Contestación de Ronald Creagh al artículo de Rick Coolsaet "Anarchist outrages", publicado en Le Monde Diplomatique en Septiembre de 2004

"Conozco el carácter pesimista de Le Monde Diplomatique. Sus artículos adolecen a menudo de la influencia plomiza del clima londinense, y dibujan con escalpelo la imagen de una humanidad inquietante. Sí, seguramente soy anarquista, pero el Diplo dibuja negras tormentas en nuestro horizonte. No me esperaba, sin embargo, que fuera a dedicarse, como tantos de sus colegas, a la caza de brujas.

Contestación de Ronald Creagh al artículo de Rick Coolsaet «Anarchist
outrages», publicado en Le Monde Diplomatique en Septiembre de 2004

«Conozco el carácter pesimista de Le Monde Diplomatique. Sus artículos
adolecen a menudo de la influencia plomiza del clima londinense, y
dibujan con escalpelo la imagen de una humanidad inquietante. Sí,
seguramente soy anarquista, pero el Diplo dibuja negras tormentas en
nuestro horizonte. No me esperaba, sin embargo, que fuera a dedicarse,
como tantos de sus colegas, a la caza de brujas.

En efecto, a cada crisis social, la prensa carga contra los anarquistas.
La culpa no es de Voltaire o de Rousseau, sino de Ravachol. Él fue el
Bin Laden de otros tiempos, dicen ahora nuestros doctores en derecho
penal. Todo el sangrante desbarajuste de nuestra era, la revolución
iraní, la banda Baader-Meinhof, la situación en Kosovo o en Irak, y
ahora “el peligro islamista”, son crímenes de anarquía. A todos los
hackers se les presume libertarios, cualquier atentado se explica
gracias a la propaganda por los hechos.

Pacifistas o no, la Europol registra a los libertarios como terroristas
y, en la otra orilla del Atlántico, nuestros compañeros sufren cada día
amenazas públicas y privadas por parte de la policía americana. Son los
primeros inculpados en todas aquellas situaciones que escapan al control
de los poderes públicos. Sirven de chivo expiatorio en cualquier
operación represiva, y de pretexto para transformar los servicios de
seguridad en una policía política.

Cuando un docto profesor de Ciencias Políticas declara, urbi et orbi, que
no existe ninguna filosofía política anarquista, deberíamos recordarle
que el movimiento por la igualdad de las mujeres, el control de la
natalidad, la libertad sexual, la libre expresión del cuerpo y el alma,
la objección de conciencia, la solución pacífica de los conflictos y la
descolonización fueron defendidos en primer lugar por los anarquistas, y
que continuaron haciéndolo a lo largo de los dos últimos siglos, siendo
por ello tratados de soñadores iluminados, y a continuación perseguidos
y encarcelados. Cuando compara a los terroristas contemporáneos con
aquellos que advirtieron de la degradación de la naturaleza, el
burocratismo galopante, la dominación de los tecnócratas, el
oscurantismo religioso, con quienes se rebelaron contra el trabajo
infantil, la explotación de los trabajadores, la sangrienta represión
policial y las torturas de Biribi, no se da cuenta que otorga a esos
terroristas un honor inmerecido.

Hace ya algunos decenios que he dejado de leer la prensa oficial. Me gustaría no tener que boicotear también aquella que hasta ahora creía libre».

Ronald Creagh – Montpellier :
http://alor.univ-montp3.fr/CIRCAN/Creagh/

Articulo original de Rick Coolsaet, en inglés :

http://mondediplo.com

Traducción : Polémica

polemica@teleline.es


Par : acratador@utopia.net