Editorial Rojo y Negro 206
La Comisión Europea, desde el pasado año 2006, ha planteado un debate público acerca de la necesidad de modificar el Derecho Laboral en todo el ámbito de la Unión.
Editorial Rojo y Negro 206

La Comisión Europea, desde el pasado año 2006, ha planteado un debate público acerca de la necesidad de modificar el Derecho Laboral en todo el ámbito de la Unión.

La presentación pública de este debate se realiza a través de un Libro Verde con el título de “Modernizar el Derecho Laboral para afrontar los retos del siglo XXI” cuya finalidad es que los distintos estados miembros de la Unión Europea, los agentes sociales (empresarios, sindicatos) y las instituciones directamente afectadas en este asunto (judicaturas, mundo académico, consejos económicos-sociales, etcétera), participen del debate y se impliquen en la modernización del Derecho Laboral para “sostener el objetivo de la Estrategia de Lisboa de crecer de manera sostenible, con más y mejores empleos. La modernización del Derecho Laboral constituye un elemento clave para el éxito de la adaptabilidad de los trabajadores y de las empresas” (de la Introducción del Libro Verde de la Comisión Europea).

La política comunitaria se ajusta al imperativo de la competitividad, la cual, asimismo, obliga a una permanente reducción de los factores que determinan la misma, es decir : los costes de producción y distribución, así como el gasto social.

El coste de la mano de obra, esto es, el precio que nos pagan en salarios y prestaciones sociales, es la “estrella” de este Libro Verde. Para la Comisión Europea, la mano de obra tiene que “estar preparada, formada y adaptable, a unos mercados de trabajo que respondan a los retos derivados del doble impacto de la mundialización y del envejecimiento de las sociedades europeas”.

Por lo tanto, los mercados de trabajo europeos “deben afrontar el reto de conciliar una mayor flexibilidad con la necesidad de maximizar la seguridad para todos”. De aquí el término, ya coloquial, de “flexiseguridad” en la gestión del trabajo.

Hasta ahora, los distintos estados miembros de la Unión Europea, en diferentes grados y con distintos ritmos, vienen desmantelando los estados de bienestar y las legislaciones laborales protectoras del trabajo. Desmantelamiento que realizan bien con consenso con los agentes sociales (sindicatos) -en la mayoría de los casos-, bien con “decretazos” o reformas unilaterales.

Ningún estado de la Unión, de los 27 actuales, se ha librado de reformas en sus mercados de trabajo en el capítulo del contrato, tanto en la entrada (contrato cada vez más débil), como en la permanencia (flexibilidad en la organización del trabajo) y salida (debilitamiento de la protección frente al despido). Y todos ellos, asimismo, han endurecido las condiciones para acceder a las pensiones públicas (jubilación, invalideces, etc.), como también las distintas prestaciones sociales que dependen de los sistemas públicos de seguridad social.

Desde el consejo de Lisboa (2000), la UE entiende que debe “consensuar” una estrategia diferente en la regulación de las relaciones laborales en toda la Unión. Y los Estados, a través de sus Planes Anuales de Reforma, flexibilizan el trabajo hasta proporcionar el cambio de modelo que no es otra cosa que dejar sin seguridad el puesto de trabajo.

Los estados dejan de financiar los sistemas asistenciales : fuerte desinversión en educación y servicios públicos y dejando al “mercado” que sea el proveedor de estos servicios, lo que implica la privatización de tales servicios.

Ahora se trata de que no existan legislaciones laborales nacionales protectoras, sino armonizadas. Y que el gasto social no distorsione las políticas de la Unión.

Por eso con este Libro Verde, bajo ese título de “Modernizar el Derecho Laboral para afrontar los retos del siglo XXI”, se pretende que sea el modelo desregulador, es decir : la desprotección de los derechos laborales y sociales de todas las personas que habitamos este espacio denominado Unión Europea…

Las personas asalariadas, así como la mayoría social, nos encontramos con otra agresión “global”. Por ahora, a niveles de cada Estado, no hemos podido parar ni las reformas laborales ni la desprotección social. Luego parar “esto” a niveles europeos se antoja algo más que complicado y difícil, pero, como siempre, necesario y ético es, por lo menos, intentarlo.