El estar contrariados por el oprobio de un sistema socio-económico y político que es injusto e insidioso, y el gritarlo a los cuatro vientos nos parece un comenzar sano para el cambio. Pero... ¿será suficiente para manifestar la necesidad de cambio? Y, aun más importante... ¿augura que tal cambio nos pueda traer una sociedad más equitativa y democrática?

Mientras que el Movimiento Ocupación siga perorando eso de que representa al 99 por ciento de la población, la verdad sobre la distribución injusta de la riqueza, los sueldos y el poder en la nación nunca serán transmitidos ni entendido por todos. No son los Uno-por-Ciento solo contra los que debemos dirigir nuestra ira, sino que también debemos de incluir a esos lacayos que no son mucho mejores.

Mientras que el Movimiento Ocupación siga perorando eso de que representa al 99 por ciento de la población, la verdad sobre la distribución injusta de la riqueza, los sueldos y el poder en la nación nunca serán transmitidos ni entendido por todos. No son los Uno-por-Ciento solo contra los que debemos dirigir nuestra ira, sino que también debemos de incluir a esos lacayos que no son mucho mejores. El Movimiento Ocupación para poder ganar el respeto demostrando causa por su ira e inquietud legítima debe ser un movimiento del Ochenta-por-Ciento que en su totalidad apenas posee el 7 por ciento de la riqueza en la nación y un cero por ciento de la influencia y poder en el país.

¿Traerá o provocará eso una lucha de clases? La respuesta es que, hasta cierto punto y a corto plazo, si; pero es mejor que reconozcamos que el abuso ha sido de un segmento alto de la población – y el 20 por ciento no es un grupo diminuto – que engañarnos a nosotros mismos creyendo que solo el Uno-por-Ciento es el ogro. Claro que el riesgo de que el movimiento sea estrujado es mucho mayor, pero el capitular a los escuderos, algunos de ellos con alta moralidad y que se identifican y reconocen la necesidad de cambio, asegurará que la clase plebeya, los Ochenta-por-Ciento, solo podrá aspirar, lo mismo que sus hijos, a un futuro socio-económico de esclavitud.

De todas formas, no es tan solo la distribución de riqueza, sino como se está gobernando al país, según los deseos de una elite insaciable cuyos sicarios mantienen al país en regla, su regla. El Congreso-sicario que nos mantiene dóciles y pobres con sus leyes; el Pentágono-sicario que hace de policía mundial y mantiene la fluidez de libre comercio a toda costa (sangre y dinero); el Wall Street-sicario que sirve todas las necesidades del complejo industrial-militar; y el Ejecutivo-sicario que gobierna al país, no importa el albornoz político que vista con monograma de R (Republicanos) o D (Demócratas), para beneficio exclusivo de una elite.

El Movimiento Ocupación se está enfrentando hoy día con esa maquina-PR (de relaciones públicas) que marcha a todo vapor para diluir los mensajes del movimiento y lanzar el suyo propio, un mensaje de engaño. Y no me refiero a esos mensajes “tibios” que hacen del manifestante un hippie sucio que solo crea trastornos, causa daños a la propiedad pública (jardines, parques y plazas) y gastos innecesarios de sueldos-extra para que la policía pueda mantener el orden publico. No, esas frivolidades de culpa ya no resultan efectivas como lo fueran medio siglo atrás con las protestas de Derechos Humanos y contra la guerra en Vietnam.

La maquina-PR es ahora sutil, y hasta se ha hecho parásita al movimiento, uniéndose engañosamente a él. Ahora que el capitalismo estadounidense aparece como lo que en verdad es, rapaz, inmoral y obsceno, se le ha re-bautizado como “libertad económica”. Y de pronto se nos dice que somos (tanto ricos como pobres) laboriosos trabajadores-tributarios… y que solo Washington tiene la culpa. Ocupar Washington y no Wall Street, nos dicen; y a los gastos gubernamentales se les ha dado otro nombre: despilfarro.

Caballeros y Escuderos, los Veinte-por-Ciento, se han puesto el antifaz de “identificarse-con-las-necesidades-de-los-demás” enmascarando su cara insidiosa. El gran empresario ha dejado de ser un creador de beneficios, siendo ahora un creador de trabajos; y la compensación exorbitante e injusta de los que abusan ahora se la dice ser paga-por-resultados (o rendimiento) – subrayando que cualquier impuesto al rico no es sino el “atraco” de los laboriosos norteamericanos que son los únicos que crean puestos de trabajo.

Esta campaña sutil para convencernos que todos estamos unidos, listos para el sacrificio, es muy posible que tenga éxito como en el pasado ya que el aparato de los poderosos, y el control de los medios, nos mantiene subyugados al lavado de cerebros. Eso es, a menos que el Movimiento Ocupación formalice y clarifique de forma simple su misión inequívoca. Y eso requiere una misión con visión; una misión que tenga una sola voz. Tal requiere una misión con objetivos oportunos que, o se logran o traerán consecuencias; que la alternativa a la reforma no sea ni contemporización ni subyugación, sino revolución. Y que la posibilidad de conflicto es seria y verdadera; con orden de magnitud que este país no ha tenido por siglo y medio, durante su guerra civil.

© 2011 Ben Tanosborn
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Fuente: Ben Tanosborn