Como siempre en similares casos, la muerte de un personaje político que ha alcanzado un tal renombre internacional ha suscitado comentarios de todo tipo... Es pues normal que también Chávez los haya suscitado. Lo curioso, en su caso, es que más allá de la instrumentalización política de tal acontecimiento por sus seguidores u opositores políticos, las enseñanzas de la historia no parecen servir para nada a unos y otros. Y, sin embargo, la historia de estos últimos cien años está llena de ejemplos demostrando que son los pueblos los que la hacen y no sus líderes. Y esto es válido tanto para los que pretendían volver la humanidad al feudalismo como para los que pretendían emanciparla a la fuerza. No sólo el “Gran Bostezo anónimo y universal” se llevó a los Franco y Pinochet sino también a los Stalin y Mao, mientras que sus pueblos, como los del resto del mundo, se quedaron y siguen explotados por los amos del mudo: las transnacionales y el Capital financiero, como recientemente reconociera Chomsky.

Esa es la enseñanza que ningún revolucionario debería olvidar: que son los pueblos los que hacen la historia y que si no son capaces de hacerla en función de sus intereses ésta no cambia al quedar en manos de los que mandan. Marx lo intuyó bien y por eso dijo que la emancipación de los trabajadores, de los explotados y dominados, sería lo obra de ellos mismos… o no lo será.

Esa es la enseñanza que ningún revolucionario debería olvidar: que son los pueblos los que hacen la historia y que si no son capaces de hacerla en función de sus intereses ésta no cambia al quedar en manos de los que mandan. Marx lo intuyó bien y por eso dijo que la emancipación de los trabajadores, de los explotados y dominados, sería lo obra de ellos mismos… o no lo será.

Vía Cuba, a través del blog del Observatorio Crítico, me ha llegado un texto de una venezolana dirigido a un amigo palestino que le dice que para ellos Chávez era un héroe. Por identificarme plenamente con este texto lo reproduzco a continuación:

Octavio Alberola

Desde Venezuela: Respuesta de una hija a un amigo Palestino que le dice que para ellos Chávez era un héroe

Querido Flaco,

Yo no comulgo con ningún gobierno, yo no comulgo con el poder. Somos muy débiles, los seres humanos. En mi país hay una “guerra” de ricos y pobres. Toda la vida ha sido así. Las diferencias sociales han sido abismales. La opulencia del venezolano con dinero de toda la vida es tanta, que es vulgar. Camionetas, casas enormes, aviones, yates, fiestas. En mi país siempre ha sido más importante lo que tienes que lo que eres. En mi país se le dice “mono” al que no tiene, al pobre, a la mayoría. Y es terriblemente doloroso. La prepotencia del rico, el maltrato, el desprecio y sobre todo la indiferencia hacia el pobre ha creado una brecha irreconciliable y con razón. Esto es así desde la colonia, esto ha sido así desde siempre y necesariamente tiene que cambiar.

Comparto 100% las ideas del proceso. Confío plenamente en las personas que se involucran, en los colectivos que trabajan en los “cerros” con las comunidades más necesitadas. Admiro y respeto a los que están trabajando entregados por un cambio y por dignificar a mi país.

Pero mi querido amigo, los ricos de ahora son rojos y están en el poder. Son los terratenientes, los de las casas, yates, aviones y fiestas. Son los que hacen negocios con las multinacionales y se mantienen y van chupando gracias al discurso chavista. Estos hombres que ahora tienen el poder, en el fondo no son diferentes a los otros. Solo que han cambiado el discurso y engañan al pueblo haciéndoles creer que ellos están allí, mientras se demarcan con poder y dinero, igual que antes, igual que siempre. Además, no se aceptan críticas, porque cualquiera que critique, que no piense igual es enemigo.

La autocrítica es lo más sano que puede tener un proceso, es lo que hace que se rectifique y se retorne a la esencia del ideal. Sin la autocrítica este movimiento, según yo, se ha convertido en un movimiento de fanáticos.

Y tú sabes muy bien sobre la maldad y la bondad. Tú conoces muy bien el ego del héroe buenísimo. Tú conoces muy bien al oportunista.

El movimiento social sí que existe. Está vivo. Es profundo y está en los “cerros”, en los pueblos. Es mucho más que posiciones, discursos y promesas, son acciones.

Por otro lado, me niego a que me ubiquen. Me niego a que me definan buena o mala, chavista o escuálida porque me guste o no un líder.

No creo en esto. Creo que los seres humanos somos tan complejos, creo que es imposible definir nada en estos tiempos. Hay demasiados matices. Este tiempo, para mí, es el tiempo del trabajo colectivo. No creo en líderes, no creo en “ismos”.

Chávez se hizo gracias a los medios de comunicación, ha sido un personaje mediático. Él ha dicho exactamente lo que muchos queríamos escuchar. Y más allá de la crítica estúpida y superficial, Venezuela es un país que va por un camino incierto, en donde la corrupción, los abusos de poder, el narcotráfico, la delincuencia, la violencia, la impunidad, los negocios con las trasnacionales (quizás las gringas son más bajo perfil, pero destacan significativamente las Chinas y Rusas) siguen siendo protagonistas en su gobierno.

La gran fuerza de Chávez, lo que lo ha hecho grande ha sido el haberse enfrentado con los “poderosos”, con los neoliberales, con los sionistas, como dices tú, con la hipocresía de Europa; pero, para mí, esto ha sido más otro show, otro hacernos creer, otro espectáculo más de esta sociedad superficial y mediática. Yo lo veo así, es una guerra de poder. Aquí no importan ni las personas, ni nada. Importan los recursos y los gobiernos y los líderes mediáticos que nos siguen manipulando, para que sigamos creyendo. Mientras los verdaderos amos del mundo siguen llenando su arcas.

El trabajo difícil realmente es ser coherente. Que nuestras palabras sean consecuentes con nuestras acciones. Es mi opinión.

Te quiero y te extraño,

La hija

http://observatoriocriticodesdecuba.wordpress.com/2013/03/12/desde-venezuela-respuesta-de-una-hija-a-un-amigo-palestino-que-le-dice-que-para-ellos-chavez-era-un-heroe/


Fuente: Octavio Alberola