Firmado el miércoles 4 de julio el acuerdo para el cierre de la factoría de Puerto Real
Desde el 22 de febrero, cuando la multinacional Delphi decide cerrar la factoría de Puerto Real, hasta el 4 de julio, en que se firma el Acuerdo indemnizatorio de los 1.600 puestos de trabajo y entrega de los activos (edificios, terrenos y maquinaria) a los trabajadores y la Junta de Andalucía, así como asumir los 200 millones de euros para saldar los créditos con sus proveedores, hemos asistido a una “muerte” industrial o fuga de capitales de otra multinacional.
Firmado el miércoles 4 de julio el acuerdo para el cierre de la factoría de Puerto Real

Desde el 22 de febrero, cuando la multinacional Delphi decide cerrar la factoría de Puerto Real, hasta el 4 de julio, en que se firma el Acuerdo indemnizatorio de los 1.600 puestos de trabajo y entrega de los activos (edificios, terrenos y maquinaria) a los trabajadores y la Junta de Andalucía, así como asumir los 200 millones de euros para saldar los créditos con sus proveedores, hemos asistido a una “muerte” industrial o fuga de capitales de otra multinacional.

El guión se repite con demasiada frecuencia en estos tiempos de capitalismo globalizado regido sólo por reglas de libertad absoluta para el capital, sin límites fiscales, administrativos, laborales, sociales… Y desprotección del trabajo.
Delphi actúa con impunidad -como cualquier multinacional- en cualquier zona del mundo. Delphi ligada a la multinacional americana más potente, la General Motors, hasta 1999, decide en el año 2006 abandonar sus mercados de producción de componentes en casi todos los países en que opera, con excepción de aquellos que le sigan siendo rentables. Gran parte de sus producciones se trasladan a países del Este y reduce significativamente sus empresas en EEUU (de 28 a 21) y en Europa, concentra dicha producción allí donde los costes laborales, sociales y fiscales son significativamente más baratos.
El cierre de Puerto Real viene acompañado por una estrategia calculada, fría, donde las legislaciones laborales, fiscales y administrativas han sido burladas con las mismas reglas que éstas tienen y la complacencia de las distintas Administraciones, tanto de la Junta de Andalucía como de la Administración de Zapatero.
La insolvencia y su posterior tramitación a través de leyes mercantiles, buscaba eludir la legislación laboral. La Junta, después de subvencionar hasta en 60 millones de euros a lo largo de la vida productiva de Delphi, se siente “estafada y burlada” en primera instancia y considera que el cierre es ilegal, y además el concurso se hace en fraude de ley y existe dolo. Es más : se llega a afirmar que pudiera haberse incurrido en un ilícito penal (insolvencia punible).
Antes de las elecciones del 27 de mayo, todo son promesas, desde el “Delphi no se cierra, con o sin Delphi”, hasta “tenemos 4 empresarios en firme que garantizan los puestos de trabajo para los 1.600 trabajadores directos y más de los 2.000 de las empresas auxiliares”.

La sociedad, en la calle

Mientras, los trabajadores y la sociedad gaditana estuvieron en la calle : manifestaciones de más de 50.000 personas, una huelga general total en los trece municipios de la bahía, la marcha a Sevilla desde Puerto Real, las mujeres movilizadas… Mientras existió poder ciudadano y social, el conflicto apuntaba a una solución muy digna para la bahía.
Terminadas las elecciones, hecha la foto con Zapatero y el Comité de Delphi, desmovilizada la sociedad civil gaditana, encerrados los trabajadores en la empresa (secuestrados sindical y políticamente), el conflicto se cierra con 120 millones para indemnizaciones (45 días año por trabajador con tope de 200.000 €), 200 millones de euros para pagar a proveedores y entrega de los activos valorados en unos 160 millones de euros.
Delphi cierra y se va, pero lo novedoso es que los trabajadores, la sociedad gaditana, han conseguido los activos. Veremos ahora las promesas. Seguramente no habrá empleo para todos y menos en las condiciones existentes en Delphi, pero algo tenemos que aprender de esto y es, sencillamente, que cuando los trabajadores y la sociedad civil se movilizan, los políticos y los empresarios ven limitada su libertad y los de abajo ganamos en cuotas de ésta.
Si el conflicto no hubiera parado, si la sociedad gaditana, sus sindicatos, sus organizaciones sociales, hubiéramos sido capaces de dar un “arreón”, la batalla contra esta globalización sin escrúpulos, sin libertad y sin derechos hubiera tenido un resultado casi ejemplar.


Fuente: Desiderio Martín. Foto : Perydecay.