Nos han dicho, desde los poderes políticos, que en esta pandemia no se va a dejar a nadie atrás, también que esta pandemia es una oportunidad para aprender.

Está claro que tras casi nueve meses de pandemia la realidad es desoladora, no solo se ha dejado a mucha gente atrás lo peor es que es la misma gente que ya estaba en las condiciones más precarias, entre ellas las personas que trabajan en el sector de la hostelería.

Está claro que tras casi nueve meses de pandemia la realidad es desoladora, no solo se ha dejado a mucha gente atrás lo peor es que es la misma gente que ya estaba en las condiciones más precarias, entre ellas las personas que trabajan en el sector de la hostelería.

Sí, se decretó la ayuda de los ERTES, pero tras la larga tortura burocrática que supuso y supone llegar a ellos nos encontramos con una limosna, limosna que es la consecuencia de firmar contratos a tiempo parcial y realizar jornadas extenuantes, hacer horas extras que no figuran en ningún lugar, en definitiva, mirar el aquí y el ahora a que nos obliga cubrir las necesidades esenciales de la vida, nos ha ocultado algo imprescindible, que el futuro es una consecuencia directa del presente y que cuanto mejor sea este, más prometedor será aquel.

Esta es la lección que debemos aprender, por ello, no podemos volver a caer en lo mismo o peor, en cobrar en B por el bien de una empresa, que si bien es cierto que ahora está en horas muy bajas y que, en muchos casos, también necesite de una ayuda directa, esta debe de venir del gobierno pero nunca de una degradación, aún mayor, de las condiciones laborales de su personal.

Consideramos vital que las ayudas a las trabajadoras y trabajadores de la hostelería lleguen, la propia inspección de Trabajo tiene una estimación muy acertada, a todos los niveles administrativos, de las horas extra, dobles turnos, y horas fuera de alta realizadas en el sector. Cabe destacar que el sector hostelero es el que más infracciones ha cometido recogidas en actas de la inspección de trabajo, a nivel nacional, según el informe anual publicado por la propia inspección correspondiente al año 2018. En base a ello se han de aprobar las ayudas, los ERTES y demás apoyos a las trabajadoras de la Hostelería. Por lo que respecta a las empresas hosteleras desde luego que entendemos la necesidad de que perciban ayudas, pero éstas han de ir vinculadas a la supervisión del cumplimiento de Jornadas, Convenios Colectivos y demás reglas de respeto a los Derechos Laborales de sus empleados, mediante mecanismos vinculantes de las ayudas, a la revisión de contratos, salarios y jornadas de sus trabajadores de forma prolongada en el tiempo.

Por ello, desde CGT, primero queremos manifestar nuestra solidaridad con los trabajadores y trabajadoras de la hostelería (y toda clase trabajadora precaria, en general) en estos momentos tan críticos, y luego animar a reivindicar vuestros derechos laborales, a no ser carne de cañón, de nuevo, de la explotación laboral.

Con pandemia o sin ella, solo hay un camino para quienes necesitamos trabajar para comer, y no es otro que el de organizarnos y luchar colectivamente para conseguir unas condiciones laborales dignas. No existen soluciones individuales que vayan más allá de un breve parche que no tardará en desprenderse para mostrar una herida aún más sangrante. La lucha organizada es el único remedio para cerrar esta sangría.

A ella os invitamos y en ella nos tendréis.

 


Fuente: Sindicato de Oficios Varios de CGT Salamanca