Hace pocos días un conocido independentista catalán hablaba de que su posición independentista se sustentaba en el derecho que un día tendrían sus hijos para ser independientes. Cuanta sintonía experimenté con este sentimiento, más que pensamiento. Porque ¿Quién no desearía que sus hijas e hijos fuesen libres? La pregunta que me formulaba era si ese político independentista catalán entendía que la libertad que él ansiaba para sus hijos, estaría garantizada por dictadores por cuatro años que, eso sí, se expresaran en catalán.

Porque si el asunto es de cambiar unos amos por otros, me parece que el viaje no sólo es corto, sino estéril. Más aún irresponsable y malévolo, ya que en estas trifurcas, se acaban enfrentando a los hijos del pueblo en banderías inicuas. De hecho, eso ha sido así a lo largo de miles de años de guerras civiles e inciviles.

Porque si el asunto es de cambiar unos amos por otros, me parece que el viaje no sólo es corto, sino estéril. Más aún irresponsable y malévolo, ya que en estas trifurcas, se acaban enfrentando a los hijos del pueblo en banderías inicuas. De hecho, eso ha sido así a lo largo de miles de años de guerras civiles e inciviles. En la “diada” recientemente celebrada en Cataluña, por el mediático espectáculo de cientos de miles de personas en las calles, se recuerda el oprobio de ese pueblo que fue “masacrado” por el ejercito Borbón de Felipe V un día fatídico de 1714. Aquellos que miran al pasado para encender las bélicas ascuas del presente, animando a, los que ellos mismos consideran, “la soldadesca y el populacho” para que persigan al que no piensa como ellos, al judío, al españolista, al extranjero, al inmigrante… mienten y ocultan a sus gentes enfervorecidas la verdad de ese pasado. El pueblo catalán al comienzo de la guerra de sucesión, le importaba un rábano si entraba Felipe o Carlos. Lo mismo daba que daba lo mismo. Ninguno de los dos, les reduciría su carga de impuestos, ni a ellos ni a sus hijos e hijas. Ambos dos, le cobrarían pesados impuestos, que cada año, por una causa u otra, una guerra allí, una afrenta a allá, un templo o plació que contruir…., se incrementarían. No existen documentos históricos que den fe de asambleas donde el pueblo libremente expresara nada de nada y mucho menos consultas populares. ¡El pueblo a obedecer!, que es lo que realmente hace bien, sobre todo si además se le engaña.

Esos que se acuerdan de la diada, deben explicar que la burguesía y la nobleza catalana agasajó a Felipe V, en los primeros años de 1700, que incluso, este rey de España, eligió Barcelona para celebrar su boda con aclamación popular enfervorecida. Que la nobleza y la burguesía catalana se dividió a partir de 1704 en dos bandos. El pueblo no naturalmente ¿Qué sabía el pueblo? Y que una razón muy sólida para que una parte apoyara al Archiduque Carlos, fue precisamente el mayor interés económico que esta opción parecía aportar a sus abultadas arcas.

Pregunta: ¿La burguesía catalana (aristocrática en generaciones), que gana con esto de la Independencia de Cataluña? ¿Las personas que trabajan en Cataluña conocen de las bondades que le supondría la independencia de España? ¿Menos horas de trabajo, más salario, pleno empleo para sus hijos e hijas, mejores médicos y centros educativos? Seguramente están seguros que los políticos independentistas catalanes son buenos, sabios y honestos. ¡Nada que ver con los políticos anti independencia! Y además, los políticos independentistas les consultaran a todas las personas trabajadoras en Cataluña, todas las medidas políticas que les afecten. Eso sí que parece que tiene color. Lo difícil a estas alturas es creérselo. Pero al parecer Cataluña está llena de crédulos que vibran con la ilusionante empresa de “construir una nación”.

Rafael Fenoy Rico

 


Fuente: Rafael Fenoy Rico