"Una de las principales aportaciones del movimiento esperantista al ideal de la noviolencia es el de ser una aplicación práctica de la filosofía de la paz. Históricamente ha resultado muy difícil cristalizar o materializar una idea tan abstracta como es la de la paz. Desde el esperanto, esta idea es mucho más concreta y pasa por lograr la mutua intercomprensión y empatía a partir de una lengua auxiliar común para todo el mundo y fácil de aprender. Es a través de la comunicación, pues, que se llegará a la utopía fraternizadora del esperanto."

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Internacional para la Paz

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Per
la Pau / Por la Paz

Revista electrónica del ICIP – Número 7 –
Marzo 2011 ISSN 2013-5777

El esperanto, Una herramienta de paz

Xavier
Alcalde – Técnico
del ICIP

Históricamente, hemos cometido una
injusticia al no incluir al esperanto y a su fundador, Luís Lázaro
Zamenhof, en la mayoría de cursos, seminarios y recopilaciones
editoriales sobre los pensadores de la paz. Porque tendría que
estar, y en un lugar destacado.

Esta propuesta surgió en un
contexto de luchas imperialistas y en ausencia de una institución
de gobierno mundial o de resolución de los conflictos entre
naciones. Dentro del proyecto ético y global en que Zamenhof
incluye el esperanto como herramienta básica de comunicación hay
también una serie de principios básicos y universales, de reglas
de conducta, que bien podrían considerarse como precursoras de los
derechos humanos. Son estas ideas que se complementan bien con la
noviolencia de Tolstoi y que dentro del movimiento esperantista
encarnó especialmente su creador, Zamenhof, interesado, como el
escritor ruso, en unir los aspectos más comerciales de la lengua a
la idea de puente pacífico entre los pueblos.

No es casualidad que el esperanto
alcanzara sus máximas cotas de popularidad e influencia en el
periodo de entreguerras, en el que, de hecho, hubo serios intentos
de utilizar la lengua auxiliar universal en la nueva arquitectura
política internacional surgida después de la Gran Guerra. Se
pensaba entonces, y no hay nada que nos invite a pensar diferente
ahora, que el uso del esperanto en la Sociedad de Naciones habría
facilitado la comunicación entre los pueblos hasta el punto de que
habría podido evitar la Segunda Guerra Mundial. Los esperantistas
pedían la creación de nuevos controles legales en las relaciones
entre estados, junto a un espíritu de mayor entendimiento mutuo.

Eran momentos en que los hechos les
daban la razón. Con decenas de miles de personas aprendiendo la
lengua auxiliar universal, la esperanza de una sociedad más justa
se vislumbraba como realmente posible. En esta misma línea se
creaba la Internacional Católica, que también utilizaba el
esperanto, tratando de unir catolicismo y pacifismo.

Una de las principales aportaciones
del movimiento esperantista al ideal de la noviolencia es el de ser
una aplicación práctica de la filosofía de la paz.
Históricamente ha resultado muy difícil cristalizar o
materializar una idea tan abstracta como es la de la paz. Desde el
esperanto, esta idea es mucho más concreta y pasa por lograr la
mutua intercomprensión y empatía a partir de una lengua auxiliar
común para todo el mundo y fácil de aprender. Es a través de la
comunicación, pues, que se llegará a la utopía fraternizadora
del esperanto.

¿Cómo poner en práctica estos
ideales? Hay ejemplos ciertamente inspiradores, como los japoneses
que tradujeron las primeras vivencias personales de la tragedia de
Hiroshima y Nagasaki al esperanto, lo que facilitó que
esperantistas europeos los tradujeran a las lenguas vernáculas e
hizo posible que la sociedad civil de otros países fuera
consciente de los sufrimientos vividos por las víctimas de las
bombas atómicas.

Durante la Segunda Guerra Mundial
se ha documentado la existencia de esperantistas que enseñaban la
lengua en los campos de concentración, de esperantistas que
escondían judíos y de esperantistas que fueron salvados porque el
soldado que los perseguía se dio cuenta de que ambos eran
partidarios de esta causa. Actividades similares han tenido lugar
en otros conflictos, como la Guerra de Bosnia, aunque en menor
escala. Conocidos son también los puentes entre los bloques del
Este y del Oeste construidos por los esperantistas durante la
Guerra Fría, así como en otros casos de censura o en dictaduras.

Es también en esta lengua en que
se hizo una pionera investigación por la paz que estudiaba las
raíces sociales y económicas de los conflictos. De hecho, muchos
de los principales pacifistas de principios del siglo pasado eran
también esperantistas. En aquella época eran palabras casi
sinónimas que se evidencian en la actividad de intelectuales como
Edmond Privat, el amigo de Mahatma Gandhi, y de Romain Rolland, uno
de los principales impulsores del esperantismo después de la
muerte de Zamenhof y pacifista noviolento que hizo campaña por la
independencia de Polonia y de la India.

Pero la aportación del esperanto
va más allá del nivel del entendimiento entre los estados, al
facilitar la coexistencia pacífica de las personas, de la gente.
En este sentido, la UNESCO, que ha reconocido el valor del
esperanto en diversas resoluciones, dice en su preámbulo que la
paz comienza en las mentes de las personas. Y es aquí donde actúa
la propuesta de Zamenhof. Más allá de los canales oficiales de
comunicación y más allá de las declaraciones abstractas de
cooperación internacional, es en el nivel de los contactos
personales donde se produce el impacto.

Y es que el pensamiento del médico
polaco evolucionó, como evolucionó su movimiento. Así, si
Zamenhof propuso en sus últimos años la creación de un tribunal
europeo para regular conflictos y de unos Estados Unidos de Europa,
también la Asociación Esperantista Universal pasó de la utopía
al internacionalismo práctico, y fue una de las primeras
organizaciones internacionales en proclamarse de acuerdo con los
objetivos de las Naciones Unidas. Considerando el problema de la
ausencia de una lengua mundial unido al resto de problemas
sociales, el destino del esperanto iría ligado al del movimiento
por el establecimiento de un orden internacional más pacífico y
justo. Hoy, en la convergencia de agendas de los movimientos
sociales, los pioneros esperantistas estarían en la esencia de la
noviolencia altermundista promovida por los activistas a favor de
la solidaridad internacional que buscan un nuevo orden mundial más
justo y pacífico.

Podemos discutir la viabilidad
actual de la apuesta lingüística (muchos lo ven como la solución
a gran parte de los problemas que sufre el actual Parlamento
Europeo), pero lo que es innegable es la aportación de Zamenhof al
pensamiento pacifista. Es urgente recuperar su legado.

Para saber más veáse el
trabajo de Ulrich Lins «The work of the Universal Esperanto
Association for en more peaceful world». Rotterdam 2000.
Esperanto Documentos 45 A.

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