La situación social de las clases asalariadas entra en una espiral de alto riesgo debido esencialmente a la pérdida de poder adquisitivo de manera alarmante ante los incrementos de los precios, cuya causa es, exclusivamente, el mantenimiento del margen de beneficios empresariales frente a los incrementos de los costes de producción (materias primas, energía, etc.).

El panorama refleja los graves efectos del cambio climático en toda la cadena de la vida (sequías, estrés térmico, hambrunas, migraciones climáticas, etc.) sumado a la destrucción de empleo por las transformaciones tecnológicas, por una parte, y por otra, los despidos (por ahora) parciales de distintas empresas por no poder dar salida a sus mercancías ante la ausencia de demanda (caída del consumo) -lo que denominan recesión-, así como el estrangulamiento del crédito (lo que imposibilitará acceder a créditos sobre el consumo y bienes básicos como la vivienda) y el imparable encarecimiento de la energía y la alimentación. La restricción del crédito, la subida de los tipos de interés que es característica de las políticas antiinflacionarias de los bancos centrales, además, retraerá las inversiones empresariales y estatales con las consecuencias de recesión económica y desempleo.

La subida del paro en el mes de julio -esencialmente en lo público (educación y sanidad)-, la pérdida de afiliación a la Seguridad Social, no es sino una consecuencia del mercado capitalista que repercute sus incrementos de costes (materias primas, créditos -deuda-, energía) directamente en los precios de sus mercancías y reduce los costes salariales por doble vía: no subiendo los salarios de sus trabajadores y trabajadoras y eliminando plantillas (despidos) para no ver reducida su tasa de ganancia.

En el primer semestre de este 2022, las empresas del IBEX35 y las cotizadas, donde se encuentran las energéticas, las telecomunicaciones y el sector financiero, ganaron 31.685 millones de euros y sus consejos de Administración y ejecutivos se subieron los “sueldos” el 7,2%, cuando la media anual de estos sobrepasa los 350.000€.

Las medidas adoptadas como de emergencia nada tienen que ver con la recuperación del poder adquisitivo de las personas asalariadas ya que tampoco se obliga a las grandes corporaciones industriales y financieras a que aporten en función de lo que ingresan, al mismo tiempo que no se frena seriamente el modelo de consumo y de producción para enfrentarnos con las consecuencias del cambio climático.

Se obliga a las clases obreras a decrecer de manera autoritaria cuando se padecen carencias serias y graves en pobreza energética, pobreza material básica (alimentación, vivienda), y quienes realmente son “consumidores netos y acaparadores de energía y recursos”, las grandes corporaciones, los ricos y ricas, seguirán viviendo en sus paraísos “climáticos” y sus industrias seguirán contaminando no solo la naturaleza sino también la vida de todas las especies que habitamos el planeta.

De continuar este tipo de políticas inversas al bien común, las clases asalariadas, la clase obrera (sea clase baja, media o alta), continuaremos pagando la factura de este “modelo de vida” en precariedad, pobreza, y nuestras vidas cada vez serán menos dignas debiendo interpelar las políticas de “los tramposos y tramposas” de quienes dicen representar y defender el “interés general” que únicamente se identifica, política tras política que adoptan, con la tasa de beneficio empresarial y la libertad de mercado.

Desde CGT creemos que es urgente cambiar las reglas de juego de este sistema “suicida y criminal”. Las personas tenemos que recuperar LO PÚBLICO como garantía de una vida digna para todos y todas: Los sistemas públicos y universales de pensiones; prestaciones suficientes en situaciones de necesidad; sanidad, educación, dependencia y salarios que mantengan el poder adquisitivo; rebajar drásticamente la jornada de trabajo y, a la vez, implementar rentas básicas que nos liberen de trabajos de explotación miserable.

Cambiar de modelo, es decir, terminar con el capitalismo como modo de producir: el qué producir, el cómo producir, el cómo distribuimos mercancías; y cuestionar el comercio mundial como parte consustancial del problema parece una “agenda imposible”, pero tenemos que dejar de ser personas asustadas y mucho, sin vislumbrar futuro alguno y atrapados en un presentismo que nos impide transcender, para creer que existe posibilidad de otro mundo y otro modo de vivir.

Secretariado Permanente de Comité Confederal
Gabinete Confederal de Estudios y Formación


Fuente: Secrerariado Permanente del Comité Confederal de la CGT