Esta semana, el Presidente Barack Obama hizo público su presupuesto para 2012 y orgulloso, pronunció las siguientes palabras: “Pedí que se congelara el gasto interno anual en los próximos cinco años. Este congelamiento reduciría el déficit en más de 400.000 millones de dólares durante la próxima década y llevaría este tipo de gasto –el gasto discrecional nacional- al menor nivel de nuestra economía desde la presidencia de Dwight Eisenhower”.

Escuche (en español)

Presten atención a la palabra
“congelar”. Eso es precisamente lo que podría sucederle a mucha gente si
este presupuesto es aprobado tal cual fue propuesto. Mientras el gasto
de defensa aumenta, luego de que el Pentágono realizara su mayor pedido
de financiamiento desde la Segunda Guerra Mundial, el presupuesto
propone recortar a la mitad el programa denominado Programa de
Asistencia Energética a Hogares de Bajos Ingresos (LIHEAP, por sus
siglas en inglés).

Presten atención a la palabra
“congelar”. Eso es precisamente lo que podría sucederle a mucha gente si
este presupuesto es aprobado tal cual fue propuesto. Mientras el gasto
de defensa aumenta, luego de que el Pentágono realizara su mayor pedido
de financiamiento desde la Segunda Guerra Mundial, el presupuesto
propone recortar a la mitad el programa denominado Programa de
Asistencia Energética a Hogares de Bajos Ingresos (LIHEAP, por sus
siglas en inglés).

El programa LIHEAP ofrece fondos federales a
los estados para que éstos puedan ayudar económicamente a hogares de
bajos ingresos y así satisfacer sus necesidades energéticas,
principalmente calefacción. La mayoría de los beneficiarios de este
programa son personas de la tercera edad o discapacitados. El programa
tiene actualmente un financiamiento de 5.000 millones de dólares y Obama
está pidiendo que se reduzca a 2.570 millones –casi la mitad-. Este es
un programa de vida o muerte porque literalmente puede evitar que la
gente se muera de frío y representa menos de la décima parte del 1 por
ciento del presupuesto anual de 3,7 billones de dólares que fue
presentado.

Comparemos esta cifra con el presupuesto militar
presentado. “Gasto de defensa” es una denominación incorrecta. Hasta
1947-48, el nombre oficial del Pentágono era (correctamente)
Departamento de Guerra. En el presupuesto dado a conocer el Día de San
Valentín, el Departamento de Defensa solicita 553.000 millones de
dólares como presupuesto base, más un aumento de 22.000 millones con
respecto a la asignación presupuestaria de 2010. La Casa Blanca solicitó
lo que denomina “78.000 millones” en recortes, que el Secretario de
Defensa Robert Gates está considerando. Pero como señala el Institute
for Policy Studies: “El Departamento de Defensa habla de recortar su
propio presupuesto –78.000 millones en cinco años- y la mayoría de los
medios toman esto al pie de la letra, pero no deberían hacerlo. El
Pentágono sigue con la costumbre de planificar aumentos ambiciosos, para
luego bajarlos y denominar esto un recorte”.

El presupuesto de
553.000 millones de dólares del Pentágono ni siquiera incluye los gastos
de guerra. Para mérito de Obama, los mismos están de hecho en el
presupuesto. Recuerden cuando el Presidente George W. Bush se refirió
varias veces a los gastos como necesidades de “emergencia” y presionó al
Congreso para que aprobara fondos complementarios por fuera del proceso
presupuestario habitual. Sin embargo, el gobierno de Obama le dio a las
guerras de Irak, Afganistán y Pakistán el apodo orwelliano de
“Operaciones de contingencia en el extranjero” y solicita 118.000
millones de dólares. Si sumamos a esto los 55.000 millones para el
Programa Nacional de Inteligencia (un punto del presupuesto cuya
cantidad nunca antes había sido revelada, según el experto del gobierno
en asuntos secretos Steven Aftergood), el presupuesto militar/de
inteligencia dado a conocer públicamente estaría en el orden de los tres
cuartos de billón de dólares.

El presupuesto de 216 páginas que
presentó el Presidente Obama no menciona ni una sola vez al Pentágono.
Sin embargo, menciona el nombre del Presidente Eisenhower. En dos
oportunidades le atribuye a Eisenhower la creación del sistema nacional
de autopistas interestatales y, como ya se mencionó, hace alarde de la
propuesta de congelar el gasto: “Este congelamiento sería el mayor
esfuerzo destinado a restringir el gasto discrecional de los últimos 30
años, y para 2015 disminuiría los fondos discrecionales para gastos no
relacionados con la seguridad como parte de la economía, al nivel más
bajo desde que Dwight Eisenhower fue Presidente”.

Si Obama va a
referirse a su predecesor, debería aprender de la advertencia profética
de Eisenhower, pronunciada en su discurso de despedida de 1961: “Nos
hemos visto obligados a crear una industria armamentista permanente de
enormes proporciones. Tres millones y medio de hombres y mujeres
participan directamente en el establecimiento de defensa. La influencia
total—económica, política e incluso espiritual—se siente en cada ciudad,
en cada capitolio estatal, en cada oficina del gobierno federal.
Reconocemos la necesidad fundamental de este desarrollo. Sin embargo
debemos entender sus graves repercusiones. En los consejos del gobierno
debemos tratar de evitar que el complejo militar-industrial adquiera
influencia injustificada, ya sea buscada o no. Existe y seguirá
existiendo potencial para que haya un aumento desastroso del poder en
manos inadecuadas”.

Otro discurso de Eisenhower que debería guiar a
Obama fue pronunciado en abril de 1953, ante la Sociedad Estadounidense
de Directores de Periódicos, apenas dos semanas después de que asumiera
como presidente. En ese discurso, el general devenido presidente, dijo
“Cada arma que se fabrica, cada buque de guerra que se echa al agua,
cada cohete que se dispara significa en última instancia un robo a
quienes padecen hambre y no tienen alimento, a quienes tienen frío y no
tienen abrigo”.

Estamos viviendo uno de los inviernos más fríos en
la historia. Una de cada ocho personas en Estados Unidos utiliza
cupones alimenticios, lo que representa el mayor porcentaje en la
historia. Muchos otros también carecen de asistencia de salud, a pesar
de los beneficios iniciales de la ley de reforma del sistema de salud
aprobada el año pasado.

Los estadounidenses tienen frío, hambre y
están desempleados. Al aumentar el gasto militar, que ya es superior a
todos los presupuestos militares del mundo tomados en su conjunto,
simplemente estamos llevando ese sufrimiento al exterior. Deberíamos
tener claro cuáles son nuestras prioridades.

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps, editado por Gabriela Díaz Cortez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org