Un panorama que tiene mucho de trágico y que parece a todas luces que empeorará, ya que los gobiernos autonómicos se están declarando incapaces de mantener los servicios públicos y demandan ayudas a un famélico y super endeudado Estado. Los ingresos en las arcas públicas se han ido reduciendo a marchas forzadas. Recientemente el ministro Montoro aportó el dato subrayando con especial dramatismo la caída de los ingresos: 70.000 millones menos desde 2007 a 2012, una "catástrofe recaudatoria".

Nuestros políticos aún no se han enterado de que la crisis no es coyuntural, sino estructural y que por tanto es indispensable reorganizar la producción y la organización social y política de nuestras sociedades. Muchas cosas tienen que cambiar comenzando por la organización de la producción mediante planificación y la reducción del costo público del estamento político. No es una cuestión de quitar de momento sino de que los políticos no cobren, ya que a eso de la política se dedican por vocación de servicio al pueblo. ¡Que lo demuestren Ya!

Nuestros políticos aún no se han enterado de que la crisis no es coyuntural, sino estructural y que por tanto es indispensable reorganizar la producción y la organización social y política de nuestras sociedades. Muchas cosas tienen que cambiar comenzando por la organización de la producción mediante planificación y la reducción del costo público del estamento político. No es una cuestión de quitar de momento sino de que los políticos no cobren, ya que a eso de la política se dedican por vocación de servicio al pueblo. ¡Que lo demuestren Ya!

En menos de cinco años España ha pasado del desafío del crecimiento y la competitividad, con un sector bancario saludable donde los hubiere, con una fortaleza inexpugnable, contestando a todos los test de Stress, a la terrible realidad de la bancarrota de muchos, agujeros negros de otros y la lucha por la supervivencia de esta sociedad sumida en el caos. No es ya cuestión de ser más competitivos, porque Europa, nuestra querida Europa, nos ha dejado inermes ante la crisis. Durante décadas nos han ido obligando a desmontar todos los sectores productivos propios, para de esta forma quedar a merced de los “mercados” gobernados por las multinacionales. Hemos servido bien a este fin mientras la Europa de los mercaderes requería de una masa mínima interna de consumidores, una vez despejado el futuro exportador de las grandes economías, no somos necesarios ni siquiera para consumir. Por ello se abandona este ruinoso mercado Español a su suerte, eso sí ¡que devuelvan todo el dinero aportado en forma de ayudas al desarrollo (fondos europeos)! mediante los altísimos intereses que les imponen a la deuda soberana española.

No está nada mal la jugada de forma que ni siquiera el sector primario, donde España tradicionalmente ha sido casi autosuficiente, nos sirve para afrontar la dura realidad de que “estamos solos” como si de un nuevo ”bloqueo” se tratara. Hace casi 70 años que España tuvo que organizarse autárquicamente, con un grave sufrimiento de su población. Falta poco para que tengamos que plantearnos un escenario dantesco como aquel. Si alguien piensa que esta reflexión es exagerada, y es posible y muy deseable que así sea, solo basta con argumentar que debemos prever para por si acaso llegase el fatídico día estar preparados. En la biblia se encuentra un relato en el que antes de que llegaran los siete años de sequia, malas cosechas y hambrunas, se preparó Egipto para afrontarla en tiempo de bonanza.

Es tiempo de soluciones y estas no parecen encontrase fuera de España, en los conciliábulos de Bruselas o en las cancillerías de Berlín o París. Nos toca mover ficha como pueblo y debemos mirarnos a nosotros mismos como sociedades ricas en cultura y recursos. Cultura es todo aquello que permite al ser humano sobrevivir y de eso tenemos para dar y regalar. Los recursos nunca nos han faltado, están a nuestro lado, mejor dicho vivimos sobre ellos. La tierra y el agua. ¡Por qué no! Economías locales equilibradas que permitan el flujo del dinero (llámese como se llame) en su seno, sin que se produzcan fugas del mismo por extracción malsana de plusvalías. Autogestión de servicios públicos esenciales en cada comunidad y organización social solidaria intercomunitaria para hacer posible la solidaridad y el afrontamiento de problemas más generales que afecten a toda la ciudadanía. Sin clase política, eligiendo a personas que voluntariamente se ofrezcan a aportar su tiempo y experiencia para el bien común por un tiempo necesariamente tasado, ya que a pesar de las responsabilidades contraídas siguen viviendo de sus trabajos. Y de esta forma construir un núcleo económico y social autóctono, local o comarcal, con un consumo fidelizado, porque de su pervivencia nos va mucho a todos y todas. Soluciones al fin y al cabo que garanticen alimentos esenciales en las mesas de las familias, el uso de energía imprescindible para hacer habitables los hogares y tareas para todas las personas, porque de todas es preciso requerir su colaboración y apoyo.

En paralelo pueden soñar quienes quieran con ayudas externas que en forma de miles de millones de euros nos permitan activar una economía paralizada por la inanición del consumo y el ahogamiento de los impuestos excesivos. Pero eso es otro sueño: el de la lechera.

Fdo. Rafael Fenoy Rico Comunicación CGT Enseñanza


Fuente: Rafael Fenoy Rico