los abandonos, descuidándolo ex profeso, a sabiendas de que su degradación proyectada es la mejor excusa para entregárselo a sus amiguetes, esos cleptómanos de lo público, amparándose en que la gestión privada es inmaculadamente más eficiente que la pública, otra más de esas farsas repetidas hasta la saciedad que permutan en verdad dogmática, aceptada por una sociedad hoy bajo la doctrina del shock, que si cotejara sólo por un instante las estadísticas, comprobaría que el porcentaje de empresas privadas en bancarrota es inmaculadamente superior que el de los estados, y mira que los estados son administrados por auténticas calamidades. Entonces, ¿quién gestiona mejor? ¿Será que porcentualmente quiebran muchas más entidades privadas que públicas en razón a que las primeras derrochan pensando en las personas, en el servicio público? 

Aparte de lo puñetero que entraña esta privatización de los Servicios Públicos de Empleo, ésta se va a llevar a cabo en un contexto de estado totalitario de corte fascista, y cuando cito “fascista” me ciño al término como eufemismo, pues las personas desempleadas pasarán a ser presuntas delincuentes al arbitrio de estas agencias de colocación, que se embolsarán un surtido de estupendas prebendas, con suculentas primas hasta por delatar a paradas a quienes la necesidad les empuje a cometer “fraude”. 

El SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal) designará a cada agencia de colocación que cumpla con los requisitos legales (ser amiguetes del PP) un grupo de personas desempleadas con el que traficar, chantajear, someter y beneficiarse capitalmente con hasta 3.000 euros de fondos públicos, por un contrato con las garantías que marca la ley, una ley sin garantías, reforma tras reforma laboral… ¡y todavía piden más! 

Hasta 3.000 euros por un contrato ¡Un contrato! Parece el anuncio ése del niño al que le regalan… ¡un palo! Un contrato para despertar entre algodones, como esclavo de plantación. Un palo el que nos han dado, atraco a mano armada, pues de la noche a la mañana y por la patilla, estos amiguetes del PP que se agencian un listado de seis millones clientes, qué importa si existe una ley de protección de datos, pues si existe se cambia la ley o la constitución, qué más da, seis millones de personas con las que traficar, monopolizando el mercado laboral, en una sociedad de libre mercado o estado proteccionista (siempre de los bancos) según les venga en gana. 

Así que ser parado será delito, seremos sospechosas, presuntas defraudadoras, pues percibir el subsidio con el que no llegamos para garbanzos nos empuja a la economía sumergida, a no declarar, mientras el ministro de hacienda se pone el mundo por Montoro para hablarnos del milagro económico español, porque en ESPAÑA se persigue al defraudador, tanto al que busca algo que llevarse al tenedor en un contenedor, de basura, porque sacar una manzana podrida exige abonar su 4% de IVA, como al de guante blanco, que si por un descuido se le condena, pues cuando escampe en lo mediático se le indulta y más felices que contentos. 

Cuidado con el perro que muerde. Pues la rabia es el antídoto, nuestro antídoto, esa que emana de nuestros corazones, emana y proclama contra el paro, reparto del trabajo, trabajar menos para trabajar todas, reducción de la jornada para ganar tiempo libre (no para consumir) en el que realizarnos como personas, reducción de jornada sin reducción de jornal, salvo para los cargos medios y altos, esa panda de vagos y pésimos gestores, ¡pero ay lo mal que gestionan estos vagos!

Goio Gonzalez Barandalla

Fuente: Goio Gonzalez Barandalla