EE UU autorizó las visitas a su base con la condición de que tuvieran carácter policial y no diplomático
Sólo dos meses después de que Estados Unidos comenzase a encerrar en las jaulas de su base militar de Guantánamo a detenidos en Afganistán y Pakistán, agentes del servicio secreto español viajaron a Cuba para interrogar a varios de los encarcelados por el Gobierno norteamericano. Así consta en los telegramas que recibió el Ministerio de Exteriores del Gobierno de José María Aznar (PP) desde marzo de 2002, seis meses después de los atentados del 11-S en Estados Unidos. En esos telegramas, la delegación diplomática española en EE UU informaba sobre los detalles de las visitas.
EE UU autorizó las visitas a su base con la condición de que tuvieran carácter policial y no diplomático

Sólo dos meses después de que Estados Unidos comenzase a encerrar en las jaulas de su base militar de Guantánamo a detenidos en Afganistán y Pakistán, agentes del servicio secreto español viajaron a Cuba para interrogar a varios de los encarcelados por el Gobierno norteamericano. Así consta en los telegramas que recibió el Ministerio de Exteriores del Gobierno de José María Aznar (PP) desde marzo de 2002, seis meses después de los atentados del 11-S en Estados Unidos. En esos telegramas, la delegación diplomática española en EE UU informaba sobre los detalles de las visitas.

El 6 de marzo de 2002, el ministerio de Exteriores recibió un despacho sobre la visita de los diplomáticos «junto a funcionarios del Ministerio del Interior y del CESID a supuestos españoles tras acción bélica en Afganistán». La información precisaba que los «contactos con los detenidos se producen siempre en presencia de representante militar americano y miembros del servicio de inteligencia». El despacho habla de «interrogatorios» que seguirán durante los dos próximos días y explicaba que estaban «siendo grabadas por medios acústicos y visuales».

Los presos a los que interrogaron los agentes del servicio secreto español en aquel mes de marzo de 2002 eran Abderrahaman Hamed (nacido en Ceuta) y el supuesto Redwan Abdusalam, que tras el interrogatorio reconoció que su nombre verdadero era Lahcen Ikassrien (nacido en Marruecos y con residencia en España).

La información que llegó a Exteriores dando cuenta de la visita de marzo señalaba que el general estadounidense encargado de la base de Guantánamo planteó desde el primer momento que la visita no podía tener carácter diplomático : «Dijo que tenía obligación de preguntar si se trataba de una misión consular, dando a entender necesidad que respuesta fuera negativa. También advirtió sobre extrema peligrosidad de alguno de los detenidos, por lo que subrayó necesidad de respetar en todo momento estrictas medidas de seguridad en el recinto de la detención».

Grabados en vídeo

En los interrogatorios a los detenidos, los funcionarios españoles estuvieron en todo momento acompañados por sargentos de los marines, un intérprete del ejército de Estados Unidos y un representante del FBI. «Todas las entrevistas fueron grabadas en vídeo por el miembro del CESID, habiendo puesto a disposición de las autoridades americanas copia de dicha grabación, como habían solicitado», señalan los informes oficiales.

Los agentes españoles tomaron las huellas dactilares de Hamed y reconstruyeron su historia en la entrevista. El informe a Exteriores relata todos los pasos de Hamed hasta su llegada a Afganistán, huida a Pakistán y posterior detención. «A preguntas delegación española manifestó no saber si volvería a integrarse en Jihad». Tras esta primera declaración, la misión española volvió a interrogarle al día siguiente en Guantánamo para que aportara más detalles. «Al final de la entrevista, Hamed quiso saber si cuando regresara a España se le permitiría ir a Jihad en Chechenia».

Al segundo detenido, Lahcen Ikassrien, le entrevistaron los miembros de la delegación española en el hospital de la base «donde se reponía de unas heridas en brazo, piernas y mano que había sufrido como consecuencia del bombardeo en Afganistán». Durante el interrogatorio contó que estuvo dos años, desde 1995, en la cárcel de Valdemoro por tráfico de drogas y que, desde entonces, «había estado en contacto regular con la Brigada de Información de la Policía». «Al cabo de casi dos horas de conversación reconoció que su nombre era Lahcen Ikassrien». El segundo día añadió que durante su estancia en Afganistán no tuvo problemas con los talibanes y que poseía un Kaláshnikov «como todo el mundo».

Después de aquella primera visita hubo más interrogatorios en Guantánamo. La policía regresó en julio durante cuatro días para interrogar a 13 detenidos (entre ellos Hamed e Ikassrien) dentro de una misión, sin autorización judicial, para obtener información con la que combatir el terrorismo islamista en España.

Los policías que estuvieron en esa visita de julio llegaron a testificar en la Audiencia Nacional durante el juicio que desembocó en el encarcelamiento de Hamed. El Supremo terminó absolviendo a Hamed y declarando nulas las pruebas aportadas por los policías que interrogaron al detenido en Guantánamo.

El Gobierno de Aznar, para entonces, ocultaba al Congreso que en las visitas a los presos de Guantánamo supuestamente españoles había funcionarios del Ministerio del Interior y del servicio de inteligencia. «Periódicamente se desplazan a Guantánamo funcionarios diplomáticos de la Embajada de España en Washington con el fin de visitar a nuestro compatriota y comprobar la evolución de la situación. Hasta el momento ya se han realizado tres visitas», señalaba el Gobierno en una respuesta fechada el 22 de julio de 2003.

La tercera visita (además de las de marzo y julio de 2002), se llevó a cabo en la semana del 20 al 24 de enero de 2003. «Autoridades norteamericanas cooperaron plenamente en desarrollo visita que entendieron se realizaba a efectos estrictamente policiales y de información», señalaba el despacho remitido al Ministerio de Exteriores.

En esta visita también estuvieron presentes funcionarios del Ministerio del Interior y del Centro Nacional de Inteligencia. «Como se hizo en anteriores visitas, también se interrogó al detenido marroquí (Ikassrien). A juicio representantes Interior y CNI, la entrevista no produjo resultados de interés y en ella mantuvo actitud desafiante y confrontativa».

La conclusión de la delegación española quedó por escrito : «Autoridades americanas continúan sin admitir que se le preste asistencia consular y no hay ninguna previsión sobre cuándo definirán las responsabilidades que se le imputan, su consideración conforme a las normas internacionales y el tiempo que durará su situación, como se les requirió».


Fuente: JOSÉ MANUEL ROMERO (El País)