A partir de las denuncias que CGT hizo públicas el curso pasado sobre las irregularidades cometidas con los trabajadores y trabajadoras de la empresa que en su día dirigiera el actual Consejero de Educación y Deporte, Javier Imbroda, numerosos docentes siguen denunciando las ilegalidades e injusticias cometidas en sus puestos de trabajo. 

MEDAC, recientemente comprada por un fondo americano de inversión, dispone de un perfecto engranaje que, lejos de una enseñanza de calidad o de respetar la dignidad y profesionalidad de su profesorado, busca básicamente hacer dinero.

Represalias tras las primeras protestas

Después de publicar desde CGT las primeras denuncias sobre la situación laboral en MEDAC, las represalias y caza de brujas no tardaron en llegar. Por un lado, en cuanto a la denuncia de que el profesorado auxiliar tuviera que realizar trabajo que no le correspondía y que la mayoría de docentes estuvieran contratados de ese modo, la «solución» fue nombrar más profesorado titular, pero esto no iba a ser para mejorar la situación laboral ni la calidad de la enseñanza. Por el contrario, estas personas han tenido que elaborar, en el presente curso, todas las programaciones didácticas de todas las asignaturas en cada ciclo, independientemente de dónde den o no clase. Si son 8/10 personas las que imparten clase en un ciclo, solo hay una nombrada como profesor/a titular que se encarga de todo este trabajo. Por otro lado, con los nuevos contratos les han hecho firmar un acuerdo de confidencialidad, no sea que vayan a querer denunciar de nuevo públicamente su situación. La mala prensa es el peor enemigo de este gigante de la educación privada que se mueve como pez en el agua en los medios y publicitariamente.

A vueltas con el miedo

Tener a sus trabajadores pendiendo de un hilo es política de la empresa: que den lo mejor de sí en todo momento por miedo a un despido, utilizando todas las presiones y estrategias necesarias. En este sentido, en cuanto a las denuncias que hacíamos sobre la dificultad de los trabajadores para sindicarse trabajando en MEDAC, defender sus derechos laborales no es tarea fácil. Nos llegan noticias de presiones desde las direcciones de los centros para no sindicarse o, más rocambolesco, elegir el comité de empresa justo cuando todo el profesorado está despedido los meses de verano: decisión que se ha llevado a los tribunales.

Si estás calladito/a, trabajas todas las horas extra necesarias, asistes sin quejarte a numerosas reuniones fuera del horario laboral que se te exigen y no te organizas para defender tus derechos, tienes garantizado tu puesto de trabajo en MEDAC; de lo contrario, te lo dejan clarinete: Si no te gusta, ahí está la puerta.

A este miedo constante a la inestabilidad laboral, se suma la situación inadmisible que cada año viven decenas de docentes al ser despedidos incluso antes de acabar el curso, en cuanto terminan las clases presenciales (en torno al 21-23 de junio) —siguiendo estos en muchos casos con las tareas administrativas hasta finales de mes—, para no volver a ser contratados hasta octubre. Eso sí, al despedirte te piden que firmes un acuerdo en el que renuncias a emprender acciones legales contra la empresa en el futuro.

¿Y si necesitas tu certificado de tiempo trabajado? La mayoría del profesorado del MEDAC pertenece a las bolsas de interinidades de la escuela pública, es aspirante o está preparando oposiciones y, por tanto, necesita los certificados de empresa para acceder a las bolsas o a puestos de trabajo en mejores condiciones. Pues bien, tampoco la empresa hace este trámite fácil, llegando a tardar meses en expedir los certificados y poniendo todas las trabas posibles, consciente de que —en cuanto sean convocados en SIPRI o saquen una plaza con mucho esfuerzo en sus escasos ratos libres— saldrán huyendo del MEDAC para trabajar en condiciones dignas en la Escuela Pública. Muchos incluso temen que pedir este reconocimiento sea sinónimo de no volver a ser contratado después de todo el verano en el paro.

Más y más horas extra sin pagar: mentorías a la carta

La situación laboral en el día a día del profesorado del MEDAC no ha mejorado en los últimos meses y las horas extra de trabajo infinito no pagadas superan en la mayoría de los casos a las horas por las que está contratado.

Para empezar, las direcciones de los centros les «obligan» (ya sabemos que en esta casa todo es recomendable y no obligatorio) a realizar tutorías con las familias y el alumnado (lo que en MEDAC llaman mentorías, no vayan a llamarlas por su nombre porque deben marcar bien la diferencia con la Escuela Pública) GRATIS, aunque no existe la figura del tutor o tutora que se da en la escuela pública, para la que se reconocen una serie de horas y que se cobra mensualmente.

Por otro lado, desde la mejoría de la situación COVID del último curso, todo el profesorado de MEDAC, no solo los mentores, está obligado a mantener reuniones presenciales con las familias —por supuesto, adaptándose al horario de estas—, teniendo que permanecer en el centro educativo largas jornadas de trabajo. Según el convenio, esta labor no corresponde al profesorado de MEDAC, puesto que (como ya veníamos denunciando en escritos anteriores) está contratado como profesorado auxiliar, por lo que sería este un trabajo que debería realizar exclusivamente el profesorado titular.

¿Visión educativa o empresarial?

Los altos dirigentes del MEDAC, desde que lo fuera el ahora Consejero de Educación y Deporte, Javier Imbroda, han tenido siempre muy claro cómo aplicar los conceptos de la empresa privada en la educación privatizada (estandarización del aprendizaje si usamos sus propios términos empresariales). Lo vemos perfectamente en su famosa «campana de Gauss», mecanismo empresarial que exigen aplicar al profesorado en la evaluación del alumnado con fines de mercadotecnia, muy alejado de lo puramente educativo y que viene a sustentar el falso prestigio de que allí no se regalan los títulos y de que hay un nivel, de cara a la galería y de cara a las familias.

Es muy sencillo: el profesorado debe suspender a un número determinado en cada grupo, así como repartir de forma proporcionada el resto de notas; no puede haber muchos notables ni tampoco sobresalientes —todo equilibrado—, independientemente de cuál haya sido en realidad el proceso de enseñanza-aprendizaje del alumnado y de los resultados obtenidos en sus pruebas. Y para que nada escape a su control y nadie se salga de esas calificaciones establecidas, este curso han inventado los llamados «preclaustros«, una nueva reunión fuera del horario laboral, previa a las evaluaciones, en la que deben tener puestas las notas y corregidas todas las tareas y prácticas que les obligan a realizar cada trimestre para dedicar dicha reunión a controlar que se respetan los parámetros de la citada campana de Gauss.

A nadie puede ocurrírsele evaluar al alumnado de otra forma que no encaje en estos parámetros. TODO está completamente precalculado: no todo el mundo puede suspender, ya que supondría perder clientes; no todo el alumnado puede sacar buenas notas, porque hay que mantener el prestigio de que allí no se regalan los títulos; en el primer trimestre, mano dura y en junio obra el milagro y ahí sí que aprueban todos y son lanzados al mercado laboral como «el alumnado mejor preparado», no sin antes pasar por los centros de prácticas a los que les hacen un jugoso pago para que reciban a su alumnado en detrimento de cualquier otro. La escasez de los centros de prácticas es un asunto notorio y el profesorado de FP de la Escuela Pública se las ve y las desea muchas veces para encontrar empresas a las que enviar a su alumnado; MEDAC va por delante, el dinero va por delante.

El proceso de enseñanza-aprendizaje se pervierte en aras de aquello que la empresa necesita para hacer negocio. Y el profesorado de nuevo siente que, más que ejercer su labor docente, no es más que una pieza de este engranaje perfectamente alineado: el de una máquina de hacer dinero.


Fuente: FASE-CGT