La Iglesia Católica “premia” con la beatificación a las mujeres que defiendan con su vida la idea cristiana de “castidad”.

Así lo ha manifestado el arzobispo de Burgos, Fidel Herráez Vega, en una carta publicada en el portal del Opus Dei y de la que se han hecho eco varios diarios esta misma semana. Y para justificar esta acción no ha dudado en utilizar la historia y el recuerdo de una víctima de violencia machista, la de Marta Obregón, una joven de 22 años asesinada por Pedro Luis Gallego, el “violador del ascensor”, en 1992. Marta era católica y había manifestado en muchas ocasiones su deseo de ser misionera, entregándose vocacionalmente a las ideas de la religión cristiana.

Así lo ha manifestado el arzobispo de Burgos, Fidel Herráez Vega, en una carta publicada en el portal del Opus Dei y de la que se han hecho eco varios diarios esta misma semana. Y para justificar esta acción no ha dudado en utilizar la historia y el recuerdo de una víctima de violencia machista, la de Marta Obregón, una joven de 22 años asesinada por Pedro Luis Gallego, el “violador del ascensor”, en 1992. Marta era católica y había manifestado en muchas ocasiones su deseo de ser misionera, entregándose vocacionalmente a las ideas de la religión cristiana. Por esta razón, la Iglesia Católica lleva desde el año 2011 realizando todos los trámites pertinentes que permitan convertirla en mártir.

El mensaje, muy sutil, es igualmente muy peligroso. Si te matan al intentar agredirte sexualmente es porque te habrás resistido con todas tus fuerzas. Si por el contrario sobrevives, a pesar de haber sido violada y maltratada, no resultarás creíble para nadie puesto que no pusiste todo tu empeño en defender el don más importante en una mujer: la castidad. ¿Acaso la Iglesia Católica nos prefiere muertas pero leales al don de la castidad antes que vivas y con secuelas irreparables para toda la vida? ¿Acaso la Iglesia Católica está intentando decirnos que las mujeres que con suerte han conservado su vida después de una agresión sexual son menos creíbles que aquellas otras que han muerto asesinadas y violadas? ¿Acaso las que murieron se defendieron mejor? ¿Acaso está intentando decirnos la Iglesia Católica que su idea de “castidad” es muchísimo más valiosa que la vida de una mujer?

Conocemos las palabras de este “hombre de Dios” en un contexto social sacudido por los numerosos casos de violaciones y agresiones a mujeres. Todavía no ha finalizado el juicio contra la ya conocida “manada de Manresa”, acusada de violar a una menor de 14 años, y ya ha transcendido que otro grupo de hombres atacaron a otra chica de 17 años, violándola de madrugada en Manresa hace apenas tres días. Por no hablar de la vergonzosa actuación del poder judicial en el caso de la manada de los Sanfermines y que ahora, después de todo el calvario político, social y mediático que ha tenido que soportar la víctima, por fin y gracias a la presión que desde la calle el Movimiento Feminista ha realizado, se ha condenado a los agresores por violación y no por abuso, como pretendían los sectores machistas y religiosos de este país. Ante todo este panorama, la Iglesia Católica vuelve a exponerse para dar su opinión retrógrada sobre cómo debemos las mujeres actuar ante una agresión sexual. Y nos los dicen personas que nacieron siendo hombres y por lo tanto con los privilegios propios de su género, entre ellos el no ser acosado ni agredido ni asesinado por el hecho de haber nacido con pene.

Para la Iglesia Católica la culpa es siempre de la mujer

No lo pueden remediar. Es así como aprendieron e interiorizaron la supuesta palabra de Dios, asimilando que la mujer es un ser inferior y que es la causa de todas las desdichas del ser humano. Y esta idea no es exclusiva de los católicos. La mujer es la “enemiga número uno” en muchas otras religiones cuyos dogmas mantienen en pleno siglo XXI a miles de mujeres y niñas en una profunda desigualdad. Y en este sentido, lo mejor que le podía pasar a la Iglesia Católica es que algunos le compren su discurso, proyectándoles desde instituciones “democráticas”, como está ocurriendo con la extrema derecha nacional representada en VOX.

De nuevo la Iglesia Católica vuelve a culpar a la mujer de los actos que cometen algunos hombres contra la libertad sexual de las personas. Y pretenden que sean sus delitos nuestra responsabilidad –o nuestros pecados- convenciéndonos de “castidad o muerte”. La castidad, según la RAE, es la virtud de abstenerse de todo goce sexual. ¿Puede entenderse desde el sentido común que se puede “gozar” en un acto de  sometimiento en el que te obligan a mantener una relación sexual por la fuerza?

La Iglesia Católica se equivoca de destinario en su mensaje sobre “castidad”. Este no debería ir dirigido a las mujeres, víctimas potenciales de agresiones y violaciones sexuales desde que nacen, sino a quienes no pueden contener precisamente ese deseo por poseer “por cojones” a una mujer.  Son ellos los que agreden, acosan, violan y asesinan por apetito sexual en una sociedad en la que nos han inculcado desde pequeños y pequeñas que la mujer es un mero objeto, a merced de quien tiene más fuerza, más credibilidad, más oportunidades, más poder.

La Iglesia Católica, a través de estos personajes siniestros que se autoproclaman representantes de Dios en la tierra, guías espirituales y maestros morales, sigue más activa que nunca en su eterna cruzada contra la libertad y la dignidad de la mitad de la Humanidad. No todo vale y no se pueden tolerar, por mucha parafernalia “democrática” que este Estado necesite para continuar apuntalando el sistema patriarcal, estas declaraciones de una institución que debe salir ya de la vida política y social de una sociedad avanzada (supuestamente).

No somos culpables. Somos las víctimas y quienes justifican nuestra “cruz”, cómplices del terrorismo machista.


Fuente: Macarena Amores