Quizás muchas personas no sepan que el mal llamado Plan de Calidad de la Consejería de Educación ha recibido la puntilla final, merced a una sentencia del Tribunal Superior de Andalucía, interpuesta por CGT. Este “plan”, contemplaba el pago de “gratificaciones” a decenas de miles de docentes y la perpetuación de estas, hasta su jubilación, mediante la denominada consolidación. Ahora un sindicato (autodenominado de clase) arremete contra CGT denunciando que gracias a ella, estas decenas de miles de docentes “perderán” salario. No dice, por supuesto, que esta acción de CGT va a permitir la contratación de casi un millar de nuevos docentes en la educación andaluza para el curso 2013-14.

No hay nada más vil que decir cosas a medias y, encima, sean inciertas. Primero porque quienes “vendieron” el cobro de esas pagas, lo hicieron, porque no se atrevieron a plantear, de frente y por derecho, la homologación salarial de casi 100.000 docentes andaluces, que de media cobran 5000 euros menos que otros docentes españoles. Segundo porque, sabiendo que era ilegal la “consolidación”, no advirtieron de ello, engañando a propios y extraños.

No hay nada más vil que decir cosas a medias y, encima, sean inciertas. Primero porque quienes “vendieron” el cobro de esas pagas, lo hicieron, porque no se atrevieron a plantear, de frente y por derecho, la homologación salarial de casi 100.000 docentes andaluces, que de media cobran 5000 euros menos que otros docentes españoles. Segundo porque, sabiendo que era ilegal la “consolidación”, no advirtieron de ello, engañando a propios y extraños. Tercero porque desde 2008, y gracias al mal llamado Plan de Calidad y complicidades con la Consejería de Educación, se ha destruido más de 13.000 puestos de trabajo en la educación pública andaluza. Por si alguien piensa que es una exageración sólo un dato: el plan de calidad en 2008 tenía una memoria económica que preveía un gasto en gratificaciones de 400 millones de euros, la segunda versión, de 2011, tenía otra de más de 200 millones. CGT ya arremetió contra esta política de “incentivos”, gratificaciones o de productividad, al considerar que quienes trabajan en docencia hacen lo que se debe hacer y es preciso el control. No era cuestión de repartir dinerillos para conseguir ¡NADA!. Una nada que nunca se ha evaluado, ya que con el reparto de paguillas, los políticos de la Consejería suponían que se incrementaba la productividad. Además estos políticos podían justificarse ante la ciudadanía trasladando la “culpa” de los malos resultados, en su caso, al profesorado, ya que ellos bastante hacían con “incentivarlo”.

CGT anunció que la calidad de la educación pasaba por aumentar los recursos y que estos 400 millones de euros, daban para contratar a miles de docentes. Por otro lado tirar dinero de esa manera suponía destruir empleo y que el problema salarial pasaba por la homologación salarial, nunca por unas gratificaciones a unos sí, y a otros no. Haciendo un giro, hay que decirle a este sindicato (autodenominado de clase) que la ¡Calidad comienza por uno mismo!, y que hay que comerse más el COCO. Ya que sindicalmente, no sólo es erróneo dividir a las trabajadoras y trabajadores, sino que a fuerza de dar pagas a unos, se despide a otros. No cabe más que etiquetarlo de un ente conseguidor de paguillas y destructor de empleo. En otros sectores productivos las compañeras y compañeros de estos “sindicalistas de mentirijilla” avergonzarían esta actitud, que mira más por el electorado sobreviviente que por el derecho de todas y todos los despedidos a mantener su puesto de trabajo.

Rafael Fenoy Rico Comunicación Educación CGT

 


Fuente: Rafael Fenoy Rico