Artículo de opinión de Rafael Cid

La mano invisible del mercado, venida arriba como crucial  error informático, ha sacado del fango en el tiempo de descuento la reforma laboral de Yolanda Díaz. Metiendo un gol en su propia portería el fuego amigo de un errático diputado del PP ha permitido al Gobierno de coalición de izquierdas PSOE-UP convalidar el Real Decreto Ley que renueva los aspectos más lesivos de la reforma laboral de 2012. Con estos hechos probados de partida, parece más fácil que la ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda del Ejecutivo falte a su palabra y al programa común del Gobierno sin mayores reproches, que el divorcio puntual entre Pablo Casado y Antonio Garamendi  llegue al extremo de tirar por tierra una normativa bendecida por la patronal.

Como una profecía autocumplida que no deja nada al azar, el síndrome del atado y bien atado planeó sobre el controvertido anómalo plebiscito. Ni una palabra de más ni una coma de menos era el pacto de unos agentes sociales investidos de plenos poderes. La reforma laboral cocinada extraparlamentariamente por CEOE, CCOO, UGT y Gobierno es ya ley de obligado cumplimiento. Un inocente troyano vestido de esperpento cibernético ha hecho posible el nuevo parto de los montes. Sucedió bajo el signo de kayros, después de que  contra todo pronóstico los dos diputados de Unión de Pueblo Navarro (UNV) triscaran al bando del <<no es no>>. Cual operación salvar a la soldado Díaz.

Al fin y al cabo, el distanciamiento entre el Partido Popular y la CEOE se había escenificado desde la certeza de su respectiva conformidad, cada uno a su bola. El PP sin renegar de su propia ley y la CEOE apañando la suya en la confianza de que sus nuevos compañeros de viaje  amarrarían la mayoría parlamentaria para un final feliz. Pero el dúo Bolaños-Lastra tiene concienzudamente acreditada su incompetencia en el arte de la seducción política, manca finezza. De ahí la intriga de  ese inesperada ayuda que ha permitido aprobar la reforma laboral a beneficio de inventario. Con el daño colateral añadido de que la ley estrella del Gobierno más progresista desde la transición llegué a las páginas del BOE con un solo voto de diferencia a su favor, prestado por el adversario.

Resultaba ya algo estrafalario que la celebrada reforma saliera adelante con fórceps y debido al apoyo Ciudadanos, uno de los partidos del <<trifachito>>, según la doctrina del agit-prop oficial. Pero lo que resulta realmente dramático para la solera democrática del banco azul es que al final vea la luz gracias a dos de sus abanderados (PP y Cs) y el entusiasta patrocinio de la patronal, que como la Santísima Trinidad está en todas partes. Con esos galones, viento en popa a toda vela, fleta su <<proyecto de país>> Yolanda Díaz escoltada por sus correligionarios de Compromís y Más País.

No es la primera vez que en el Congreso el súbito cruce de cables ideológicos demuestra que los intereses cuentan más que los valores proclamados. Ya durante la legislatura crepuscular de Mariano Rajoy en 2016, 15 miembros del PSOE fueron multados por contrariar a la dirección  votando no a la investidura del líder del PP. Algo que, mutatis mutandis,  volvió a suceder en 2021 a favor del Gobierno actual, y de nuevo mecido por otro  insigne apestado en la coreografía vigente. Entonces los  52 diputados de Vox se abstuvieron en bloque,  haciendo posible  que los ingentes fondos europeos sean controlados, administrados y gestionados en exclusiva por su denostado Gobierno <<social-comunista>>.

 


Fuente: Rafael Cid