Tras la situación de excepcionalidad con la que hemos vivido gran parte de este curso escolar que termina, cabía esperar que la Consejería de Educación hiciera un planteamiento serio del próximo curso y pusiera sobre la mesa medidas que:

 

– compensaran el posible daño causado en los aprendizajes del alumnado en este curso,

– permitieran reforzar la atención a la diversidad y hacer un mejor seguimiento individualizado para todo el alumnado,

– mejoraran las infraestructuras físicas y virtuales de los centros y

– permitieran desarrollar los procesos de aprendizaje presencial en condiciones de mayor seguridad para toda la comunidad educativa.

– compensaran el posible daño causado en los aprendizajes del alumnado en este curso,

– permitieran reforzar la atención a la diversidad y hacer un mejor seguimiento individualizado para todo el alumnado,

– mejoraran las infraestructuras físicas y virtuales de los centros y

– permitieran desarrollar los procesos de aprendizaje presencial en condiciones de mayor seguridad para toda la comunidad educativa.

Somos conscientes de que todo esto implica una fuerte inversión en personal docente y en mejora de infraestructuras que permita un descenso considerable de las ratios de alumnado por aula, no solo para asegurar el distanciamiento para minimizar el riesgo de nuevos episodios pandémicos, sino también por el imperativo educativo de hacer posible una mejor atención individualizada al alumnado y a las familias.

Sin embargo, lo que encontramos en este borrador de instrucción para el inicio del próximo curso es un ejercicio de incompetencia por parte de la administración educativa. Niega la mayor, no asume responsabilidades, no aporta medidas ni soluciones y deja, una vez más, el peso de las decisiones en directivas y profesorado de cada centro que, con fuertes condicionamientos impuestos, sin ningún compromiso de mejora de infraestructuras ni refuerzo de las plantillas y con las mismas condiciones de partida del curso anterior (aulas masificadas en muchos centros), tendrán que sacar las castañas del fuego a una administración que parece haberse quedado confinada en su Torretirana.

El inicio del borrador es demoledor. Se anuncia la posibilidad de tener que alternar docencia presencial y a distancia el próximo curso al tiempo que se apela a la «sagrada» autonomía de los centros. Esto es solo el anticipo de lo que nos espera en el desarrollo de la instrucción: mucho imperativo sobre lo que debe hacerse y absolutamente nada sobre los medios para llevarlo a la práctica. Y un segundo torpedo a la Escuela Pública: todo lo que se expone será de obligado cumplimiento para los centros públicos, pero no para los de titularidad privada, incluso los concertados, que podrán adecuarlo a «su propia organización».

Los principios de actuación generales que se señalan para el próximo curso se presentan ya como palabras vacías, ante el nuevo llamamiento inicial a la intensificación del principio de autonomía pedagógica y organizativa de los centros. Por lo tanto, el punto final de estos principios: Se procurará que la medidas y actuaciones que se lleven a cabo no supongan incrementar las cargas administrativas del profesorado y la burocracia de los centros, nos avisa de lo que viene. Eso sí, la culpa será de los centros, no de la Consejería.

En cuanto a las medidas organizativas de los centros, todo queda a lo que cada uno pueda improvisar. Eso sí, habrá que adaptar los Planes de Centro y todas las Programaciones Didácticas tanto para docencia presencial como para no presencial por si se da el caso, que seguridad no hay. Se deberán regular dos marcos de organización horaria, posibles reajustes de las cargas horarias, protocolos de actuación telemática, determinación de recursos materiales y técnicos… Es decir, todo duplicado para dos posibles escenarios, pero sin ninguna idea de qué va a poner la administración por su parte para afrontar la situación. Bendita autonomía de los centros, estarán pensando los equipos directivos que lean esto.

Se añade a la burocracia que se quiere reducir la elaboración de un nuevo Plan de Actuación Digital para cumplimentar en SÉNECA que será de gran ayuda a los centros, ya que gracias a este nuevo documento podrán establecer, de forma consensuada, las iniciativas a llevar a cabo para el desarrollo de su Competencia Digital una vez autodiagnosticado su nivel inicial. ¿Con qué medios? De esto nada se dice.

En cuanto a la Coordinación docente, nada nuevo bajo el sol. Se apuesta por mejorarla mediante calendarios de reuniones elaborados por las Jefaturas de Estudios, y que han de asegurar que el ETCP y las Áreas de Competencias se reúnan semanalmente, y los Departamentos Didácticos y Equipos de Ciclo al menos quincenalmente. Este apartado demuestra el desconocimiento de la realidad de los centros educativos que tiene la administración, que tal vez piensa que hasta este curso dichos órganos no tenían calendario de reuniones y se reunían cuando les venía en gana.

El ETCP verá aumentadas sus funciones y deberán establecer mecanismos de puesta en práctica de metodologías activas que favorezcan el aprendizaje autónomo. La Consejería, eso sí, recomienda que se planteen actividades abiertas, lúdicas y creativas. Cráneos privilegiados tenemos en Consejería que cobran por tan suculentas recomendaciones. Ya de camino, podrían recomendar cómo llevarlas a cabo, por ejemplo, en grupos de 1.º de ESO con 32 alumnos y alumnas, o en grupos de Infantil y Primaria con 26 o 27. Eso ya queda a la autonomía de los centros.

Al profesorado se reserva la importante tarea de seleccionar los elementos del currículo de sus materias que considere relevantes, reconocimiento implícito de que los currículos actuales elaborados por las personas expertas designadas por la administración tal vez estén llenos de elementos irrelevantes, superfluos e innecesarios, pero que llenan folios y justifican el pago de sus servicios. También tendrá el profesorado que revisar sus programaciones didácticas (como cada año) y duplicarlas con las adaptaciones necesarias para la docencia no presencial que tal vez tenga que volver a desarrollarse el próximo curso.

La Evaluación Inicial que se plantea para el próximo curso es utópica, si ha de desarrollarse con las actuales ratios de alumnado por grupo. Se pretende que durante el primer mes se lleven a cabo:

– Análisis de los informes de evaluación individualizados del curso anterior.

– Detección de los aprendizajes imprescindibles que se impartieron o dejaron de impartirse.

– Comprobación del nivel inicial del alumnado y registro de observaciones con evidencias e identificando los aspectos que han sido aprendidos y aquellos sobre los que el alumnado ha presentado mayores dificultades.

– Conocimiento personalizado del alumno o la alumna y de su estado integral y emocional.

Y todo ello habrá de tenerse en cuenta para elaborar las programaciones didácticas tras ese primer mes y adoptar medidas para la atención a la diversidad tanto individuales como grupales.

Por favor, ¿alguien en la Consejería tiene idea del número de alumnas y alumnos que atiende de media el profesorado de Infantil, Primaria y Secundaria? ¿Es esto que se pide posible? ¿En qué horario? Eso sí, que los centros cuiden de no sobrecargar las tareas administrativas y burocráticas, que ellos, en su autonomía, serán los culpables.

Pero si al profesorado se le están pidiendo tareas imposibles, en el caso de ser tutor o tutora la exigencia llega a lo titánico, ya que se le pide que se encargue de tareas como:

– Identificar, comprobar y actualizar en SÉNECA datos de contacto del alumnado y sus familias en los primeros días del curso.

– Adaptar la atención personalizada a cada alumno y alumna de su grupo en los posibles momentos de docencia no presencial, usando distintas plataformas, canales o medios en función de las respectivas circunstancias familiares.

– Identificar y analizar la situación del alumnado que el curso pasado estuvo desconectado o no localizable y no pudo seguir su proceso de aprendizaje.

– Adoptar mecanismos de detección del absentismo escolar y protocolos de actuación ante ellos.

– Preparar planes específicos para el alumnado afectado que permitan su reincorporación y continuidad de su proceso de aprendizaje.

– Establecer los mecanismos de coordinación presenciales y telemáticos con el equipo docente de su curso.

– Incluir mecanismos de detección de brecha digital de su alumnado.

Eso sí, sin sobrecargarlo de tareas administrativas y burocráticas, que eso sería culpa de los centros en virtud de su autonomía.

Lo que llevamos visto es solo un botón de muestra de lo que se incluye en este borrador de instrucción para el próximo curso, y que alcanza su clímax orgiástico en el apartado dedicado a los procesos de enseñanza-aprendizaje. Alucinante nos parece la sugerencia a los equipos directivos de promover agrupamientos flexibles, desdobles y otras medidas generales de atención a la diversidad en función de su disponibilidad de recursos materiales y humanos. Eso sí, se agradece la sugerencia de que, en caso de que quede suelta alguna horilla a algún miembro de la plantilla, se plantee la presencia de un segundo docente en el aula para reforzar aprendizajes básicos. Igual la estrategia es llenar aún más las aulas para que el virus no encuentre sitio para entrar.

Y cómo no, como nuestro profesorado es un ignorante total de las nuevas tendencias didácticas, no falta la sugerencia de que se utilice el consabido rosario de etiquetas de moda: el aprendizaje basado en proyectos (ABP), el aprendizaje basado en la Investigación (ABI), la metodología del análisis de objetos, la clase invertida, el aprendizaje cooperativo, la gamificación… Un derroche de sugerencias hueras de quien haya redactado este infumable borrador, que parece tomar por imbéciles al profesorado andaluz.

Eso sí, aparte de desarrollar todas estas metodologías novedosas con sus nutridos grupos de 27, 32 o 39 alumnas y alumnos, según trabaje en Infantil y Primaria, ESO y FP o Bachillerato, no se olviden de elaborar los nuevos Planes de Refuerzo, Profundización, Refuerzo Extraescolar adaptados a la realidad de cada alumno y alumna y, llegado el momento de la evaluación, contar con instrumentos variados, diversificados y adaptados según sea presencial o a distancia, apoyados en registros individuales de observación y comunicables a las familias por el medio que se adapte a su situación, incluyendo correo postal. Echamos en falta, no obstante, la adquisición y entrenamiento de palomas mensajeras.

En resumen, no podemos expresar otra cosa que indignación y rabia ante estas instrucciones, que suponen un insulto a la comunidad educativa y una dejación total de las funciones y competencias que corresponden a la administración educativa, que niega el pan y la sal al profesorado a su cargo y esconde la cabeza como el avestruz.

Este año, ante la circunstancia sobrevenida que nos hemos encontrado, hemos observado que el profesorado ha trabajado intentando darlo todo: su tiempo sin limitaciones, los medios y recursos tecnológicos de sus hogares, su capacidad de autoformación e improvisación y hasta su vida privada llegado el caso. Pero no podemos consentir que esta situación vuelva a repetirse y que se plantee un próximo curso en el que la Consejería no está dispuesta a poner nada nuevo de su parte y plantea exigencias de todo punto imposibles para el profesorado.

La Educación andaluza necesita de manera urgente inversión para incrementar el personal docente y administrativo, mejorar las infraestructuras técnicas y de espacios educativos y trabajar con grupos más reducidos de alumnado, si queremos conseguir tapar las grietas y cerrar brechas.

Este borrador, en caso de no ser retirado y rectificado de manera inmediata por la Consejería, merece una respuesta contundente de toda la comunidad educativa (profesorado, familias y alumnado) para reclamar dignidad en el trabajo y en el servicio público que reciben. Y desde CGT haremos todo lo que esté en nuestra mano para conseguirlo.

CGT-FASE


Fuente: CGT-FASE