Cuando piensa en “terrorismo alimentario,” ¿qué es lo que se imagina? ¿Complots diabólicos para contaminar productos en las góndolas de los supermercados? Si usted fuera Buddy Dyer, el alcalde de Orlando, Florida, podría haberse imaginado a un grupo que sirve alimentos a personas sin hogar en uno de los parques de la ciudad.

Por estos días se
está mencionando mucho al alcalde Dyer precisamente por que consideró
que los activistas del colectivo Food Not Bombs de Orlando son
“terroristas alimentarios.” En las últimas semanas, al menos veintiún
personas fueron arrestadas en Orlando, la ciudad de Disney World, por
servir gratuitamente comida en un parque.

Por estos días se
está mencionando mucho al alcalde Dyer precisamente por que consideró
que los activistas del colectivo Food Not Bombs de Orlando son
“terroristas alimentarios.” En las últimas semanas, al menos veintiún
personas fueron arrestadas en Orlando, la ciudad de Disney World, por
servir gratuitamente comida en un parque.

Food Not Bombs, o como se le llama en español “Comida, no bombas”, es
una organización internacional de base que lucha contra el hambre. Como
su nombre lo indica, es un movimiento que se opone a la guerra. En su
página de internet dice: “Food Not Bombs comparte gratuitamente
alimentos veganos y vegetarianos con personas que padecen hambre en más
de mil ciudades alrededor del mundo como forma de manifestarse contra la
guerra, la pobreza y la destrucción del medio ambiente. Habiendo más de
mil millones de personas que pasan hambre cada día, ¿cómo es posible
que gastemos más dólares en la guerra?” Los lunes a la mañana y los
miércoles a la noche, el colectivo de Orlando coloca una mesa en el
parque Lake Eola Park de esa ciudad y sirve allí la comida que prepara.

Desde hace un tiempo, la policía de Orlando viene arrestando a
quienes sirven los alimentos. Hace poco, por ejemplo, arrestó a Benjamin
Markeson, que estaba perplejo cuando me dijo: “Creemos que terrorismo
es arrestar gente por intentar compartir comida con las personas pobres y
hambrientas de la comunidad y satisfacer así una necesidad de la propia
comunidad. Lo único que hacemos es venir al parque y servir comida a
personas pobres que tienen hambre. No sé cómo pueden calificar a eso de
terrorismo.”

El abogado Shayan Elahi tampoco lo sabe. Como representante del
colectivo Food not Bombs de Orlando ante la justicia, presentó una
petición para obtener una medida cautelar contra las acciones llevadas a
cabo por la municipalidad ante el juzgado del noveno distrito judicial
de Florida, presidido por el magistrado Belvin Perry Jr. El juez Perry
apareció en las noticias últimamente como el sensato juez que entiende
en el juicio por asesinato contra Casey Anthony, que se lleva a cabo
actualmente en Orlando. Mientras que las cadenas de cable realizan una
cobertura completa de lo que sucede en el juzgado, Elahi espera que
Perry tenga tiempo para ocuparse en persona del caso.

En el centro de la cuestión se encuentra una ordenanza municipal, la
ordenanza de “Alimentación a grandes grupos,” que exige la solicitud de
un permiso a los grupos que deseen servir alimentos, aunque sea en forma
gratuita, a grupos de veinticinco personas o más. Todo grupo puede
gestionar dichos permisos sólo dos veces por año. Food Not Bombs Orlando
ya utilizó las dos autorizaciones que recibió para este año.

La Asociación por los Derechos Civiles de Florida ha solicitado al
Alcalde Dyer que ofrezca una disculpa por calificar al grupo Food Not
Bombs de “terrorista”. El acto delictivo no debería ser ofrecer comida a
más de veinticinco personas, sino que más de veinticinco personas
necesiten alimentos.

El Dr. Elahi vincula estas medidas represivas al proceso de
gentrificación que está planificado para el centro de Orlando: “El
alcalde creó el Consejo de Desarrollo del centro de Orlando y su
objetivo general es básicamente expulsar a todos aquellos que, según
ellos son ‘los otros’ y no se adecuan a su idea de quién debería estar
en el centro. Y estamos tratando de mostrarle al alcalde que los tiempos
han cambiado, que estamos en un momento en el que todo el mundo sufre y
que cada vez más personas de las que vienen cuando servimos alimentos
de Food Not Bombs son trabajadores pobres.”

Una resolución aprobada la semana pasada por la Conferencia de
Alcaldes de Estados Unidos expresa cabalmente el mensaje principal de
Food Not Bombs. En la resolución, los alcaldes exhortan al gobierno a
poner fin a las guerras en Afganistán y en Irak cuanto antes sea
estratégicamente posible, y destinar el dinero a satisfacer las
necesidades vitales que tenemos aquí, en Estados Unidos.

La región central de Florida se ha visto duramente golpeada por la
recesión y figura entre los lugares con más altos índices de ejecuciones
hipotecarias y quiebras del país. La Organización de la Naciones Unidas
para la Agricultura y la Alimentación recientemente advirtió que se
prevé que los precios de los alimentos se mantengan elevados durante lo
que resta del año. La misma proyección se hace para los próximos. A
principios de este año, los precios de los alimentos alcanzaron los
niveles observados durante la crisis alimentaria de 2007 y 2008, que
hizo estallar disturbios en varios países pobres del mundo. En Grecia,
las masivas manifestaciones de protesta y la huelga general contra las
medidas de austeridad han paralizado Atenas.

Una de las canciones más famosas de Disney, que no queda muy lejos de
Lake Eola Park, se llama “Muy pequeño el mundo es” y dice así:
“Compartimos tanto, que es hora de darnos cuenta, de que después de
todo, el mundo es muy pequeño.” Hagamos que la fantasía se convierta en
realidad. Compartir alimentos no debe ser un delito.

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2011 Amy Goodman

Escuche (en español)

Publicado el 30 de junio de 2011 – Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero
internacional que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y
televisión en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora del libro
«Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos
extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique
Cono Sur.