San Cristobal de las Casas, Chis., 11 de febrero. En Chiapas se desarrolla, inexorablemente, una guerra regular, además de una guerra "irregular" que la complementa. Tal es la tesis central del análisis realizado por el Centro de Análisis Político e Investigaciones Sociales y Económicas (CAPISE) en la zona de conflicto, que será dado a conocer aquí esta semana.


San Cristobal de las Casas, Chis., 11 de febrero. En Chiapas se desarrolla, inexorablemente, una guerra regular, además de una guerra «irregular» que la complementa. Tal es la tesis central del análisis realizado por el Centro de Análisis Político e Investigaciones Sociales y Económicas (CAPISE) en la zona de conflicto, que será dado a conocer aquí esta semana.

«La presencia, articulación y disposición territorial de grandes unidades, agrupamientos, fuerza de intervención rápida y pequeñas unidades, en una zona de operaciones dentro del territorio indígena, confirma que en Chiapas no sólo se aplican operaciones irregulares, sino que la lógica de una guerra regular persiste, se fortalece, especializa y perfecciona», considera el amplio documento La ocupación militar en Chiapas : el dilema del prisionero (febrero de 2004).

Al describir la zona de operaciones del Ejército federal en la entidad, la investigación del CAPISE (citando los manuales del propio Ejército) encuentra que en la selva, zona norte y los Altos «las operaciones militares han sido preponderantemente irregulares, es decir, actividades bélicas que no tienen por objeto llegar a una decisión, pero sí el de hostilizar y desgastar al adversario, y pueden realizarse como hechos aislados e individuales o como parte de un plan defensivo previamente establecido, en combinación o no con operaciones regulares.

«A través del fuerte impacto paramilitar y el desplazamiento forzado de miles de pobladores, estas operaciones se han basado en la creación de grupos paramilitares. De acuerdo a cifras de agosto de 2001 del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, la población desplazada en la zona norte (Tila, Tumbalá y Sabanilla) suma 4 mil 30 personas ; ésta es la región con presencia del grupo paramilitar Paz y Justicia, del tercer batallón de infantería y a la primera compañía de infantería no encuadrada (CINE)».

La investigación destaca, respecto a los Altos, que todos los desplazados pertenecen al municipio de Chenalhó (6 mil 632 personas). Esto, «a pesar de la saturación de unidades de labor social, del 94 y 13 batallones de infantería y del 16 regimiento de caballería motorizada, a la fecha se sigue denunciando la presencia de armas y amenazas, y persiste la impunidad en los responsables de la masacre de Acteal. Entre las dos zonas suman 10 mil 662, de un total de 12 mil 80 desplazados de guerra».

El «teatro de operaciones» de la selva

En la selva Lacandona, prosigue el análisis, «si bien las operaciones militares también son irregulares, éstas son complementarias al despliegue de una operación militar regular, donde actúan las fuerzas organizadas conforme a planes definidos en campaña, empleando la maniobra y la batalla para decidir de la mejor manera posible la causa».

Siempre citando los textos y manuales de campaña que emplea la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), el CAPISE señala : «La zona de operaciones tendrá tantos comandantes como teatros de operaciones comprenda, quienes serán designados por el Presidente de la República». Cada área se divide en dos porciones : una zona del frente o de combate y una zona de retaguardia. La zona del frente deberá contener el espacio necesario para llevar a cabo las operaciones de combate y su apoyo logístico y administrativo inmediato.

La zona de retaguardia contendrá «el espacio para la administración del teatro como un todo y constituirá la base logística y administrativa para dirigir las actividades de los servicios en apoyo de las operaciones militares. El límite entre ambas se conoce como línea de retaguardia. La zona del frente se divide en tantas zonas de acción como grandes unidades (brigadas, divisiones, cuerpos) operan en ella : cada zona bajo el mando del comandante de la correspondiente unidad».

El CAPISE identificó en el interior de la selva Lacandona la lógica de los «escalones» compuestos dentro de las unidades circunstanciales (cuya existencia, por cierto, niega la Sedena) : el agrupamiento Cruz se despliega desde Ocotalito hasta El Calvario ; el agrupamiento Palma se despliega desde Rancho Península hasta Ibarra, y el agrupamiento Car se despliega desde Patihuitz hasta San Quintín.

El 91 batallón de infantería (fuerzas de intervención rápida, FIR) se despliega desde Copalar hasta Río Ixcán. El Primer Cuerpo del Ejército (1CE) se despliega desde Ocotalito, pasando por Monte Líbano, Taniperla, El Calvario, Ibarra, Río Corozal y Santo Tomás, teniendo su cuartel general en Temó dentro de la zona intermedia. A esto se agrega la 11 CINE, destacamentada en Altamirano y El Vergelito (unidades de apoyo logístico).

En esta lógica, dentro de la zona de operaciones que se ilustra en el mapa, Temó y Ocosingo hasta la coordenada sur (Comitán y Copalar) serían la zona del interior ; la zona del frente, en sus coordenadas este y sureste, tendería hacia la selva Lacandona, donde se ubican los agrupamientos, el 1CE y las FIR. La línea de retaguardia sería la 11 CINE, en Altamirano y El Vergelito.

En este territorio se aplica el «principio del yunque y el martillo», el cual «es empleado con ventaja cuando una pequeña parte de las tropas ha ocupado una buena posición en la retaguardia del enemigo o cuando dicha fuerza se encuentra en posesión de un obstáculo natural del terreno ubicado también sobre la retaguardia enemiga y que puede servir como el yunque a un herrero. El grueso de las tropas se emplea para atacar al enemigo, lo que constituye el martillo. Esta fuerza tiene como objetivo principal obligar a los guerrilleros a desplazarse hacia donde se encuentran en posición las tropas propias, para ahí aniquilarlos mediante una acción de compresión».

Así, las unidades de la 39 Zona Militar en la zona selva serían el martillo y las unidades comprendidas en la 38 Zona Militar constituirían el yunque, para el eventual «aniquilamiento» del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en el espacio de Montes Azules, precisamente.

HERMANN BELLINGHAUSEN
La Jornada