El texto que sigue fue publicado en el volumen 64 (noviembre de 2012) del boletín anarquista de contrainformación y acción “Bandera Negra”.

El texto que viene a continuación reúne retazos de transcripciones de grabaciones de una conversación con una de las compañeras arrestadas en la patrulla antifascista motorizada que se llevó a cabo el 30 de septiembre de 2012.  El relato se centra intencionadamente en las torturas que tuvieron lugar en la Dirección General de la Policía de Atenas, que el Estado trató de ocultar por todos los medios llegando hasta límites absurdos. Somos conscientes de que lo ocurrido no fue algo excepcional.

Este texto busca transmitir la experiencia de los compañeros y romper un silencio que permita que se repitan estos hechos. Todo lo que ha ocurrido se ha convertido en una oportunidad para revelar algo que es obvio, pero que ha sido sistemáticamente silenciado:

Este texto busca transmitir la experiencia de los compañeros y romper un silencio que permita que se repitan estos hechos. Todo lo que ha ocurrido se ha convertido en una oportunidad para revelar algo que es obvio, pero que ha sido sistemáticamente silenciado:

Que los pogromos fascistas no pueden continuar sin la ayuda de la Policía, que se está apresurando a atacar a aquellos que levantan su voz contra la actividad de las bandas nazis.

Que el Estado no es “neutral” frente a los “grupos extremistas”, como a menudo dice su propaganda, que iguala a la gente que lucha contra el Estado y contra la brutalidad del capitalismo, con las escorias fascistas que sirven a sus amos, atacan a los luchadores y a los grupos sociales y de clase más vulnerables.

Y que las armas del terror y la represión, que son las únicas que están usadas por un sistema político podrido, no son suficientes para acabar con la dignidad, la resistencia y la solidaridad. Porque esta brutalidad no es una razón para la subordinación, sino una razón para levantarse y para remover las conciencias.

Pregunta: ¿Querrías empezar por describir lo que ocurrió en la patrulla?

Respuesta: El domingo 30 de septiembre tuvo lugar la tercera patrulla antifascista motorizada. Había habido otras dos anteriormente en septiembre. La primera en los barrios de Metaxouryio, Ayios Pavlos y Omonia y la segunda en el barrio de Monastiraki, la calle Ermú y el barrio de Thisio.

Esa noche, comenzamos en el barrio de Exárjia sobre las 8 de la tarde y nos dirigimos hacia la Plaza Amerikís y las calles cercanas. El propósito de la patrulla era reforzar a los inmigrantes que habían recibido agresiones racistas unos días antes. Es cierto que cuando pasábamos por estos barrios había una emoción increíble por parte de los inmigrantes. Levantaban el  puño, aplaudían, hacían la señal de la victoria, nos decían “gracias”. Esto fue unos minutos antes de que fuésemos atacados. Es la última imagen que tengo antes de que atacara la Policía.

Pregunta: ¿En ese momento habría unas 80 motos?

Respuesta: Sí, dos personas por moto en casi todas, unas 150 personas.

Pregunta: ¿Y la Policía?

Respuesta: No pudimos verles bien porque era de noche y las luces de sus motos se nos echaban encima. Había muchos maderos del equipo motorizado Delta cuando llegamos al lugar donde los fascistas habían atacado a comercios regentados por inmigrantes. Paramos en la calle Filís y coreamos eslóganes. No sé cómo comenzó todo exactamente porque la patrulla era grande y la calle estrecha, las motos se extendían por toda la calle. Desde la parte de atrás de la patrulla escuché disparos y fogonazos de armas que estaban siendo disparadas de forma continua una y otra vez. La Policía había estado siguiendo la marcha por lo que los maderos se situaron en el final. El ataque tuvo lugar desde allí.

Se desató el caos. El humo que nos arrojaban estaba por todos lados, no podíamos vernos entre nosotros con claridad. Los fogonazos se sucedían a nuestro alrededor, sobre nosotros, por todos lados. La Policía nos estaba golpeando con sus porras. Había coches aparcados a la izquierda y a la derecha. Muchas motos estaban inmovilizadas y no podíamos avanzar dado el tamaño de la marcha.

Esto duró unos pocos minutos. De alguna forma intentamos avanzar para evitar que hubiera más heridos. Fui detenida, junto con el conductor de la moto en la que iba montado, por un coche patrulla un poco más abajo. Nos llevaron a la Dirección General de la Policía.

Al llegar a la Dirección General de la Policía vi a otras 13 personas que estaban en condiciones críticas tras haber sido fuertemente golpeadas. Algunos sangraban por la cabeza, otros tenían heridas en los brazos y en las piernas. Había mucha sangre. Algunos no podían ni caminar.

Pregunta: ¿A dónde os llevaron exactamente?

Respuesta: Estábamos en la sexta planta, fuera de las oficinas, en el vestíbulo. Había dos bancos, algunos estaban esposados y sangrando. Pedimos vendas para detener la hemorragia, pero no nos dieron nada. Tenía un paquete de pañuelos e intenté ayudar, aunque fuera para intentar taponar un poco la herida. Pero el paquete no fue suficiente porque no sólo había un herido, había muchos que estaban sangrando. Cuando pedimos papel, el policía nos dijo: “No vais a tener nada, os vais a quedar como estáis”.

A medida que pasaba el tiempo, llegaban más Deltas. Había un pequeño escritorio al final de uno de los bancos donde se reunían. Nos iban llamando por nuestros nombres y escribían en un papel la ropa que llevábamos y nuestra descripción general. Así es como nuestras supuestas identificaciones tuvieron lugar para darles tiempo a cocinar sus declaraciones sobre dónde habían tenido lugar nuestros arrestos y bajo qué circunstancias.

Entendimos todo esto más tarde, una vez que vimos de qué nos acusaban. Eran del todo mentiras y, aparte de los errores sobre el lugar en el que nos habían arrestado, habían confundido hasta nuestras descripciones. ¡No supieron ni hacer eso bien!

Pregunta: Vale, es obvio que las acusaciones fueron injustificadas. Simplemente tenían la orden de atacar la patrulla y arrestaron a todo el que pudieran mientras se dispersaba, incluso muy lejos del lugar del ataque. El “delito” es esencialmente participar en una marcha antifascista anarquista motorizada.

Respuesta: Eso es lo que buscaban, disolver la patrulla, especialmente en ese lugar en el que había tenido lugar el pogromo. Así que se inventaron unas acusaciones, junto con un montón de delitos mayores, que no podían sostenerse. Por el contrario, todo el mundo estaba gravemente herido por todas partes del cuerpo. Como era el caso de un chico joven que durante el tiempo que estuvimos arrestados, fue atacado por detrás con un táser. Nos decía todo el rato que todo su cuerpo se había paralizado y que se había caído. También lo vimos más tarde en la comisaría, tenía un agujero en la espalda, una herida profunda provocada por el táser.

En cualquier caso, pasaron muchas horas mientras esperábamos en los bancos. Tampoco teníamos agua. No teníamos nada, nos habían quitado todas nuestras pertenencias personales. Rechazaron nuestras peticiones de agua. En la basura encontramos una pequeña botella y otra más debajo del banco. Teníamos esas dos pequeñas botellas de plástico que podíamos rellenar sólo si pedíamos ir al baño y un policía decidía acompañar a uno de nosotros. Pero con cualquier excusa rechazaban incluso eso. Bebimos agua de esta forma, un sorbito entre 15 de nosotros cada 2 o 3 horas.

Había una puerta al lado, en la que entraban los Deltas individualmente a dar su testimonio. Entraron unos 30 de ellos, la mayoría se sentaban en torno al pequeño escritorio que he mencionado antes, alrededor nuestro, y el resto a lo largo del muro del pasillo.  Escuchamos de todo allí, es duro recordarlo. Cosas como: “Ya veréis contra quién tos habéis enfrentado” y “ya veréis si volvéis a hacer otra manifestación antifascista”, “fuisteis a por Aurora Dorada y mira, nosotros también somos Aurora Dorada”, “vais a morir como vuestros abuelos en Grammos y Vitsi” (una batalla de la Guerra Civil Griega). Realizaron comentarios sexistas a las mujeres, con un lenguaje muy vulgar, cosas que no escucharías a nadie en la calle.

Pregunta: ¿Cuántas mujeres erais?

Respuesta: Éramos dos chicas. Su rabia se centró en nosotras, es decir que estuvieron ocupados con nosotras durante muchas horas, insultándonos y amenazándonos. Después se refirieron a compañeros muertos como Lambros Funtas, Aléxandros Grigorópulos o Christóforos Marinos, diciendo que el resto de nosotros acabaríamos pronto como ellos.

En medio de todo esto, había un Delta alto que tenía vendado su brazo izquierdo. Sabíamos que era un Delta por su uniforme. Se nos acercó y nos pisó los pies con sus botas, fumando y echándonos encima la ceniza. Después cogió su móvil y empezó a grabarnos. Nos sacó fotos y dijo: “Tenemos vuestras direcciones, tenemos vuestros nombres y ahora tenemos vuestras caras. Aurora Dorada va a tener todo esto”. Si alguno de nosotros intentaba resistirse de forma verbal él le golpeaba y le daba patadas.

Pregunta: ¿Fue esta persona en particular?

Respuesta: Él nos golpeaba sobre todo y los demás lo acompañaban. Nos insultaban y nos daban puñetazos o nos golpeaban la cabeza contra la pared. Las torturas no son solo los golpes, son también las amenazas, los intentos de humillación. Son también formas de tortura. Pero había también ataques físicos.

No podía seguir mirando a los que estaban sangrando y eran golpeados incluso más. El que peor estaba era uno que se había llevado un golpe en la cabeza y llevaba horas sangrando, tenía un dolor continuo y pedía un médico. En cuanto hablaba, le golpeaban.

También porque habían pasado muchas horas (habíamos logrado guardar un reloj y sabíamos la hora) intentamos cerrar los ojos para descansar durante unos minutos. Estábamos exhaustos, especialmente los heridos. En algún momento, el chico que sangraba por la cabeza cerró los ojos y se desplomó. No le dejaron, le gritaron: “Arriba, no te vas a dormir, levántate”.

Otro al que le habían golpeado en la cara sangraba por encima de la nariz y del brazo. Otros habían sido golpeados en la espalda y tenían las marcas de las porras. Durante su arresto, habían sido tirados al suelo y allí les habían golpeado mientras les inmovilizaban. Y mientras estaban en el suelo, la Policía trató de quitarles los cascos de moto con fuerza y a riesgo de ahogarles con la correa.

Tenían marcas de porrazos por todo el cuerpo: en la espalda, en el vientre, en las piernas, en los brazos. Por la posición en la que estaba colocado el banco yo tenía las piernas plegadas y mi cabeza agachada para evitar que me hicieran fotos a la cara con sus móviles.

Ese Delta que he mencionado antes se me acercó y empezó a tirarme del pelo para levantar mi cabeza para hacerme una foto. La primera vez que ocurrió el que estaba a mi lado protestó. Fue golpeado por sus quejas. La segunda vez, protesté cuando el Delta se acercó y me pegaron. Como tenía los brazos cubriéndome la cara, con los codos en alto, me dieron en el cuello. Me daba donde podía porque no podía alcanzar mi cara. Me tiraba del pelo y mientras me daba bofetadas y puñetazos.

Pregunta: Este Policía en concreto, ¿era el que decía que enviaría las fotos al partido neonaziAurora Dorada?

Respuesta: Sí, y me acuerdo de él porque tenía un brazo vendado. Entonces empezó a grabar un vídeo. La tercera vez que se me acercó, me amenazó con que sabía dónde vivía, seguí sin mostrar mi cara y empezó a golpearme otra vez. Es entonces cuando empecé a llorar. Lo empujé y empecé a  chillar y a gritar que nos dejaran en paz, que habíamos sido arrestados y no tenía derecho a hacer esto.

Durante todo este caos no puedo recordar que es lo que dije exactamente, pero estaba gritando muy alto. Por mis gritos, alguien que iba vestido de civil  entró en la sala, puede que fuera el oficial de servicio, y le agarró para que dejara de pegarme y le dijo a los Deltas que ya habían testificado que se fueran.

Esto significaba que la mayoría de ellos ya habían testificado hace horas y se quedaban allí simplemente para continuar con esto. Y desde ese momento, él se fue. Olvidé mencionar que no fue el único que nos hizo vídeos y saco fotografías. El las hizo más de cerca porque iba andando entre nosotros. Los otros estaban sentados en el escritorio y grababan a su compañero haciéndonos esto.

Las agresiones pararon, pero todo lo demás siguió igual. Tenían un puntero láser con el que nos apuntaban a los ojos cuando nos quedábamos dormidos. Entonces apagaban las luces y nos enchufaban con una linterna diciendo: “Así se hace un interrogatorio” y “Ahora te enseñaré cómo se hace”. Y otra vez, uno de ellos  se acercaba a nosotros con la linterna cuando las luces estaban apagadas.

También jugaron el aire acondicionado, haciendo que tuviésemos frío o calor. Dejé de pedir ir al baño porque cada vez que pasaba los policías me hacían comentarios horribles. Insultos sexistas, amenazas, de todo. Y había algunos de ellos con sus móviles preparados para echarme una foto.

Pregunta: ¿Cuándo paró todo esto?

Respuesta: Sobre las 7 de la mañana, cuando se fueron todos los Delta. Habíamos sido detenidos algo más tarde de las 9 de la noche. Todas esas horas estuvimos sin hablar con un abogado. Los abogados llegaron algo más tarde de las 3 de la tarde. Habíamos estado en la sexta planta de la Dirección General de la Policía durante unas 19 horas.

El compañero herido fue llevado al hospital el lunes por la mañana. Le dieron puntos en la cabeza y le pusieron el brazo roto en cabestrillo. El resto de los heridos no vieron a ningún médico. Le llevaron directamente a ver al forense el jueves.

Se me olvidó mencionarlo, cuando estuvimos en la sexta planta nos pidieron que entrásemos de uno en uno en una oficina supuestamente para revisarnos. Allí nos hicieron una revisión corporal y nos hicieron desnudarnos. Nos hicieron otra revisión corporal el domingo por la noche.

No llevaron a las oficinas del fiscal. El fiscal nos dijo que estaríamos bajo custodia hasta el jueves. Cuando regresamos a la Comisaría, nos llevaron a la séptima planta donde están los calabozos. Nos volvieron a llamar de uno en uno para hacernos revisiones corporales.

Yo protesté porque dije que no tenía sentido que nos volvieran a revisar cuando había ido acompañado todo el rato por un policía. Me dijeron que esas eran las normas, me llevó a una sala. Antes de las celdas se encuentran las oficinas y a  la derecha hay una pequeña habitación que es como un trastero. Entré y esperé a que se cerrara la puerta. Me dijo que esa puerta no se cerraba y que me revisaría así. Le dije: “¿Qué dices? ¿Me vas a revisar con la puerta abierta?”. Justo enfrente había un escritorio con un madero trabajando y había otro policía yendo y viniendo entre las oficinas y los calabozos. No había nada que nos separara. Estaba frente a la puerta.

Pregunta: Los que fueron detenidos el lunes dieron un relato similar, durante el ataque de los antidisturbios a la concentración solidaria dentro del recinto los Juzgados de la calle Evelpidon.

Respuesta: Sí, 25 personas fueron detenidas y cuatro arrestadas. Una fue una chica joven, la trajeron más tarde a los calabozos con nosotros.

Querría decir algo muy importante para nosotros que incluso desde el primer día que fuimos llevados a la oficina del fiscal hasta el jueves y el viernes (tras 20 horas en los juzgados y finalmente puestos en libertad bajo fianza y en condiciones restrictivas), todos esos días, la solidaridad que recibimos de la gente nos dio unas fuerzas increíbles. Nos fortalecimos viendo a los compañeros gritar consignas. Sin solidaridad no creo que pudiéramos habernos mantenido tan fuertes como lo estamos ahora.

Finalmente, querría apuntar que la razón por la que estamos informando de la tortura de la Policía no es la de hacernos las víctimas. El Estado siempre ha intentado y continuará con su intento de aterrorizarnos con todos los medios posibles. Nuestra intención es revelar estos hechos y a través de ellos hacernos más conscientes y más fuertes en la lucha contra la barbarie que se nos impone.

* Nota: El 27 de octubre, tuvo lugar una cuarta marcha motorizada en la que se corearon eslóganes, y que atravesó el centro de Atenas con banderas rojas y negras.

El texto en griego, en inglés.

Extraido de: verba-volant.info


Fuente: verba-volant.info