Cuando de colores se trata es importante la elección. En la naturaleza el color suele fundamentar la vida o la muerte de las criaturas. La lucha por la supervivencia (depredación, huída, camuflaje, apareamiento,..) se basa en buena parte en engañar al contrario o en identificar a los propios. Los humanos desde hace miles de años usamos los colores para identificarnos como grupos. Las banderas se han utilizado para eso y es muy raro encontrar ideas políticas que no hayan creado una bandera. ¿Cómo si no es posible identificar al enemigo, o al amigo? Hoy se sigue con esta tradicional forma de hacer bandos o banderías, que de ahí le viene el nombre precisamente. Tenemos multitud de banderas para fines religiosos, sociales, deportivos, musicales e incluso políticos. En este ámbito es donde más popularmente se las conoce.

Todas enuncian un motivo encomiable pero todas tienen un denominador común: Evitan reflejar la opresión que de alguna manera también representan. Y esto es así porque ninguno de estos países ha podido superar la contradicción que aqueja a la economía mundial: la relación de dominio que ejerce quien explota sobre quien es explotado. Y por supuesto ninguna de ellas refleja la otra contradicción del modelo político consecuente con el sistema económico: la relación de dominio que ejerce quien dirige sobre quienes son dirigidos.

Todas enuncian un motivo encomiable pero todas tienen un denominador común: Evitan reflejar la opresión que de alguna manera también representan. Y esto es así porque ninguno de estos países ha podido superar la contradicción que aqueja a la economía mundial: la relación de dominio que ejerce quien explota sobre quien es explotado. Y por supuesto ninguna de ellas refleja la otra contradicción del modelo político consecuente con el sistema económico: la relación de dominio que ejerce quien dirige sobre quienes son dirigidos. En este sentido hay una bandera que utiliza dos colores, el rojo y el negro, la del anarcosindicalismo. El sindicato español CNT tomó la bandera rojinegra como enseña del anarcosindicalismo en la década de 1910. El rojo era el color tradicional del movimiento obrero, que utilizaron también los denominados partidos obreros, por ello el anarcosindicalismo tuvo que completar el mensaje de su bandera, añadiéndole el negro, que tradicionalmente venían utilizando los movimientos obreros anarquistas. De esta forma se platea en un mismo símbolo el doble objetivo de conseguir una sociedad sin explotadores y por tanto sin explotados, e igualmente sin dirigentes que secuestren la voluntad política de los dirigidos. Doble contradicción que debe ser superada al mismo tiempo, porque cada una de ellas se sustenta necesariamente en la otra.

Es lógico que quienes detentan el poder de explotar y de dirigir a los demás, pretendan mantener oculta estas circunstancias, disfrazándola con aquello de que todos somos iguales ante la ley, que todos tenemos derechos, que la bandera es la enseña, el símbolo de la unidad de todas las personas y un sinfín de buenas palabras que dejan de tener sentido cuando realmente las familias se encuentran en la calle, sin un techo que te cobije, sin trabajo, sin presente y sin futuro. Entonces se hace manifiesta la gran verdad que ninguna bandera puede ocultar: Siempre unos más que otros. Y mucho mayor engaño cuando se enarbolan las banderas para separar a unos de otros, en un mensaje xenófobo donde los haya. Es en ese momento cuando las banderas son utilizadas para engañar, más y mejor, a quienes deben inmolarse en el altar del egoísmo de unos pocos nacionalistas. ¿Por qué entonces tanta bandera? Posiblemente ninguna deba sobrevivir a la toma de conciencia de que pertenecemos a una misma especie con capacidad para coexistir con todas las formas de vida del planeta.

Rafael Fenoy Rico Comunicación Educación CGT


Fuente: Rafael Fenoy Rico