Antes de jubilarse, el arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, quiere dejar huella. Él es el propulsor de un templo llamado Parroquia Santuario de los Beatos Mártires Valencianos, con el que pretende honrar la memoria de los valencianos muertos en la Guerra Civil "por el odio a la fe". Memoria histórica, aunque selectiva. La imponente iglesia se levantará sobre una antigua nave de hormigón de la industria química, cuenta con apoyo del Ayuntamiento y estará en una de las zonas con mayor proyección de la ciudad, cerca de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Algunos sectores ven en su demarcación una estrategia para que la iglesia venda su memoria al estilo de otros monumentos erigidos durante el franquismo.

Antes de jubilarse, el arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, quiere dejar huella. Él es el propulsor de un templo llamado Parroquia Santuario de los Beatos Mártires Valencianos, con el que pretende honrar la memoria de los valencianos muertos en la Guerra Civil «por el odio a la fe». Memoria histórica, aunque selectiva. La imponente iglesia se levantará sobre una antigua nave de hormigón de la industria química, cuenta con apoyo del Ayuntamiento y estará en una de las zonas con mayor proyección de la ciudad, cerca de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Algunos sectores ven en su demarcación una estrategia para que la iglesia venda su memoria al estilo de otros monumentos erigidos durante el franquismo.

El 11 de marzo de 2001 Juan Pablo II beatificó a 226 valencianos muertos en la guerra civil «por el odio a la fe», entre los que había sacerdotes, religiosos y seglares. Fue uno de los mayores actos de beatificación celebrado en la plaza de San Pedro de Roma y tuvo su origen en las causas iniciadas por el arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, considerado por los sectores menos integristas de la Iglesia valenciana como un hombre «con una cierta mentalidad nacionalcatolicista». Además, la diócesis de Valencia instruye la causa de canonización de otros 250 mártires, cuyo proceso abrió el arzobispo en junio de 2004.

Para honrar su memoria, y la de todos aquellos que murieron «en la misma persecución religiosa y fueron beatificados con anterioridad», el arzobispado construye un templo designado como Parroquia Santuario de los Beatos Mártires Valencianos y que, gracias al Ayuntamiento de Valencia, se ubica en una de las zonas con mayor proyección de la ciudad. Se trata de una de las antiguas naves de hormigón de la industria química Cross, en la avenida de Francia, que junto a otros solares destinados a uso escolar, le fue cedida al arzobispado por el Ayuntamiento presidido por Rita Barberá, del PP, a cambio del solar arqueológico de la plaza de L’Almoina, sobre el que se fundó la ciudad.

Este templo de 3.233 metros cuadrados, cuya primera fase de obras se encuentra a punto de concluir, contará con una torre campanario de 28 metros de altura y revestirá su cubierta con trencadís, un mosaico de azulejos similar al de los edificios de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, de Santiago Calatrava. Esta opción estética de los autores del proyecto, Vicente Ordura y Jaime Aloy, unida al hecho de que la parroquia se encuentra en el entorno de la Ciudad de las Artes y las Ciencias y que la estructura de la nave de la Cross guarda una cierta familiaridad con las formas de Calatrava, convierte visualmente al templo en un apéndice del complejo turístico.

Las similitudes han despertado inquietud en algunos sectores de la ciudad, a los que no se les escapa una estrategia que recuerda a la del general Francisco Franco, que situó el Valle de los Caídos en la ruta de El Escorial para convertirlo en un mismo paquete turístico.

La nave de Cross se encuentra además en la zona de expansión de Valencia, el nuevo barrio del Grau, por el que transcurrirá el circuito urbano de Fórmula 1 de Bernie Ecclestone y cuyo planeamiento urbanístico será diseñado por los estudios de los arquitectos Jean Nouvel y Volkwin Marg (GPM). La zona cuenta con una superficie de unos 370.000 metros cuadrados. Unirá la ciudad con la fachada litoral, la dársena y el paseo marítimo.

Las facilidades concedidas por el Ayuntamiento de Valencia al proyecto de honrar la memoria de los muertos en el bando nacional chocan con los impedimentos que el Consistorio ha puesto para parar las obras de construcción de nichos sobre una fosa común del cementerio de Valencia en la que, según el Fòrum per la Memòria Històrica del País Valencià, hay enterrados cientos de personas que fueron ejecutadas tras la guerra civil. Las obras sobre la fosa común fueron paralizadas cautelarmente por un juzgado, que finalmente dio la razón a esta asociación. El Ayuntamiento, por ahora, ha abandonado la intención de construir los nichos.

La parroquia santuario impulsada por García-Gasco, que dejará el cargo en breve por la jubilación, dispondrá de una capilla para culto diario y dispondrá de un aforo para 847 personas sentadas y será presidido por una imagen de San Vicente Mártir y otra de la Virgen de los Desamparados, junto con una reproducción de la medalla conmemorativa de la beatificación de los mártires en 2001.


Fuente: MIQUEL ALBEROLA / EL PAIS