ASTURIAS. El día que ardió el pozo Nicolasa
José Ángel Zabala Pastor salvó su vida porque tres minutos antes de la explosión su compañero ’Zape’ le dijo, « ¿Zabala, ven pa la máquina, que tengo el culo cuadrado ! ». Cinco horas después de que eso ocurriera alguien golpeó la puerta de la casa de Ivan Martín : un accidente en el pozo San Nicolás había matado a su padre. Pese a ello, tres años después entraba a trabajar en esa misma explotación y el lugar donde su padre murió ya forma parte de su rutina laboral. Una rutina que es muy diferente a la de 1995 : « En materia de seguridad cambiaron muchas cosas desde entonces », dice ’Lito’ García Cuesta, compañero de aquellos 14 mineros que dejaron su vida en el ’Nicolasa’ el 31 de agosto de hace diez años.
ASTURIAS. El día que ardió el pozo Nicolasa

José Ángel Zabala Pastor salvó su vida porque tres minutos antes de la explosión su compañero ’Zape’ le dijo, « ¿Zabala, ven pa la máquina, que tengo el culo cuadrado ! ». Cinco horas después de que eso ocurriera alguien golpeó la puerta de la casa de Ivan Martín : un accidente en el pozo San Nicolás había matado a su padre. Pese a ello, tres años después entraba a trabajar en esa misma explotación y el lugar donde su padre murió ya forma parte de su rutina laboral. Una rutina que es muy diferente a la de 1995 : « En materia de seguridad cambiaron muchas cosas desde entonces », dice ’Lito’ García Cuesta, compañero de aquellos 14 mineros que dejaron su vida en el ’Nicolasa’ el 31 de agosto de hace diez años.

Pasaban quince minutos de las tres de la mañana cuando una explosión de grisú acabó con la vida de diez asturianos y cuatro checos que trabajaban en la capa octava del pozo, entre la cuarta y la quinta planta, a unos 400 metros de profundidad. Fue la mayor tragedia de la minería española en las últimas décadas, y sus causas aún hoy no están claras. Por eso, técnicos de la Universidad de Oviedo todavía estudian esa capa y qué pudo originar la tragedia. Las teorías son varias : la Dirección Regional de Minas estableció como causa más probable la explosión de varios cartuchos de dinamita ; la empresa, Hunosa, apuntó a una posible chispa en un electroventilador ; Comisiones Obreras situó el origen del siniestro en la máquina extractora del carbón ; y la comisión creada en el Parlamento asturiano se cerró sin determinar las causas, aunque reflejaba las deficiencias en materia de seguridad.

Entre las imperfecciones detectadas en este caso, el dictamen parlamentario aludía al deficiente mantenimiento de las instalaciones, la ausencia de indicadores de presencia de ventilación y el uso de componentes eléctricos sin homologar, hechos que fueron tenidos en cuenta por posteriores sentencias judiciales para otorgar indemnizaciones a los familiares de los fallecidos.

Pese a las lagunas en la investigación, lo que está claro es que la existencia de todos aquellos cuya vida giraba en torno al pozo San Nicolás, en la localidad mierense de Ablaña, cambió desde entonces. Fuentes de Hunosa prefieren no recordar aquella fecha y dicen « mirar al futuro, no al pasado ». Otros dicen que no pueden hacer eso.

JOSÉ ÁNGEL ZABALA PASTOR

Superviviente

« Cuando llegan estas fechas me largo de Asturias : a León, a Galicia ; ahora estoy en Ceuta. Cuanto más lejos esté y menos me acuerde de aquello, mejor ». Zabala fue uno de los dos supervivientes de aquel fatal accidente, y los astros se alinearon para que fuera así. « Estaba cargando carbón, y el compañero que estaba en la máquina, ’Zape’ (Luis Antonio Espeso Mencía), me dijo que le cambiara el puesto, que estaba cansado ». En ese momento, « empezamos a comer un bocadillo. El mío era de tortilla de patatas. Y a los tres minutos fue la explosión ». Su compañero murió, pero él no lo sabía en ese momento. « La onda expansiva me lanzó encima de la batería. Traté de meterme otra vez dentro de la máquina y agacharme, pero otra explosión, igual el rebote de la onda expansiva, me volvió a tirar. Entonces traté de salir ». Caminó por la galería y « empecé a notar que no tenía oxígeno. No sé si caí de rodillas o me agaché, el caso es que el aire fresco venía por abajo y entonces logré seguir caminando ». Lo hacía « con los brazos estirados, como si estuviera en una cruz, porque el calor era tremendo. Y el carbón me picaba en la espalda, me hizo furaquinos en la ropa y me quemaba como si fueran alfileres ».

En un momento se encontró con el artillero. « No vi la luz de su casco hasta que estuvimos a dos metros, fíjate el humo que había ». Consiguieron llegar al teléfono y avisar en el exterior de que había ocurrido un accidente. « No tardaron mucho tiempo en llegar, y eso que estábamos a cuatro kilómetros de la caña, donde estaba la jaula ».

Zabala tenía 34 años y sufrió importantes quemaduras en la cara. « Yo soy ese que parecía una momia », dice en relación a las fotos que fueron divulgadas por todos los medios de comunicación. En su rostro aún lleva esas señales, aunque las peores secuelas están en su cabeza, « lo que llaman estrés postraumático. « Cada vez que me miraba al espejo lo recordaba todo. La mente empieza a trabajar sola. Y la cara, cuando me estoy afeitando, aún siento como que suena, que me sale para fuera algún cachín de carbón ». También sufre « conjuntivitis vírica crónica, o algo así, y cuando hace sol me cuesta andar ». Nunca pudo volver a trabajar.

IVÁN MARTÍN FERNÁNDEZ

3ª generación de mineros muertos

Iván tenía sólo 17 años cuando su padre, Eugenio Martín, perdió la vida en el pozo Nicolasa a los 41 años. « Nos picaron en la puerta de casa a las ocho de la mañana. De esos momentos tengo recuerdos vagos, todo fue muy de repente, muy rápido ». Esa nebulosa se debe a que « aquí, cuando hay una desgracia, siempre te sientes muy arropado, estás en una nube durante algún tiempo, como que no te dejan ver ». Aquel día, cuando llegó a la plazoleta sintió « esa mezcla de cosas que percibes cuando hay un accidente en un pozo : silencio, soledad, vacío… no es un recuerdo, es una sensación ».

Ivan conoce bien esa sensación porque « toda la familia trabajó en la mina, y todos matáronse en la mina : mi abuelo, mi padre, mi tío… ». Pese a eso, en junio de 1998 él también comenzó a trabajar en Nicolasa. « El miedo siempre está ahí, pero la gente que estamos de oír de ello toda la vida lo vivimos de otra manera ». También hay algo de orgullo, « eso de decir, ’conmigo no va a poder’ ». Y de necesidad, porque « es lo que hay. ¿Tú piensas que si yo me pudiera sentar en una oficina iba a venir aquí a llenarme de mierda y a jugarme el pellejo ».

Tras siete años, cuando pasa por el lugar del accidente, o por lugares cercanos, « se te pasan cosas por la cabeza, y pienso en el pobre, si habrá sufrido… Bajas un nivel, o unas escaleras, y piensas que lo han sacado por ahí ».

La decisión de seguir los pasos de su padre afecta el sueño de su madre : « Es el día de hoy que aún las pasa putas. Yo trabajo por la noche y cuando llego a las siete de la mañana tiene la luz encendida, está esperándome. Porque mi padre se mató por la noche, y mi tío también ». Pese a todo, ella « entendió y respetó mi decisión, aunque le dolerá en el corazón, porque también perdió a su padre en la mina con sólo 13 años ».

¿Cómo vive esta fecha ? « Es el día en que cambió nuestra vida para siempre, y lo paso en casa con mi madre y mi hermana ». No le gustan « los homenajes, que se usan para que la gente, los políticos, se saquen fotos. Me pongo de malos cojones, y es peor. Prefiero dejarlo para casa, nosotros somos los que sufrimos ».

’LITO’ GARCÍA CUESTA

Compañero de los fallecidos

Cuando el 31 de agosto de 1995 ’Lito’ subía hacia el pozo, pasadas las cinco de la mañana, se cruzó con la brigada de salvamento « y eso ya fue un shock ». Sus temores se confirmaron cuando llegó allí y le dijeron que « pegó una hostia la octava ». ’Lito’ es el secretario general de la sección sindical de Comisiones Obreras en el Nicolasa. « Fue muy duro : organizar entierros, estar en las casas, escuchar como un padre te pide explicaciones y sólo puedes tratar de dar serenidad ».

Sin embargo, como consecuencia de aquella tragedia, « en materia de seguridad cambiaron muchas cosas : apareció un nuevo sistema de control de gases, otro de ventilación, disposiciones de seguridad, se limitó la extracción… ». Según el sindicalista, el problema fue que a principios de los años noventa se importó desde Francia « un nuevo sistema de extracción, el ’soutirage’, más mecánico, pero no se adoptaron las medidas de seguridad necesarias ».

¿Habrá algún homenaje a los fallecidos ? « Estoy convencido de que el mejor homenaje es extremar al máximo las medidas de seguridad ».


Fuente: L. LÓPEZ RUIZ/EL COMERCIO