¿Dónde están los que han de venir a servir a la política en vez de utilizarla en su provecho beneficiándose de las amistades peligrosas? Es imposible componer una lista completa, me dejaría a todos, pero hay duetos que son fáciles de reconocer fuera del ámbito local de cada uno: Franco y el monarca, González y Guerra; Aznar y Blair; Rajoy y Bárcenas.

El objetivo principal de este tipo de amistades es la obtención y maximización de beneficios en nombre propio. Que mejor hábitat para este tipo de comportamiento que la arena política, donde no escatiman esfuerzos para buscar nuevas formas judiciales, legislativas y ejecutivas que reduzcan riesgos de responsabilidad, a la vez que puedan aumentar sus ingresos, demostrando que poco les importa exprimir a la población para extraer recursos lucrativos.

El objetivo principal de este tipo de amistades es la obtención y maximización de beneficios en nombre propio. Que mejor hábitat para este tipo de comportamiento que la arena política, donde no escatiman esfuerzos para buscar nuevas formas judiciales, legislativas y ejecutivas que reduzcan riesgos de responsabilidad, a la vez que puedan aumentar sus ingresos, demostrando que poco les importa exprimir a la población para extraer recursos lucrativos. Da la sensación de existe una especie de manual al uso, un nomenclátor que ayuda a encontrar esas amistades peligrosas, a los que quieren formar parte del elenco de defraudadores a la sociedad, en nombre de la política. Y eso, no es la política, como diría aquél.

No todas las capas sociales se han beneficiado en igual medida de la fase de auge económico, que ha precedido a la permanente crisis actual fruto del trabajo de alguna de esas amistades. Una simple mirada, eso sí, un poco más alejada de nuestro palmo de narices, nos transmite una información precisa de lo que este crecimiento no nos ha aportado, a la vez que nos señala todo lo que hemos ido perdiendo. Y eso, que no somos tan incrédulos como para saber y darnos cuenta, de que comparar lo que estos cambios nos han tributado: una mejora constante de las condiciones – aunque hayan sido, por desgracia, materiales-, ya se midan estas en cantidades de renta o riqueza, pautas de consumo, niveles de cualificación, acceso a los servicios y beneficios sociales o condiciones de salud y esperanza de vida, y lo que nuestros mayores disfrutaron. Si, los que perdieron guerra, y los que no fueron adeptos al régimen y ganaron –por ignorancia quiero entender-, partían de cero: la dictadura.

En teoría, los que tienen hoy menos de 60 años se han impregnado informativa y machonamente de esa insistente idea de progreso. Este progreso que, hasta ahora, nos han vendido como la solución a todos los males. Un progreso del que la gran mayoría no ha llegado ni a entender de qué se trata, sin ser nada más que un comprimido que nos receta la hipocresía del estado de bienestar. Ahora, pese a habernos obligado a aceptarlo, nos lo quieren quitar. Parece que el camino que habían escogido por error, de cálculo, o no, nos iba igualando a todos, sobre todo, en atenciones sociales–lo único que hay que valorar de ese sistema-. Igualdad que en un futuro a corto plazo siempre se traduce en la tan deseada distribución de prosperidad, que ahora se les antoja adversidad.

Quién nos iba a decir, como otras muchas cosas, claro, que las letras de los grupos punkis de la incipiente, tierna, simplona, sosa y aburrida democracia de la que se ha apoderado aquella movida urbana, tienen vigencia absoluta, amplificada ruidosamente por la certeza de un poder absolutamente corrupto. La Polla Records, Cicatriz, Hertzainak, Zarama, Kortatu, Eskorbuto o Piperrak entre otros grupos pronosticaron el futuro que nos ha invadido: corrupción, prevaricación, perjurio, falsos cristianos o fariseos, críticos, abusadores y rijosos aventajados, maltrato a la inmigración, chupatintas y pelotas no han abandonado los planes de enriquecimiento, eso sí, sin prohibir las drogas y el alcohol que tanto aborrecían y tanto consumen. Más vale también. Son camellos políticos. Trafican avasallando con su poder económico, sin ningún escrúpulo. Es más, todos los presentimientos de los temas punkis corren por las venas de la política, quemando las instituciones y achicharrando el cerebro de la sociedad.

Aquellas letras ya lo vaticinaban. Y hoy estamos inmersos en un sistema genuinamente neoliberal que corre hacia la ausencia de un seguro de desempleo en condiciones ni pensiones públicas que garanticen que los trabajadores –eso quien todavía lo tiene- mantengan un nivel de vida digno después del retiro, un planteamiento que exige a cada individuo la condena de tener que ser responsable de mantenerse a sí mismo. Bendita tierra de oportunidades, para quien nace con esa gracia. Quieren individualismo, pero les asusta la creatividad del pensamiento individual; prefieren el individualismo uniformado que se ajuste a lo políticamente correcto; ese idealismo tontuno que no necesita pensar. Eso pretenden, que nos comportemos como el caprichoso que solo se alimenta de ego, que no nos abandone el deseo infantil de lo ajeno y la virtud de la acusación anónima. Ese es el individualismo en el que nos forjan, y desde luego, del único que nos dejan disfrutar…y vaya si disfrutamos…

Abogan por salarios bajos, incluso, ahora la oligarquía financiera insinúa la revisión de los contratos indefinidos en favor de la hiperflexibilidad laboral, insisten en que la salud dependa de si se tiene no un trabajo, no, sino de un buen trabajo, condicionado todo ello con una mínima redistribución de los recursos. Para lograr todo esto, esta pandilla de buitres económicos que se nutren de la podredumbre de este país –bajo las ordenes de la globalización capitalista internacional-,se ha ayudado del principio de subsidiariedad –que se origina en la doctrina social de la Iglesia católica, tan mandona en este país por condición de fuerza- que postula que los miembros de cada familia deben ayudarse mutuamente antes de que otros miembros de la sociedad civil o, en última instancia, las instituciones públicas intervengan en los asuntos personales. Su receta es una píldora de viagra para la sociedad, cuyo componente reactivo son los sindicatos y la patronal encargados de regular el mercado de trabajo, cuyo único ejercicio de éxito, reconocido, no cabe la menor duda, es acrecentar los beneficios de las dos mayores empresas de este país: el PP y el PSOE. No nos engañemos, bajo estas siglas los camellos políticos se reparten el pastel de los beneficios, con ayuda de los partidos minoritarios, cuando conviene, mitad por mitad.

No es necesario repetir la cascada de ilegalidades que han cometido en nombre de la democracia, amparados por la herencia del franquismo y de las amistades peligrosas. La debilidad de la izquierda es tan patente que no ofrece lugar a dudas a saber dónde no están. A las derechas les importan un carajo estas izquierdas, la saben manipular y encaprichar, ellos prefieren la especulación pura y dura de los mercados, obviando a la gente.

Pero, lo que no decían los temas punkis y lo que evitan las amistades peligrosas, es lo que puede tener un relativo éxito, aunque dudoso, claro. La evolución de las sociedades se acompaña, pese a que nos guste, de revoluciones, bien sean pacificas o violentas. Pero, ninguna se ha llevado a cabo sin que los nuevos ideales hayan penetrado antes profundamente en la clase misma cuyos privilegios económicos y políticos se han de asaltar. Estas situaciones son naturales en las sociedades humanas, no nos cause extrañeza, de eso saben mucho las amistades mencionadas. La cuestión es, pues, no tanto cómo se han de evitar las revoluciones, sino cómo obtener los mayores resultados con la menor cantidad posible de guerras civiles –Egipto y Siria, los abajo y los de arriba-, el más reducido número de víctimas y el mínimo de odios, enconos y antagonismos.

El método, que la gente más desfavorecida de la sociedad se forme la más clara concepción posible de lo que se propone realizar y del medio de llevarlo a cabo. Para eso hay que contar con todos, hasta con las amistades peligrosas, teniendo la seguridad de que contar con el concurso de las fuerzas intelectuales más puras y lozanas de la clase privilegiadas les debilita y nos fortalece. Ellos han demostrado que tienen precio, vamos a aprovecharnos de ello. Como decía aquella letra “Si vis pacem, para bellum”.

Julián Zubieta Martinez


Fuente: Julián Zubieta Martinez