Thala, provincia de Kasserine, a 300 kms. de la capital. Ciudad pobre, marginada, cuyo único recurso es la agricultura de secano, dependiente de las lluvias: trigo, chumberas…, sin industria.

A nuestra llegada, nos sorprende un museo al aire libre de muros llenos de pintadas. Exigiendo libertad y dignidad, contra Ben Alí y sus esbirros, homenajes a los 6 muertos en la revolución, voluntad de ser fieles a su memoria. Expresión libre del pueblo en las paredes de esta pequeña y abandonada ciudad del interior de Túnez.

Los jóvenes nos rodean al
vernos hacer fotos de las pintadas. Nos cuentan la historia de su lucha.
Ya el 24 de diciembre hicieron la primera marcha de solidaridad con
Sidi Bouzid, donde se pidió, por primera vez en todo Túnez, la caída de
Ben Alí. El 3 de enero, los estudiantes de los dos institutos, cada uno
en un extremo de la ciudad, decidieron salir a la calle. Los directores
de los institutos llamaron a los padres para que impidieran que el
alumnado saliera a la calle. Resultado inverso: los padres se unieron a

Los jóvenes nos rodean al
vernos hacer fotos de las pintadas. Nos cuentan la historia de su lucha.
Ya el 24 de diciembre hicieron la primera marcha de solidaridad con
Sidi Bouzid, donde se pidió, por primera vez en todo Túnez, la caída de
Ben Alí. El 3 de enero, los estudiantes de los dos institutos, cada uno
en un extremo de la ciudad, decidieron salir a la calle. Los directores
de los institutos llamaron a los padres para que impidieran que el
alumnado saliera a la calle. Resultado inverso: los padres se unieron a
sus hijos y todo el pueblo salió a la calle en una manifestación
pacífica.

El odiado coronel Youssef Abdelaziz ordenó disparar sobre los
manifestantes. Marouan Jemli, de 19 años, fue el primer mártir en Thala.
La lucha por no perder su cadáver, por miedo a que la policía lo
hiciera desaparecer para ocultar su crimen, causó un segundo muerto,
también con 19 años. Finalmente, los jóvenes consiguieron llevar el
cadáver de Marouan a la casa de su abuela tras 10 horas de marcha por
senderos de montaña.

El entierro de Marouan fue aprovechado por el criminal coronel
Youssef para disparar sobre quienes llevaban el féretro Un compañero de
32 años que tenía su boda preparada para marzo y un minusválido cayeron
muertos junto al féretro bajo las balas de la policía, éste último con 5
balas en el cuerpo. Las madres habían intentado llevar ellas el féretro
(en la cultura musulmana, son los hombres quienes acompañan a los
muertos al cementerio), pero los jóvenes habían decidido llevarlo ellos.

Entre el 3 y el 6 de enero, Thala, ciudad de 15.000 habitantes,
estuvo totalmente cercada por 1.800 policías. Imposible salir o entrar.
Cortaron el suministro de agua, pan y azúcar. Los gritos se escuchaban
en todos los rincones de Thala: “Sí, a pan y agua; pero NO, a Ben Alí,
”. 150 detenidos, siendo torturados y vejados muchos jóvenes, hombres y
mujeres, menores de edad. Pero utilizando facebook y otras redes
sociales, los jóvenes consiguieron difundir los videos de la represión y
dar a conocer el asesinato por la policía de 5 de sus jóvenes y el
asedio policial de la ciudad..

El día 8 de enero, destituyen al coronel Youssef y es sustituido por
otro jefe de policía. Pero el movimiento se ha generalizado en todo
Túnez y ya la revuelta llega a la capital. El día 12 de enero, de nuevo
otra persona es asesinada por la policía frente a su casa. El nuevo jefe
de policía, otro asesino más

La consigna de los primeros días para la policía era clara: aplastar
la rebelión en Sidi Bouzid y Kasserine (provincia a la que pertenece
Thala) para evitar que se extendiera al resto de Túnez. Los 1.800
policías que durante días les rodearon, tenían claras orden de matar, de
machacar como fuera la resistencia.

Thala, un pueblo sin policía y sin ayuntamiento, gestionado por la gente.

Pero Thala, ciudad con una tradición revolucionaria, resistió y
venció. Hoy, no hay policía en el pueblo. Los jóvenes se encargan de la
seguridad haciendo turnos. Solamente, la presencia militar nos recuerda
que existe el estado.

El comité de salvaguardia de la revolución gestiona la ciudad y
mantiene como primera reivindicación “justicia para nuestros muertos”.
Han presentado una lista con las personas implicadas en los asesinatos,
con nombres y apellidos y durante 17 días del mes de marzo han mantenido
concentraciones para exigir el encarcelamiento y juicio para los
asesinos. El ministerio de justicia del gobierno provisional les ha
pedido un plazo de 15 días para responderles. Si en la primera semana de
abril no hay respuesta, volverán a la lucha.

No reconocen al presidente Fouad Mebazaa ni al primer ministro Béji
Caid Sebsi . Piden la disolución de los tres consejos creados: el de las
reformas políticas y constitucionales; el de investigación de la
represión sufrida desde el 17 de diciembre y el consejo contra la
corrupción. No confían en ellos, porque fueron creados por Ghanouchi y
están llenos de personas del RCD de Ben Alí. ¿Cómo van a investigarse a
sí mismos?

La comisaría convertida en centro social.

Tras la muerte de Marouan, la rabia se apoderó de sus amigos. Uno de
ellos, llenando su moto de gasolina, la prendió fuego y la estrelló
contra la comisaría de policía, provocando un incendio que obligó a la
policía a abandonar la ciudad.

El 17 de febrero, Nenmri Bassem, ingeniero mecánico en paro desde
2004, ha ocupado la comisaría y se mantiene en ella, pidiendo su derecho
al trabajo. Esta acción se enmarca dentro de cientos de acciones que se
están desarrollando en todo Túnez por parte de la Unión de Diplomad@s
en paro.
Nemri no está sólo. Muchos jóvenes del pueblo comparten con él sus horas
en la comisaría, hoy convertida en un lugar donde se oye música, se
juega a las cartas y se habla de revolución.

Nos despedimos de Thala. El padre de Marouan nos señala el lugar
donde mataron a su hijo: “Nunca olvidaré este lugar”. Dice la pintada
que hizo.

El pueblo tunecino tampoco lo olvidará.

M.H.

Equipo de trabajo para el norte de África de la S. de RR. II. de la CGT

Próxima crónica (3):
“Sidi Bouzid y Redayef: en el centro de la revolución”

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Fuente: cgtnortedeafrica - RR.II. CGT