Nacho Guerreros, conocido por muchos como "Coque" gracias a su papel en la serie "La que se avecina", no siempre fue actor. Y entre las labores previas a las desarrolladas en los escenarios por este genial intérprete se encuentra la de haber trabajado con discapacitados.

Nacho, formado en teatro y merecedor de diversos premios tanto por esta disciplina como por su papel en cortometrajes, demuestra que la impronta de humanidad que sabe plasmar en su faceta artística se corresponde con un idéntico valor como persona.

Nacho, formado en teatro y merecedor de diversos premios tanto por esta disciplina como por su papel en cortometrajes, demuestra que la impronta de humanidad que sabe plasmar en su faceta artística se corresponde con un idéntico valor como persona.

Hay quien afirma que aquellos que se preocupan por el respeto a los derechos fundamentales de los animales lo hacen porque padecen una suerte de misantropía hacia los de su especie. El compromiso de Nacho con todos ellos, animales humanos y no humanos, para contribuir a la transformación de una sociedad en la que la violencia no sea crimen en unos casos y arte, distracción, educación o negocio en otros en función de la especie de la víctima, demuestra cómo la aseveración que abre este párrafo no es más que un argumento intoxicado utilizado por quienes pretenden perpetuar el maltrato de seres vivos.

Desde la Plataforma «Manos Rojas», constituida para contribuir a la erradicación de una tradición brutal y sangrienta como es el alanceamiento de un toro todos los años en Tordesillas durante las fiestas en honor a la Virgen de la Peña, nos sentimos orgullosos y agradecidos por poder contar con las reflexiones de Nacho Guerreros sobre esta infame costumbre a través de la siguiente entrevista.

¿Conoces la tradición del llamado «Toro de la Vega» en Tordesillas?

Sí, conozco la tradición. No sé qué placer pueden experimentar algunas personas viendo sufrir a un animal. Es algo que se me escapa al entendimiento.

¿Qué opinión te merece que durante unas fiestas patronales un toro sea alanceado hasta la muerte?

Estoy totalmente en contra del maltrato en todas sus manifestaciones, tanto físico como psicológico, y pienso que unas fiestas pueden celebrarse perfectamente sin matar a nadie.

Los promotores de este denominado «torneo» juran amar a esos toros, e incluso indican en sus ordenanzas que: «nadie ose tratar mal al toro, ni vivo ni muerto, ni de palabra ni de obra». ¿Cómo calificarías tales declaraciones de intenciones?

No emplearía yo el verbo AMAR en este contexto. Cuando se ama y se quiere a un animal sea el que sea no lo torturas hasta matarlo. Yo recuerdo que de joven acudía a presenciar corridas de toros en las fiestas de mi ciudad, Calahorra, pero salía con tan mal cuerpo que ya no he vuelto a pisar ni pisaré un ruedo.

Reclaman absoluto respeto para su costumbre añadiendo que aquellos a los que no les guste que no vayan. De hecho también en sus ordenanzas incluyen este pasaje: «El que asistiere de otras partes del mundo y, Dios no lo quiera, su intención fuera denostar e infamar este torneo, teniéndole por necio ante tal circunstancia, despídasele en mala hora». ¿Crees que expresarse en contra de esta práctica y exigir su prohibición es atentar contra la libertad?

El refrán “al que no le guste que no mire” está muy extendido y muy mal empleado. Si yo tuviera un vecino maltratador lo denunciaría sin dudarlo. No se puede mirar para otro lado con respecto a estos temas y mucho menos cuando hay una matanza para deleite de personas. A mí me podrán llamar necio pero siempre estaré en contra de las matanzas de animales durante las fiestas patronales u otras fechas. España merece ser conocida fuera de nuestras fronteras por su gastronomía o su clima, pero no por ser asesinos de toros como así se nos conoce.

El artículo 632 del Código Penal dice así: «Los que maltrataren cruelmente a los animales domésticos o a cualesquiera otros en espectáculos no autorizados legalmente serán castigados…». ¿Entiendes que lo que en unas circunstancias sí es un delito, pueda en otras similares en cuanto a métodos y víctimas convertirse en un acto protegido por el simple hecho de celebrarse desde tiempo atrás?

No podemos estar dependiendo de nuestras costumbres. Por costumbre también teníamos tirar el orinal por la ventana, pero por suerte las personas cambiamos y nos adaptamos a los tiempos que corren. En Nalda (La Rioja), colgaban gallos boca abajo en una cuerda de fachada a fachada y pasaban jinetes a caballo a tirar de ellos hasta arrancarles el cuello. Afortunadamente allí fueron civilizados y dejaron de practicar semejante barbaridad.

¿Por qué la indiferencia cómplice a la hora de legislar en la mayoría de los políticos ante un episodio que personalmente casi todos rechazan?

Ahí sí que me pillas. Nunca he entendido bien a los políticos, pero imagínate que si no se ponen de acuerdo para ciertas leyes que nos atañen a las personas que les votamos, mucho menos legislaran para proteger a un animal.

¿Piensas que la gente perteneciente al mundo del arte y la cultura debe expresar públicamente su repulsa contundente a estas demostraciones que, a menudo, se amparan como integradoras del acervo cultural de los pueblos?

Yo creo que no sólo del arte y de la cultura sino en general. Yo tengo un perro y por las noches cuando bajo paseo con él. Nos juntamos muchas personas con nuestras mascotas y hablamos de lo que estamos haciendo con los animales. Yo con mi perro no puedo entrar a ningún sitio cuando en el resto de Europa se puede hacer perfectamente. Creo que todas las personas de bien debemos hacer un llamamiento para que el maltrato animal se acabe. La muerte de un animal no creo que alimente la cultura de un pueblo.

¿Qué le dirías a los lanceros que este año, después de clavarle a «Afligido» sus adargas, trataron de rematarlo cuando estaba en el suelo agonizando hundiéndole en el cuello un destornillador en repetidas ocasiones?

Les diría que tengan cuidado por que serían capaces también de hacerlo a una persona.

Por último, te rogaría que le transmitieses un mensaje a la sociedad ante el escaso compromiso existente en poner fin a una tradición que a casi todos repugna pero que muy pocos se molestan en trabajar por erradicar.

En mi humilde opinión creo que España daría una gran lección de civismo si se prohibiesen este tipo de actos que tanto nos afean en el exterior. Vivamos tranquilos, celebremos las fiestas con los amigos de charla y bailando, viendo teatro, o cine, o fuegos artificiales, pero dejemos a los animales que vivan su vida en paz.

Julio Ortega Fraile

www.manosrojastordesillas.blogspot.com