En el Estado español, la inquisición se suprimió en 1820 pero sus prácticas de tortura no acabaron hasta 14 años después. Desde entonces , sin embargo, la Iglesia católica nunca ha dejado de ejercer todo tipo de violencia contra las personas y sobre todo contra aquellas que no se plegaban a su dominación mental y física. 

Legiones de curas han dañado la vida de millones de personas, han ejercido poderes terrenales para los que nunca nadie les ha elegido, han dictado penas de muerte y de destierro, han enviado hombres y mujeres al pacto del hambre, han creado sistemas de control social represivos hasta el infinito, han violado mujeres y niños de forma continuada e impune, han llevado al paredón a quienes no les obedecía en todo o les ponía en duda, y han ejercido su odio contra las mujeres -contra todas, casi- al no reconocerles ningún derecho hasta hace cuatro días, han persegu

Legiones de curas han dañado la vida de millones de personas, han ejercido poderes terrenales para los que nunca nadie les ha elegido, han dictado penas de muerte y de destierro, han enviado hombres y mujeres al pacto del hambre, han creado sistemas de control social represivos hasta el infinito, han violado mujeres y niños de forma continuada e impune, han llevado al paredón a quienes no les obedecía en todo o les ponía en duda, y han ejercido su odio contra las mujeres -contra todas, casi- al no reconocerles ningún derecho hasta hace cuatro días, han perseguido las disidencias a sus modelos únicos de sexualidad reprimida, heterosexual, reproductiva y, sobre todo, construida encima del miedo. 

Empiezo este artículo sobre las beatificaciones que tienen lugar este fin de semana del 12 y 13 de octubre de 2013 en Tarragona con este recordatorio no para justificar ningún asesinato , sino para recordar, aunque sea de paso, una parte de la «labor de la Iglesia» que el arzobispo tarraconense del Opus Dei Jaume Pujol ha olvidado sistemáticamente a la hora de hablar públicamente. ¿Qué nos tiene que decir él ? Pues poco, más allá de lo que su ideología homófoba, machista y clasista le permite. Siempre han estado al lado del poder político, económico y militar para servir y ayudar en el único objetivo que tienen: mantenerse y mantenerlos. Y en Tarragona, además, españolizar tanto como sea posible la «provincia» más española y con más posibilidades de hacer descarrilar el proyecto independentista en Cataluña. Por eso esta elección de fechas, por eso la ultraderecha movilizada y amenazando, por eso esta buena sintonía con el grupo de la rojigualda a pesar de  que digan que en sus actos no quieren banderas ni pancartas. 

Nada justifica el asesinato de religiosos durante la Guerra del 36-39 pero tampoco se debe separar esto del contexto de guerra en que se produjeron ni de que precisamente la institución de que formaban parte los «asesinados» era una institución «asesina», que calificó de forma oficial como “Cruzada” la que ahora llaman «guerra entre hermanos» y se alineó con uno de los bandos sin pensarselo ni un momento. Sí, ya sabemos que hubo alguna excepción, como el tarraconense Vidal y Barraquer, que se negó a firmar la carta colectiva del episcopado español del 1 de julio de 1937 de apoyo a Franco, pero tengamos claro que éste y algún otro eran actos excepcionales y no los podemos convertir ahora en categoría. 

El caso es que el sábado 12 y domingo 13 de octubre, Tarragona acoge la beatificación de 522 personas muertas durante la Guerra Civil del 36 al 39, que a partir de entonces podrán ser veneradas en público en una región determinada, normalmente aquella desde donde se ha pedido la beatificación. Y ¿qué es un beato?. Pues, según el diccionario un difunto que ha vivido una vida de santidad, ha realizado algún milagro una vez muerto o ha muerto mártir. En este caso, este grupo murieron mártires. Y un mártir es, también según el diccionario, la persona muerta en la defensa de alguna causa. Los mártires que el domingo pasarán a ser beatos en Tarragona son mártires cristianos, claro. 522 de las 7.000 personas que, según los datos más afinados, fueron asesinadas «por su fe» durante el enfrentamiento bélico. Estas 7.000 fueron enterradas, como personas que eran, en el mismo momento de la guerra, fueron alabadas y recordadas en la «Causa General» franquista, se les dedicaron plazas y calles, sus nombres fueron impresos en lápidas y sus familias pudieron hacer el duelo que corresponde a cualquier persona muerta, más aún cuando la muerte ha sido consecuencia de la violencia de otras personas… 

Este domingo, con dinero público de nuevo pero, en este caso, ya no de una dictadura militar sino de una democracia parlamentaria, se les volverá a recordar y, al mismo tiempo, se les hará subir a los altares, la máxima distinción antes de la santidad que da esta organización privada que es la Iglesia Católica. Para ello se contará con la colaboración entusiasta de un ayuntamiento que se llama «socialista», al frente del cual el alcalde Josep Félix Ballesteros asegura que las beatificaciones serán un negocio para la ciudad. 

Que vaya a hablar del negocio a las otras víctimas, las que teóricamente y a nivel histórico eran las suyas. Que lo vaya a decir a los 150.000 cadáveres de los otros mártires, muertos en la defensa de otras causas, como la igualdad, la libertad y la justicia. Muertos del lado que legítimamente tenía el poder el 36 y que incluía proyectos diferentes y contradictorios, claro, tal y como los incluía el bando fascista: católico, carlista, falangista, de la Lliga… franquista en una palabra, a la que pertenecían los 522 aspirantes a beatos en Tarragona . 

Los 522 tendrán toda la atención del mundo, tal como tuvieron toda la de España durante cuarenta años de franquismo. » Un acto sobrio pero emotivo» dice la propaganda, menús especiales en los restaurantes de la ciudad, viajes preparados hace meses, participación del presidente de la Generalitat y de muchas otras autoridades… Una «atención» pagada con dinero de todas y todos, en espacios públicos cedidos alegremente a quien hoy todavía defiende la intolerancia contra las mujeres y las personas gays y lesbianas, por citar sólo dos ejemplos. 

150.000 cadáveres sin ningún derecho, ni siquiera el de tener un nicho, sin el mínimo derecho de ser enterrados, como si fueran perros… mientras los otros suben al cielo con billete pagado con dinero público. Para unos no hay dinero, para los demás siempre ha habido. Vergonzoso y asqueroso, pero de una vergüenza y un asco que más que dejarnos inactivos nos empujan a salir a la calle y no marchar nunca de allí, al menos hasta que no haya altares…ni cunetas.

Jordi Martí Font


Fuente: Jordi Martí Font