La llamaron "Operación Brisa del Mar". A pesar del lindo nombre, el violento ataque del comando israelí contra una flotilla de buques de ayuda humanitaria, que dejó un saldo de nueve civiles muertos, provocó la indignación internacional.

La llamaron «Operación Brisa del Mar». A pesar del lindo nombre, el
violento ataque del comando israelí contra una flotilla de buques de
ayuda humanitaria, que dejó un saldo de nueve civiles muertos, provocó
la indignación internacional.

El ataque tuvo lugar en la madrugada del
31 de mayo, cuando las seis embarcaciones de la flotilla cargadas con
ayuda humanitaria aún estaban en aguas internacionales, rumbo a Gaza,
donde 1,5 millones de habitantes palestinos llevan tres años de bloqueo
impuesto por Israel. Desde el inicio, Israel procuró limitar el debate
sobre el ataque y controlar las imágenes difundidas.

Botes y helicópteros militares israelíes atacaron las embarcaciones y
tomaron el control de la flotilla. Nueve de los activistas que estaban a
bordo de la embarcación más grande, el Mavi Marmara, fueron asesinados a
quemarropa por comandos israelíes que dispararon balas de plomo. Un
ciudadano estadounidense de diecinueve años de edad, Furkan Dogan,
recibió un disparo en el pecho y cuatro disparos en la cabeza. Israel
secuestró los seis buques y arrestó a los 700 activistas y periodistas
que estaban a bordo, los trasladó al puerto israelí de Ashdod y los
mantuvo incomunicados de su familia, la prensa y abogados durante días.
El gobierno israelí confiscó todas las grabaciones y equipos de
comunicación que encontró — aparatos que contenían casi todas las
pruebas del ataque que lograron grabarse — permitiéndole así al Estado
de Israel controlar lo que el mundo pudo conocer acerca del ataque. Los
israelíes seleccionaron, editaron y publicaron las imágenes que
quisieron que el mundo viera.

Cuatro días después de su captura, la mayoría de los detenidos fueron
deportados por el gobierno israelí, mucho después de que la información
sobre el incidente hubiera sido tergiversada.

Esta semana entrevisté a dos periodistas de trayectoria que estaban a
bordo de la Flotilla por la Libertad de Gaza haciendo la cobertura para
el periódico australiano Sydney Morning Herald, el corresponsal Paul
McGeough y su fotógrafa, Kate Geraghty. Ambos estaban en Estambul, a
donde habían sido deportados desde Israel. Habían estado en la mayoría
de los buques de la flotilla, pero cuando ocurrió el ataque se
encontraban a bordo del más pequeño, el buque de bandera estadounidense
Challenger I.

Kate Geraghty describió en la entrevista cómo le dispararon con una
pistola eléctrica Taser : «Estaba tomando fotografías de Paul. Y estaba
mirando a un lado del bote cuando llegaron los comandos- un comando
israelí vino hacia nosotros. Entonces estaba tomando fotografías y
básicamente sentí un golpe en el brazo justo encima del codo, que me
empujó cerca de un metro, un metro y medio. Y luego, inmediatamente me
sentí mal y comencé a vomitar. Y luego el comando vino hacia mí y trató
de sacarme la cámara por la fuerza. Tenían armas, entonces, simplemente
dijimos, como mencionó Paul, que somos periodistas australianos, que
trabajamos para el periódico Sydney Morning Herald. Y eso no importó».

Y esta fue la descripción de McGeough : «Kate recibió un choque de una
pistola eléctrica que la empujó en la cubierta. Apenas tuvimos tiempo de
recuperarnos cuando los hombres enmascarados y con trajes camuflados, se
amontonaron sobre un lado de la escotilla superior, donde nos
encontrábamos. Se avalanzaron para quitarnos las cámaras. Arremetieron
para quitarnos el teléfono satelital, que estaba en mi mano. Estaba
hablando con el Sydney Morning Herald en Australia, presentando una
denuncia. Hablaron con acento australiano, lo cual fue bastante
sorprendente. Y cuando dijimos que éramos periodistas profesionales,
dije ’Sydney Morning Herald’, uno de ellos dijo ’Sabemos que trabajan
para el Herald’, no ’conocemos al Herald’, sino ’sabemos que ustedes
trabajan ahí’».

Le comenté a Paul McGeough que en una encuesta realizada por Rasmussen
el 49 por ciento de los votantes estadounidenses respondió que creía que
los activistas pro-palestinos que estaban en los buques de ayuda son
culpables de lo sucedido. McGeough me dijo al respecto : «Si el
estadounidense promedio hubiera visto debajo de la cubierta a los
hombres con las muñecas atadas con esposas de plástico, arrodillados
durante horas, si hubera visto que se les negaba permiso para ir al baño
y se veían obligados a hacerse encima y hubiera visto a las mujeres
suplicando para poder darle de beber a los hombres, eso hubiera cambiado
su sensación de lo que sucedió en los buques».

Cuando los periodistas pueden trabajar libremente, pueden informar la
verdad. Las fuerzas armadas israelíes se vieron obligadas a retractarse
de su afirmación de que los pasajeros a bordo de la flotilla eran
agentes de al-Qaeda. Un comunicado de prensa de las Fuerzas de Defensa
de Israel publicado dos días después del ataque dice que aproximadamente
40 pasajeros de la flotilla «son mercenarios que pertenecen a la
organización terrorista Al Qaeda». El periodista independiente Max
Blumenthal cuenta que tanto él como otro colega israelí le pidieron a la
oficina de prensa de las fuerzas armadas israelíes que fundamentara su
afirmación. No proporcionaron pruebas, y un día más tarde el comunicado
de prensa fue modificado. El titular original, que decía «Se comprobó
que los atacantes de los soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel
(FDI) eran mercenarios de Al Qaeda», fue reemplazado por «Atacantes de
los soldados de las FDI carecían de documentos de identificación».

Max Blumenthal habló desde Jaffa, Israel : «Llamé a la FDI junto con mi
colega periodista Lia Tarachansky, que les habló en hebreo. Yo les hablé
en inglés. Ambos obtuvimos la misma respuesta : no hay pruebas. Esta
afirmación provino del círculo íntimo de Netanyahu. E inmediatamente
cambiaron el comunicado de prensa para que dijera cuarenta pasajeros
’carecían de documentos de identificación’ a bordo del Mavi Marmara,
básicamente retractando la afirmación sobre al-Qaeda».

Paul McGeough, del Sydney Morning Herald, me dijo : «Esto es lo que
hacemos : nos sumamos a batallones de las fuerzas estadounidenses en Irak
y de las fuerzas australianas en Afganistán y hacemos la cobertura de lo
que sucede». Dijo «He hablado con funcionarios israelíes, y en
Cisjordania y Gaza he hablado con Hamas y con jóvenes futuros atacantes
suicidas, porque así es como conseguimos las noticias. Si solo cuentas
un lado de la historia, la gente no puede tener una visión sensata de
conflictos dinámicos como estos para entender cómo podrían resolverse».

McGeough y Geraghty y todos los demás periodistas aún no han recuperado
sus laptops, cámaras, videos, fotos y otras posesiones confiscadas por
los israelíes. Israel ha dicho que no aceptará una investigación
independiente del ataque que perpetró. Los intentos persistentes de
Israel de ocultar la verdad lo único que logran es poner en peligro la
seguridad de los israelíes, de los palestinos y de quienes trabajan por
una paz justa en Medio Oriente.


Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2010 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Mercedes Camps y Democracy Now ! en español