Tan tontos útiles podemos llegar a ser los pobres que, en lugar de tirarnos a la calle a exigir nuestros derechos, nos conformamos con observar, no sin cierto regocijo, cómo otros colectivos pierden los suyos. Estúpido juego en el que estamos condenados a perder todos; todos los de abajo, evidentemente.

Es un recurso fácil echar mano de argumentos tan repetidos como recordar las muchas brigadas forestales (o escuelas y centros médicos) que se pueden crear con los presupuestos destinados a ejército y represión, casa real, obispados, rescates bancarios, cárceles en las que nunca entra un ladrón de los gordos, invasiones “humanitarias” de pa

Es un recurso fácil echar mano de argumentos tan repetidos como recordar las muchas brigadas forestales (o escuelas y centros médicos) que se pueden crear con los presupuestos destinados a ejército y represión, casa real, obispados, rescates bancarios, cárceles en las que nunca entra un ladrón de los gordos, invasiones “humanitarias” de países que acaban peor que estaban, etc. Pero que sea lo más socorrido para redondear un manifiesto no quita que sea una verdad aplastante. 

En el caso de los incendios forestales, se ha demostrado que los recortes en medios y personal para las brigadas de prevención y extinción no han representado un ahorro significativo, pero en cambio han tenido unas consecuencias catastróficas para nuestro patrimonio forestal. Pretender ahora dar un golpe de efecto, un ejemplo de buena gestión pública, sustituyendo a los expertos bomberos y brigadistas despedidos por parados con nula experiencia en tan delicada actividad, solo puede demostrar dos cosas: que los que gobiernan son unos ineptos o que los gobernados somos irremediablemente crédulos.

Sin embargo, a pesar de ser una falsedad, la repetición de acusaciones –más o menos veladas– a los parados, los inmigrantes o los funcionarios, va calando entre el personal de a pie, de tal forma que en lugar de cabrearse con los políticos, los banqueros o las empresas multinacionales (que tienen mucho más que ver con el paro y la crisis) se dedica a repetir como loros (o tertulianos) que los inmigrantes nos quitan la faena, que los parados no quieren buscar trabajo o que los empleados públicos viven como generales.

El gobierno del PP, incapaz de evitar que el país se hunda cada día más, busca esos titulares que le reconcilien con la opinión publicada. A la idea de mandar parados a las zonas devastadas por incendios, le han sucedido otras no menos ocurrentes. Así, en su afán por demostrar que el parado es un defraudador nato, se han lanzado a sorprender a familiares y vecinos que echan una mano en las tareas de la vendimia. Aclaramos que se trata de modestos viticultores y de un par de jornadas. No se persigue la fuga de capitales y las SICAV pero se pesca a parados (aunque sean de los de 450 €) y se les presenta como los grandes saqueadores de las finanzas públicas.

Para cualquier parado actual o próximo sería de gran tranquilidad saber que cuando pierdan un empleo tendrán otro esperando, de igual o superior remuneración. En ese caso, seguro que no se convertirían en una pesada carga para el INEM. Al fin y al cabo eso es lo que le ha ocurrido a Esperanza Aguirre, y antes a González, Aznar y al resto de ex altos cargos de la política y la economía.

Antonio Pérez Collado
Secretario General de CGT-PV


Fuente: Antonio Pérez Collado