El señor ministro del ramo vuelve a golpear la imagen de quienes trabajamos en el sector público. Lo indignante del caso es que esto lo hace quien está obligado a trabajar en el sentido contrario, es decir, prestigiando nuestra labor ante la ciudadanía. Pero no : el señor ministro se coloca más allá del bien y del mal, nos sobrevuela con altanería, y estigmatiza, denigra y desprecia públicamente nuestra labor para de esa forma ir creando el caldo de cultivo propicio para seguir progresando en la privatización de todos los servicios públicos.

El señor ministro del ramo vuelve a golpear la imagen de quienes trabajamos en el sector público. Lo indignante del caso es que esto lo hace quien está obligado a trabajar en el sentido contrario, es decir, prestigiando nuestra labor ante la ciudadanía. Pero no : el señor ministro se coloca más allá del bien y del mal, nos sobrevuela con altanería, y estigmatiza, denigra y desprecia públicamente nuestra labor para de esa forma ir creando el caldo de cultivo propicio para seguir progresando en la privatización de todos los servicios públicos.

Fruto nauseabundo de estas intenciones es la campaña del MAP sobre el “Plan de formación continua para empleados públicos”, cuyo anuncio, con chiste incluido, adjuntamos. En él se incide en los archisabidos y reiterativos tópicos del funcionario vago (“moscosos”, “no curring”…). Quizás el señor ministro aspire a tener similar protagonismo que el conseguido por su predecesor, el señor Moscoso, y su intención sea recetar como digestivo idóneo para asimilar el intragable Estatuto que ahora se discute en el Congreso unos cuantos días más de asuntos particulares que, por su obra y milagro, popularmente se denominarán “Los Sevillas” o ”Los Jordis”. Sugerimos, para que su gracia y efecto sea más completa, que estos días puedan unirse a los “moscosos” y a las vacaciones.

El señor ministro y parlamentario que, sin nuestro consentimiento, habla en nuestro nombre y dice : “La cláusula de revisión salarial no es una preocupación para los empleados públicos, no es el momento de tratar este tema, vivimos en el mejor de los mundos desde que su partido accedió al poder…” se permite reírse de todo un colectivo que además de trabajar, ahora le toca aguantar su errado sentido del humor.

Es el mismo señor ministro y parlamentario que a nosotros nos niega la jubilación voluntaria a los 60 años con un mínimo de 30 años cotizados, pero apoya la jubilación, percibiendo la máxima cuantía, para los parlamentarios y altos cargos electos que hayan cotizado al menos 11 años.

Este señor ministro, que cobra una buena pasta, no tiene ningún problema a la hora de mantener en la Administración Publica muchos sueldos de menos de mil euros mensuales. Este ministro que parece complacerse en mantener un enfrentamiento continuo con gran parte de los empleados públicos, no habiendo motivos, al menos confesables, para ello.

Su labor debería ser justamente la contraria, y, de persistir en su actitud, lo coherente sería practicar el verbo dimitir, comenzando por la primera persona del presente de indicativo. Podemos vivir sin ministros tan dotados para el humor y nos ahorraríamos muchos recursos públicos en campañas inútiles y de dudosa gracia (la presente, sin ir más lejos, asciende a un millón de euros).


Fuente: Secretariado Permanente de FETAP-CGT