La violencia en Nepal aumenta sin cesar. La semana pasada, más de 130 personas murieron en unos enfrentamientos entre maoístas y fuerzas gubernamentales que duran ya ocho años y que han supuesto la muerte de más de 10.000 personas. Organizaciones de derechos humanos advierten de nuevo de la "crisis" que vive este pequeño país, donde defensores de derechos humanos, periodistas, abogados y militantes locales se enfrentan "a un acoso creciente".

La violencia en Nepal aumenta sin cesar. La semana pasada, más de 130 personas murieron en unos enfrentamientos entre maoístas y fuerzas gubernamentales que duran ya ocho años y que han supuesto la muerte de más de 10.000 personas. Organizaciones de derechos humanos advierten de nuevo de la «crisis» que vive este pequeño país, donde defensores de derechos humanos, periodistas, abogados y militantes locales se enfrentan «a un acoso creciente».

Según Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la Comisión Internacional de Juristas, varios defensores de derechos humanos «murieron, fueron arrestados en el contexto de la legislación antiterrorista, raptados, torturados y amenazados». Los responsables de estos ataques, explican las ONG, son las fuerzas gubernamentales y los rebeldes maoistas, que también ponen en peligro la vida de la población civil.

Ante tales advertencias, una delegación de la Unión Europea visitó hace unos días la región y dio cuenta del «absolutamente inaceptable y rápido deterioro de la situación de derechos humanos».

El conflicto interno en Nepal se inició hace ocho años con la insurrección del Partido Comunista de Nepal y el Frente del Pueblo Unido, que buscan derrocar a la monarquía constitucional y establecer una república de carácter maoísta. Los rebeldes, que durante años han controlado el oeste rural del país y que en los últimos meses han intensificado sus ataques en la región de Katmandú, han debilitado aún más la débil democracia multipartidista que se instauró en Nepal en 1991.

A esta situación se añade el alto nivel de pobreza que afecta a la población y que convierte a Nepal en uno de los países más pobres del mundo. Todavía hoy, además, se mantienen las relaciones de tipo feudal y el 90% de la población vive exclusivamente de la agricultura. En las ciudades, en cambio, aumenta la tasa de paro tras el cierre de varias empresas con capital extranjero que temen ataques por parte de los maoístas y la economía aún se deteriora más con el descenso del número de turistas.


Fuente :
Canal Solidario