Artículo de opinión de Rafael Cid

“El alcalde socialista de Tordesillas recurrirá 

la medida de indultar al Toro de la Vega”

(De la prensa)

“El alcalde socialista de Tordesillas recurrirá 

la medida de indultar al Toro de la Vega”

(De la prensa)

El nuevo ciclo político en puertas tras el bloqueo político del 20-D cada vez se parece más al que inauguró el rey felón Fernando VII. Cuando al regresar de unas vacaciones pagadas por Napoleón, mientras sus tropas saqueaban el país, dijo aquello de “vayamos juntos y yo el primero por la senda de la Constitución”. Mientras una parte del pueblo madrileño lo trasportó a hombros hasta palacio para luego restaurar el absolutismo y perseguir a los liberales de las Cortes de Cádiz que habían mantenido el tipo luchando contra los ocupantes.

Esa estirpe reinstauracionista en la política y en la moral parece que se ha vuelto a instalar en la España de inicios del siglo XXI, después de haber hecho su entrada triunfal a finales del XX con la Primera Transición neofranquista. Entonces el monarca también venía de la obscenidad ética, una vez aceptada su designación por Franco como su sucesor a título de Rey, Jefe de Estado y Mando Supremo de las Fuerzas Armadas. Circunloquio añadió al hecho de que el secretario general del Movimiento, el partido único de la dictadura, asumiera vía electoral la presidencia del primer gobierno de aquella democracia legada. “El puedo prometer y prometo”, esgrimido por Adolfo Suarez como marca de la casa, haría historia.

Con esos mimbres y sin que nada nuevo realmente constituyente haya acontecido desde entonces, en buena medida por la complicidad de la izquierda instalada y el consentimiento de un confiado sector de las clases trabajadoras, no es de extrañar que los códigos de aquel turbio consenso sean hoy valores políticos en alza. Por insólito que parezca eso es lo que está ocurriendo en tiempo real en este primer peldaño de la precampaña electoral cara al 26-J, entre la imparable orgia de corrupción del Partido Popular. Estamos ante una especie de sincretismo entre la indecencia y el legalismo que tiene como aposento el enaltecimiento de la obediencia debida, sin propósito de enmienda ni acto de contrición.

Los protagonistas, como en aquellos momentos parejos de tránsito y transacción, se ubican a diestra y siniestra, porque dos no quieren si uno no se deja. De ahí que los últimos testimonios tengan mayor relevancia cuando alcanzan a los presuntos exponentes de la izquierda. La sedicente e institucional del PSOE y la emergente y pretendiente de Podemos. Porque, más allá de los estereotipos, no existe mucha diferencia entre el recauchutado “puedo prometer y prometo” utilizado por el indocumentado secretario general socialista, Pedro Sánchez, como chupizado de campaña, y el no menos desternillante “soy pacifista y antimilitarista”, con que el número uno de Podemos por Almería, el general en la reserva Julio Rodríguez, hizo su presentación en la circunscripción donde le ha colocado el dedazo del “pablismo”.

Todo un indicio de lo que nos espera. Ya no se trata de una mera especulación ni de un juego de palabros para enmarcar la nueva etapa. Estamos ante una Segunda Transición de hoz y coz. Se deja intacto el atado y bien atado, sin tocar la forma de Estado ni los parámetros legales con que se perpetró el gran fraude del paso de una “dictadura a una democracia”, ley a ley. También se adopta la misma impostura e incluso se humilla lo poco que resistía de obstinado recuerdo de los vencidos. Por eso no resulta extraño que incluso la izquierda municipalista de Manuela Carmena, culmine la afrenta de aprobar una Comisión sobre la Memoria a pachas con aquellos que como los intelectuales mediáticos acunados por El País, los incunables del bebedero socialista y el Obispado, han estado denostándola durante estos últimos 39 años.

España sigue siendo diferente en medio de un reñidero de gente indiferente. De charanga y pandereta. No hay precedente histórico en Europa de políticos de izquierdas que usen la tradición fascista y belicista para acercarse a su público objetivo. Ni siquiera el caso del general alemán Gert Bastián, que llegó al Bundestag por el Partido Verde, puede traerse a coalición. Salvo para certificar exactamente todo lo contrario. “El soldado de Podemos” sigue ostentado el cargo de general, con todos sus derechos pasivos intactos, se siente orgulloso de su misión con ex JEMAD y al tomar los hábitos en Podemos se declara “antimilitarista y pacifista”. Por el contrario, su homólogo Bastián abandonó el ejército alemán precisamente por tomar conciencia activa de antimilitarismo y pacifismo al oponerse a la instalación en el continente de misiles con ojivas nucleares. Acto de contrición que le llevó a acabar con su vida.

Pero como no hay dos sin tres, ahí tenemos también a Mariano Rajoy mandando una carta a Bruselas donde su “puedo prometer y prometo” alcanza cotas delirantes, ofertando a la Unión Europea (UE) lo contrario que está diciendo a sus potenciales electores: recortes si-recortes no, a gusto del consumidor. Aunque prácticamente nadie puede decir de ese agua no beberé. Es igualmente chusco que sea precisamente el PSOE, el mismo partido que desde el gobierno impuso la reforma del artículo 135 de la Constitución que nos ha convertido en rehenes de la Troika, quien ponga el grito en el ciclo por la última ocurrencia de Génova 13. Y además lo haya en un mitin en el que Pedro Sánchez aparece escoltado por José Luis Rodríguez Zapatero, el padre de la criatura, y Joaquín Almunia, el jefe de “los hombres de negro”, como vicepresidente ad hoc de la Comisión Europea.

Lástima que tampoco Unidos Podemos pueda aprovechar con toda contundencia la oportunidad que brinda la impostura de sus colegas políticos, al haber evitado en su meritorio programa (http://podemos.info/wp-content/uploads/2016/05/acuerdo26J_final.pdf) dejar claro que piensa derogar ese trágala constitucional. Habla de “revertir” y de “reformar”, sinónimos blandos interpretables pero sin trascendencia legal, pero el compromiso del término “derogar” brilla por su ausencia.

Rafael Cid


Fuente: Rafael Cid