La derecha corporativista se apropia de la lucha contra la reordenación con intereses electoralistas.

Se rompe la unidad de acción de plataformas, asociaciones y sindicatos al modificarse la condiciones consensuadas en anteriores convocatorias por las oscuras maniobras de la derecha corporativista. Su objetivo ahora no es derogar la ley de reordenación, sino el apuntalamiento del ascenso sindical de la derecha corporativista y el apoyo al PP en las municipales.

en CGT Andalucía: http://www.cgtandalucia.org/Nueva-movilizacion-el-14-de-mayo

El largo recorrido realizado para conseguir un amplio frente de
oposición unitario al descabellado plan de reordenación de Griñán se ha
roto después de que la reunión de coordinación del pasado lunes 9 de
mayo modificara sustancialmente las condiciones pactadas para las
anteriores manifestaciones unitarias contra la reordenación, las del 22
de enero y 16 de febrero de 2011.

El largo recorrido realizado para conseguir un amplio frente de
oposición unitario al descabellado plan de reordenación de Griñán se ha
roto después de que la reunión de coordinación del pasado lunes 9 de
mayo modificara sustancialmente las condiciones pactadas para las
anteriores manifestaciones unitarias contra la reordenación, las del 22
de enero y 16 de febrero de 2011.

No pocos sectores asociativos y sindicales manifestaron su malestar
ante una fecha tan poco oportuna como el 14 de mayo para reanudar la
movilización general y unitaria contra la reordenación: a tres días de
las elecciones sindicales de funcionarios de la Junta para servicios
periféricos de Jaén y Sevilla y servicios centrales y a solo ocho días
de elecciones municipales en todo el estado y autonómicas en buena parte
de las comunidades, a muchos pareció que una macromanifestación en
Sevilla podría responder a ocultos intereses electoralistas, sindicales o
partidarios, en la línea de la derecha política y sindical-corporativa.

Simplemente eligiendo una fecha dos semanas posterior se hubieran
evitado muchas suspicacias, pero como no pudo ser así, por no romper la
unidad de acción dichos sectores de la izquierda continuaron adelante
con la preparación del evento.

Pero estas sospechas no han hecho sino confirmarse el pasado lunes,
cuando forzando una votación de dudosa legitimidad, pues no se pueden
ponderar proporcionalmente las fuerzas de cada sindicato, asociación y
plataforma y se vota con un voto por colectivo (dando así la misma
fuerza a CSIF que a la Asociación Defiendo Mi Derecho, por poner un
ejemplo), el ala derecha y corporativista del movimiento impone al resto
un cambio del lema hasta ahora consensuado (“Por un servicio público de
calidad, no a la privatización”) por uno votado con amplia oposición
(tanto CGT como SAT se oponen, USTEA y CSIF votaron en contra de la
modificación en la reunión de coordinación aunque continúan en ella) y
que abre de nuevo la caja de los truenos, al poner en la pancarta de
cabecera una referencia generalizadora lesiva para la dignidad de los
trabajadores de los empresas públicas (“contra el enchufismo”, como si
todos los trabajadores de las extintas EGMASA, DAPSA o FAFFE no solo
fueran unos enchufados sino que merezcan el despido inmediato),
colocando además el acento en los defectos innegables del partido en el
poder, algo muy del interés del principal partido de la oposición en
este momento, partido que por otro lado tampoco se caracteriza por lo
contrario en los lugares donde gobierna (“contra el despilfarro y la
corrupción”), en lugar de centrar el lema, como venía haciéndose, en el
propios defectos del plan de reordenación que se pretende derogar, como
son el ataque a la calidad de los servicios públicos de todos y todas y
el trasvase de recursos de lo público a lo privado, puesto que si bien
en la Junta se despilfarra dinero con gusto no es la ley de reordenación
una herramienta de despilfarro sino de recorte del gasto, recorte al
que CGT, como defensora de lo público, se opone.

Es evidente que el objetivo de la manifestación para ciertos
sectores, infiltrados de manera fraudulenta y poco honesta en
plataformas y asociaciones, es uno bien distinto al de la retirada de la
ley de reordenación (batalla que tiene ya poco recorrido en la calle y
tal vez solo en los juzgados): se trata de hacer desaparecer al
sindicalismo de clase y de izquierdas del sector público, para evitar
que ante las agresiones del capital contra los derechos de todos
trabajadores (reforma laboral, reforma de las pensiones, reforma de la
negociación colectiva) puedan ser los empleados públicos quienes
abanderen las respuesta, y para ello aupar al sindicalismo corporativo a
la primera posición, y asimismo mejorar las posiciones de los
candidatos del PP en las municipales e ir apuntalando el camino de
Javier Arenas hacia San Telmo, quien tendrá en el corporativismo
sindical, únicamente preocupado por las condiciones de los funcionarios
de carrera con plaza en propiedad y de los grupos altos, una herramienta
magnífica para la negociación colectiva en la Administración.

Y como es comprensible, la CGT, como organización sindical de la
clase trabajadora, por tanto de izquierdas, realmente no comprometida
ahora ni nunca con opciones electoralistas partidistas de ninguna clase,
no puede apoyar semejantes maniobras y debe decir claro que se desmarca
completamente del lema de cabecera de la manifestación, de sus
intereses ocultos, de la derecha corporativista y política y de esta
coordinación que desde su punto de vista murió el pasado lunes. La
unidad de acción la rompe la derecha, no la CGT. Se buscará con quienes
quieran seguir luchando contra el trasvase de recursos públicos al
sector privado, contra la precariedad laboral en la Administración,
contra los criterios gerenciales y agencializadores para reordenar
nuestro caótico sector público, contra el recorte del gasto, contra los
EREs que antes o después se plantearán en las agencias y que se
negociarán con CCOO y UGT (que cobrarán comisión nuevamente por despedir
trabajadores, algo completamente inmoral por muy legal que sea), y en
los que esos “enchufados” perderán su empleo para regocijo de la derecha
corporativa y política.