El octavo libro de Mumia Abu-Jamal escrito en celdas de las prisiones del estado de Pensilvania,  USA, es una selección de 107 ensayos que van desde enero de 1982 hasta octubre de 2014.  Cubre casi todo el periodo de su encarcelamiento como un preso político. La mayoría de las piezas fueron escritas cuando Mumia se encontraba en el corredor de la muerte después de estar incriminado por el asesinato del policía Daniel Faulkner el 9 de diciembre de 1981, en la ciudad de Filadelfia. Algunas han sido transmitidas por Prison Radio. Los escritos más recientes datan del 2011, cuando su sentencia de muerte fue declarada inconstitucional y conmutada a una sentencia de cadena perpetua sin la posibilidad de libertad condicional.

El título del libro trae a la mente la vieja canción de gospel, “Handwriting on the Wall,” basada en la historia bíblica del Libro de Daniel que trata de la escritura realizada por una mano misteriosa sobre la pared durante un gran banquete celebrado por el Rey de Babilonia.  “Que alguien la lea. Dime lo que dice,”  dice la canción. “Vayan por Daniel, dijo alguien.” Cuando llevaron al profeta y ex preso Daniel para interpretar la escritura, él dijo al Rey Belshazzar que sus días estaban contados y que su reino había llegado a su fin. La profecía se cumplió esa misma noche.

https://www.youtube.com/watch?v=pseEVLE4ioU

 

 

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Reseña de Writing on the Wall:  Selected Prison Writings of Mumia Abu-Jamal (La escritura en la pared: escritos carcelarios selectos de Mumia Abu Jamal) Editora, Johanna Fernandez. Prólogo, Cornel West. City Lights Books, 2015.

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Quien busque comprender lo que pasa en el mundo de hoy bien podría decir, “Vayan por Mumia.”  Es muy hábil para descifrar los signos de los tiempos y aún estando en una posición extremadamente vulnerable, no duda en decir la verdad al poder. Pero aún cuando los ricos y poderosos harían bien en hacerle caso, él no escribe para ellos.  Desde hace muchos años, él empezó a solidarizarse y compartir sus ideas con gente luchando para sobrevivir en las comunidades negras, con gente trabajadora, estudiantes, maestros y maestros, artistas, músicos, activistas, gente que nunca ha tenido un trabajo y probablemente nunca lo tendrá, presos y presas, luchadores por la libertad, pueblos enteros designados para el exterminio, súbditos del imperio que no tienen nada que perder y todo que ganar de la resistencia, rebelión y revolución.  Mumia siempre escribe desde abajo y nunca se doblega ante el poder. 

En su prólogo al libro, Cornel West dice que su hermano Mumia no solo es un notable escritor y periodista, sino “una expresión viva de lo mejor de la tradición profética negra.” El profesor de filosofía  define esta tradición como “una respuesta creativa, basada en principios, al estar aterrorizado, traumatizado y estigmatizado” ––una respuesta a la esclavitud, supremacía blanca y otras manifestaciones de opresión con “una visión enraizada en análisis” que conduce a la organización y la movilización. En el campo del periodismo negro, dice West, Mumia es el sucesor a la persona que reportó volúmenes sobre la odiosa práctica del linchamiento, Ida B. Wells Barnett, una mujer cuyo valor era incomparable.

El mismo Mumia, en su ensayo, “El papel histórico del periodismo entre la gente negra,” expresa su alta estima para la mujer que logró poner en evidencia tantas justificaciones para el linchamiento de la gente negra, que los líderes de los grupos de derechos civiles a principios del siglo XX la eludieron por ser “demasiada militante, demasiada atrevida”.  Mumia escribe:

 “El terrorismo blanco, perpetrado a través del linchamiento, fue una peculiar costumbre americana nunca mencionada en la alta sociedad. Entonces, en silencio (solo roto por Ida B. Wells), miles de cuerpos negros fueron colgados y quemados en todas partes de Estados Unidos, mientras los tribunales y la ley determinaron que dichas acciones eran costumbres locales, más allá de su control.”

La editora y profesora de historia Johanna Fernandez, en su introducción a La escritura en la pared, comenta que Mumia Abu-Jamal expresa muchas verdades incómodas.

“Su voz revela el carácter central de la opresión negra al proyecto del capitalismo norteamericano y del imperio, el desenfrenado racismo del sistema de justicia estadounidense, los inmediatos horrores de guerra que conllevan vastas repercusiones, el proyecto pendiente de la democracia estadunidense, y las posibilidades de una sociedad liberada, no sólo para la gente negra del país sino para todo el mundo en todas partes.”

Este volumen nos da una mirada al Movimiento de Liberación Negra  del que Mumia formaba parte y las organizaciones con las que ha tenido los vínculos más estrechos: el Partido Panteras Negras y la Organización MOVE.  En estas páginas encontramos figuras históricas que inspiraron a rebeliones y movimientos, los cuales a su vez dieron lugar a personajes que han inspirado a millones: Papaloi Boukman, Jean-Jacques Dessalines, Nat Turner, Harriet Tubman, Frederick Douglas, Frantz Fanon, Malcolm X, y Ella Baker.

El libro abre con escritos sobre su propia detención, encarcelamiento y juicio en el contexto social de injusticias generalizadas y el contexto histórico de la esclavitud.  Dice Mumia:

“Durante siglos,   personas de ascendencia africana han entrado en los tribunales de sus opresores….estos hombres negros han sido exhibidos antes dichos ‘tribunales’  en grilletes, maniatados, encadenados, agobiados con brazaletes de esclavos. Al llegar, seguramente escuchan los nobles principios tales como “la presunción de inocencia”, “inocente hasta que se demuestre la culpabilidad”, “debido proceso” ad nauseam. Después de las palabras elevadas, sin embargo, viene la amarga verdad —esclavitud por decreto del “Juez Pezuñaenboca…”

¿En dónde quedó la presunción de inocencia para Mumia cuando su fianza de US$250,000 fue revocada un día después de estar fijada?  Inexistente, dice, dado que el difunto fue un policía blanco de Filadelfia y el acusado un atrevido activista y partidario de MOVE.

Una importante batalla jurídica durante su juicio se dio por la negación del juez Albert Sabo al derecho de Mumia de representarse él mismo en el juicio, con la asesoría de John Africa.

Dice Mumia:

“Ha quedado claro que esta ‘tribunal’ no tiene la más mínima intención de escucharme: Su acción, seguramente planificada de antemano para revocar mi derecho constitucional de la auto-representación fue diseñada a silenciar y amordazarme, para hacerme ineficaz en la defensa de mi vida…”

Después de escuchar el veredicto, Mumia le dijo al jurado:

“La decisión de hoy no me sorprende….Soy inocente a pesar de lo que ustedes 12 personas piensan, ¡y la verdad me va a liberar!….El 9 de diciembre los policías intentaron ejecutarme en la calle y este juicio es el resultado de su fracaso.”

En los años 70, como periodista de radio en Filadelfia, Mumia Abu-Jamal había conocido a la multi-racial organización MOVE, cuando él cubría sus numerosos procesos resultado de conflictos con el gobierno de la ciudad de Filadelfia.  Le impresionó el estilo de vida anti-autoritario y comunitario de estos revolucionarios urbanos, quienes consideraban toda la vida sagrada y defendían a la naturaleza, los animales y los seres humanos contra un sistema de muerte. Al acercarse cada vez más a MOVE, él sintió un tremendo respeto para su fundador, John Africa.

Desde que la Ciudad de Filadelfia cometió el primer acto de guerra urbana contra MOVE el 8 de agosto de 1978, cuando nueve de sus integrantes cayeron presos, seguido por el segundo ataque militar el 13 de mayo de 1985, cuando el gobierno bombardeó e incendió su casa colectiva, asesinando a 11 de sus integrantes, Mumia ha exigido justicia para la organización y libertad para los “9 de MOVE.” Sus primeros escritos sobre MOVE están entre los primeros que leímos en La escritura en la pared.

“Filadelfia, por más que intente, no puede escapar del 13 de mayo.  Tampoco lo puede hacer la Filadelfia Negra,” escribe Mumia.  El bombardeo contra MOVE fue ordenado por el primer alcalde negro de Filadelfia,  Wilson Goode, quien no escapa las observaciones mordaces de Mumia:

“Hoy un alcalde que profesa fe en la Cristiandad, entró en los libros de la historia como un hombrenegro que ordenó el bombardeo y eliminación de un hogar donde vivieron un grupo de negros rebeldes. Una cosa se puede decir con confianza: aquí vivió un neo-esclavo que bien imitó a sus malévolos amos!”

Los líderes negros que han inspirado  a Mumia son de otra tradición: una de resistencia y rebelión castigada con prisión, exilio o muerte.

“El pan-africano Marcus Mosiah  Garvey  fue acusado de  ‘agitación’ por atreverse a sugerir que los Negros  deban buscar su fuerza económica, social y espiritual en África.  El carismático reverendo Nat Turner, quien se atrevió rebelarse contra aquella institución americana anti-cristiana––la esclavitud humana–– fue condenado como un fanático.   Martin Luther  King Jr. fue elogiado por su ministerio no-violento, pero Malcom X fue asesinado por su ministerio militante. Cuando el reverendo King empezó a oponerse a la guerra genocida de Estados Unidos contra Vietnam, el reloj de su vida fue detenido.  En una joven nación nacida en la sangrienta resistencia contra la Corona de Inglaterra, la resistencia sigue siendo la ofensa más grave cometida por los Africanos.”

El ensayo de Mumia “1967: Año de Fuego, Año de Rabia,” trata de las llamas de rebelión que se extendieron  a Roxbury, Tampa, Cincinnati, Buffalo, Newark, New Brunswick, Paterson, Elizabeth, Palmyra, Passaic, Plainsfield, Cairo, Durham, Memphis, Minneapolis, y Detroit aquel verano.

“La gente no se rebeló en todo el país durante 1967 por un campeón negro de boxeo. No se rebelaron porque querían un alcalde negro….Se rebelaron porque buscaron el poder, el poder de mejorar sus vidas. Y buscaron un alto a la violenta represión de la policía.”

Las rebeliones urbanas que empezaron en Watts, Los Ángeles el 11 de agosto de 1965, dieron lugar a organizaciones negras que pretendieron canalizar la rebelión espontánea en  acción revolucionaria coordinada.

Su ensayo titulado “Descolonización: La influencia de África y América Latina sobre el movimiento por la libertad negra,” trata del psiquíatra nacido en Martinica, Frantz Fanon, quien se sumó a la lucha por la independencia argelina y escribió dos libros claves sobre la dominación colonial europea. Fanon tuvo una fuerte influencia sobre los dos fundadores del Partido Panteras Negras, Bobby Seale y Huey P. Newton.  Mumia cita a Kathleen Cleaver sobre la importancia de los libros de Fanon para los revolucionarios negros en Estados Unidos:

“Sus libros se hicieron disponibles en ingles justamente cuando olas de violencia envolvieron los guetos de Estados Unidos, llegando al nivel de la insurrección después del asesinato del Dr. Martin Luther  King, Jr. en 1968. Fanon murió en 1961, un año antes de que Argelia obtuviera la independencia que él había dado su vida a ganar, pero su brillante obra, publicado póstumamente, Los Condenados de la Tierra,  se volvió un libro esencial para los revolucionarios negros en Estados Unidos e influyó profundamente su pensamiento.  El análisis de Fanon pareció explicar y justificar la violencia espontánea que  azotaba a los guetos negros por todo el país, y relacionó las incipientes insurrecciones con el surgimiento de un movimiento revolucionario….Fanon explicó cómo la violencia era intrínseca a la imposición de la dominación colonial blanca, y retrató a los oprimidos que respondieron con violencia como personas involucradas en restaurar la dignidad humana  que se les había quitado en el proceso de colonización…

Otra influencia mayor sobre los Panteras Negras y sobre Mumia en particular fue Malcolm X, quien llevó el asunto de los derechos civiles al nivel de los derechos humanos, insistió en el derecho del pueblo negro a la autodefensa, y planteó que en lugar de ser un “grupo minoritario” los negros en Estados Unidos formaban parte de la mayoría de los pueblos del mundo en África, América Latina y Asia que luchaban por la liberación nacional.

“Para mí y mi generación de esa época, escucharlo hablar fue como escuchar a los truenos,” dijo Mumia.

“Fue imposible no estar conmovido, indignado, energizado ––radicalizado. Me volví, en mi corazón, un Malcomita. Esa influencia, junto con el asesinato del 14 de abril de 1968 de  Martin  Luther  King Jr. (su competidor más cercano para el corazón de la América Negra), impulsó a miles de jóvenes hombres y mujeres a sumarse a la agrupación más cercana del Partido Pantera Negra. Por cierto, este escritor (en el quinceavo año de su vida) ayudó a fundar y formar el ramo en Filadelfia de ese grupo.”

A tan corta edad, Mumia aprendió el periodismo como un joven Pantera Negra que trabajaba en el periódico nacional de la organización. Y a tan corta edad, se volvió el objetivo de la vigilancia del FBI y la policía política de Filadelfia.

La auto-defensa armada de los Panteras contra la violencia policiaca, su programa de desayunos para los niños, y sus programas comunitarios de salud, educación y vivienda, casi siempre encabezados por mujeres, atrajeron a miles de integrantes en 42 ciudades de Estados Unidos, y también inspiraron a jóvenes en los movimientos de los Chicanos, Puertorriqueños Nativo Americanos y radicales blancos. Internacionalmente, los Panteras Negras se vieron como parte de las luchas anticoloniales para la auto-determinación y liberación nacional, y buscaron establecer relaciones con los Palestinos y Vietnamitas, entre otros.

Medio siglo después de la muerte de Fanon, el dominio colonial sigue siendo una realidad en Palestina, Puerto Rico y otros lugares, dice Mumia, mientras la lección más importante aprendida por muchos líderes africanos educados en el pensamiento capitalista eurocéntrico era “cómo re-crear el colonialismo, no cómo destruirlo”. A la vez, escribe, “el imperio americano utiliza la fuerza brutal y aterradora para intimidar a las poblaciones de otras naciones, y esa, cuando es reforzada por el poder cautivante de la prensa corporativa, sirve para encubrir lo que está realmente ocurriendo.”

Además, desde el 9-11, la gente en todas partes de Estados Unidos ha vivido una erosión sin precedente de las libertades civiles, la vigilancia del gobierno y el descarado ejercicio del poder policiaco, dice Mumia, mientras los derechos de los trabajadores conquistados en duras batallas han sido diezmados.

¿Y cuál es el estado de la América Negra medio siglo después de los logros jurídicos del Movimiento de Derechos Civiles y la lucha por la libertad peleada por el Movimiento de Liberación Negra? Muchas personas dentro de Estados Unidos tenían ilusiones de que las cosas estuvieran mejorando, que sus hijas e hijos tendrían un futuro más prometedor, dice Mumia.

“Luego llegó Katrina. En una ráfaga, una hora, un día, una semana, vimos con nuestros propios ojos la pérdida, el desperdicio, la muerte, y lo que es tal vez peor, el rechazo a la población negra y  su derecho a vivir por casi todas las agencias que ejercen el poder del Estado, sean del gobierno municipal, estatal o federal. Lo mismo pasó con las agencias de medios de comunicación. …. Por si acaso los negros en Estados Unidos aún guardaran unas ilusiones, las aguas oscuras y fétidas de Katrina se las llevó. El nacionalismo, la ciudadanía, la mera idea de pertenecer a la nación blanca, eran mentiras. Las aguas de Katrina nos quitaron la lagaña de los ojos y nos enseñaron que si eres negro y pobre, el nombre del juego es sálvese quien pueda.” 

En La escritura en la pared, Mumia saca a la luz lo que pasa en el monstruoso sistema carcelario de Estados Unidos,  el cual tiene los índices de encarcelamiento más altos del mundo y una población de más de 2.2 millones de personas––10 veces más grandes que en 1972.  Mientras las escuelas cierran en las grandes ciudades y es más difícil que nunca encontrar empleo, miles de jóvenes inflan la población carcelaria.

“Al entrar en la época moderna, vemos un panorama del dolor negro sin precedentes, callado. Hablo del encarcelamiento masivo de la gente de piel oscura de maneras (y números) jamás visto en el mundo. Durante décadas”.

Durante los años que Mumia Abu-Jamal vivió en el pasillo de la muerte del estado de Pensilvania, sus escritos contra la pena de muerte impulsaron un movimiento internacional de abolición. Él se volvió la voz de miles que enfrentaron este castigo considerado una barbaridad por la mayoría de los países de Europa, América Latina y África.

Pero ¿la elección de un presidente negro no sería la solución al pésimo estado de América Negra a principios de un nuevo milenio? Muchas personas tenían altas expectativas de que Barack Obama lograra los cambios tan necesarios en sus comunidades y en todo el país.  El 20 de enero, 2009, en la prisión de Pensilvania, llamada  ‘Camp Hill’  éste es lo que pasó:

“Los hombres fueron rociados con el caliente gas pimiento en sus caras, desnudados, golpeados, pisoteados y disparados con armas paralizantes, insultados y amenazados de muerte por haber presentado una demanda contra el tratamiento que habían recibido en la  Unidad de Gestión Especial. En ese momento,  en la ceremonia de inauguración del primer presidente negro de Estados Unidos, Barack Hussein Obama decía al mundo: ‘Nosotros no torturamos.’”

La tortura revelada al mundo en la prisión militar de Abu Ghraib en Iraq algunos años antes,    no empezó en el extranjero, dice Mumia.  “Se remonta al genocidio, terrorismo masivo, explotación racista (también conocida como ‘la esclavitud’) saqueo de tierras y matanzas… en el corazón del Imperio”, y especialmente dentro de sus prisiones.

Mumia reporta que el Departamento de Defensa de Estados Unidos escogió un señor llamado Lane McCotter,  un ejecutivo de las prisiones privadas,  a administrar el ahora notorio gulag de  Abu Ghraib  en las afueras de Baghdad. En aquel momento, la  Management & Training Corporation estuvo bajo investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos por acusaciones de brutalidad. McCotter había sido el Director del sistema de ‘correcciones’ del estado de  Utah  hasta que un escándalo lo obligó a renunciar su puesto en 1997. Un preso desnudo había estado encadenado a una silla en una de sus prisiones durante 16 horas hasta que murió.

“Se diga lo que se diga de McCotter, no se puede decir que él no estuviera calificado para la violencia y  las depredaciones que fueron cometidos  en Abu Ghraib,” escribe Mumia.  “¿Quién podría administrar mejor ese baluarte colonial de barbaridades que alguien que había manejado los gulags internos por el estado y por el dólar?”

Una de las peores formas de tortura practicada en las prisiones de Estados Unidos es el confinamiento en solitario, es decir, el aislamiento prolongado en una celda. Mumia Abu-Jamal sabe algo de esto. Lo vivió durante casi tres décadas. Dice:

“El confinamiento en solitario es tortura. Tortura ordenada por el Estado. Tortura oficial. Tortura autorizada por el gobierno. Algunos dirían que todo esto es una hipérbole, o una exageración. Pero yo he vivido en aislamiento durante más tiempo de lo que muchas personas de este país ––tal vez la mayoría––, han vivido en este mundo. He visto a hombres empujados a la locura por una soledad que desgarra el alma. Hombres que han cortado sus brazos hasta que parecen vías del ferrocarril. Hombres que se han quemado vivos…. A la vez que Estados Unidos inicia su segundo siglo de encarcelamiento masivo, rompiendo cada record represivo jamás establecido, también rompe todos los records con respecto al confinamiento en solitario, al encarcelar,  aislar y torturar cada vez más gente durante cada vez más años…”

El terror policiaco es el tema de varios de los ensayos en este volumen, incluyendo las golpizas televisadas de Delbert África y Rodney King y los asesinatos policiacos de Amadou Diallo, Sean Bell, y Mike Brown. Para Mumia, el asesinato del desarmado Amadou Diallo fue un “presagio de un aumento de violencia contra las vidas de la gente negra y no blanca sin armas por la policía.”   El inmigrante de Guinea, sin arma, estaba en la entrada de su edificio cuando cuatro policías de la Ciudad de Nueva York vestidos de ropa civil le dispararon 41 balas, matándolo. Los cuatro policías fueron exonerados.

¿Los politicos han usado su poder político para poner fin a este terror? Hillary Clinton, una candidata para el Senado de Estados Unidos en el momento de la ejecución extrajudicial de Diallo, recomendó que  “los oficiales deben trabajar para entender la comunidad, y la comunidad debe entender los riesgos que los oficiales enfrentan”.

Mumia pregunta:

“¿Ustedes realmente piensan que ésta es una promesa de seguridad en caso de que ella gane la elección? Si esto es lo que dice cuando quiere y presumiblemente necesita los votos de los Negros y los Puertorriqueños, ¿qué es lo que dirá después de la elección?”

Quince años después, el nombre de un pueblo relativamente desconocido en el estado de Missouri se volvería “una consigna de resistencia” después de que la gente se levantó contra el asesinato del joven negro, Mike Brown, por el policía blanco Darren Wilson el 9 de agosto de 2014. En Ferguson, dice  Mumia,

“…a la juventud —excluida de la economía estadounidense por la educación inferior y deficiente; agredida por la supuesta guerra anti-droga y el encarcelamiento masivo; detenida y revisada por caminar siendo negra––  le ofrecieron asientos en primera fila al estado de seguridad nacional….Ferguson  es un despertar. Un llamado a la juventud para construir movimientos sociales radicales y, sí, revolucionarios, para lograr cambios.”

La publicación de La escritura en la pared resalta el fracaso de la Orden Fraternal de Policía en silenciar a Mumia Abu-Jamal. Ante sus esfuerzos para ejecutarlo, apagar su voz tras muros de acero, difamarlo en los medios de comunicación, intimidar a sus partidarios, impulsar leyes para impedir que él levante la voz, y recientemente, ejecutarlo por medio de la muy intencional “negligencia médica”, Mumia simplemente se niega a callar. Como muchos otros presos políticos designados para la muerte en sus mazmorras, él tiene lo que sus captores nunca tendrán: fuerza espiritual, dignidad, integridad, amor por el pueblo, un compromiso revolucionario ––y la habilidad de leer la escritura en la pared.  Su palabra lleva el pensamiento de su propia generación de revolucionarios negros, combinado con las verdades nacidas en luchas en muchas partes del mundo. Mientras los movimientos emergentes cobran fuerza, visión y amplitud, Mumia encuentra en este libro un nuevo canal para compartir sus aportes con gente que busca tumbar muros.