• La ocupación y el desempleo empeoran respecto al trimestre anterior, aunque en términos interanuales y desestacionalizados mantienen su dinámica de crecimiento.
  • El trabajo a tiempo parcial gana peso y la tasa de parcialidad se sitúa en el 13,8%, una décima más que hace doce meses.
  • Esta dinámica se produce en un contexto de reducción de los salarios reales debido a la inflación acumulada y a los altos precios de la vivienda.

Actualización de la ocupación y el paro

Hoy se han publicado los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondientes al primer trimestre de 2024. Respecto al trimestre anterior, la ocupación ha caído en 139.700 personas, y el paro ha crecido en 117.000. Esta destrucción de empleo tiene un carácter estacional, y es frecuente en la economía española en el primer trimestre del año, si bien ha sido especialmente pronunciada: excluyendo los años del covid, se trata del mayor descenso de la ocupación en una década. No obstante, en términos interanuales, la ocupación creció en 615.800 personas, y el paro descendió en 208.500 personas. Así, el primer trimestre de 2024 termina con 21.250.000 personas ocupadas, y con 2.977.900 personas en paro, lo que implica una tasa de paro del 12,29%.

Respecto al trimestre anterior, la ocupación ha disminuído en todos los sectores. La caída es especialmente marcada en agricultura (-3,49%) y en industria (-1,34%), seguida por la construcción (-1,21%) y por servicios (-0,34%). Sin embargo, si dejamos de lado el efecto estacional y ponemos el foco en la transformación en los últimos 12 meses, el sector servicios crece en términos interanuales un 3,33%, sumando 522.800 empleos. Dentro de este sector, el mayor crecimiento lo han experimentado las actividades sanitarias y de servicios sociales (150.600 ocupadas más), la hostelería (133.000) y la información y comunicaciones (95.400), mientras que la ocupación ha caído especialmente en la administración pública y defensa (-26.500), las actividades financieras y de seguros (-17.100), y las actividades inmobiliarias (-10.200). En cuanto al resto de sectores, la industria ha crecido un 0,73% interanual, mientras que la construcción toma impulso creciendo un 6,14%. Por último, en la agricultura se ha destruido un 3,49% del empleo respecto al mismo periodo del año anterior, manteniéndose en una senda decreciente en términos de ocupación. En relación al carácter público o privado del empleo, el grueso del incremento del empleo se ha producido en el sector privado, que suma 559.800 empleos y crece al doble de velocidad (3,27% interanual) que el sector público (1,60% interanual, equivalente a 56.000 empleos).

Régimen de dedicación y temporalidad

En lo relativo a la evolución del empleo por régimen de ocupación, la tasa de parcialidad se sitúa en el 13,8% del empleo total, lo que supone un aumento interanual de una décima. El empleo a tiempo parcial crece más rápido que el empleo a tiempo completo, con 2.941.500 personas ocupadas a tiempo parcial, un 4,06% más que en el mismo periodo del año anterior. Desde CGT llamamos la atención sobre esta preocupante cifra, pues el empleo a tiempo parcial representa una de las grandes fuentes de precariedad y segregación ocupacional en el Estado español. Las mujeres constituyen el 72,6% de las contratadas a tiempo parcial, frente al 27,4% de contratos parciales correspondientes a hombres, lo que acrecienta la brecha salarial. Esta diferencia es en parte debida al desigual reparto de las responsabilidades domésticas y de cuidados: entre las personas que trabajan a jornada parcial para conciliar el trabajo con las responsabilidades y cuidados familiares, las mujeres alcanzan el 87,3%, mientras que los hombres son sólo el 12,7%.

Además, el 45% de las personas empleadas a jornada parcial en el primer trimestre de 2024 (1.323.600 personas) lo hacen de forma involuntaria, trabajando a tiempo parcial por no haber encontrado un empleo a jornada completa. Los menores salarios y peores condiciones asociados a este tipo de jornada disparan la pobreza entre los trabajadores y trabajadoras: Según Eurostat, en 2023 el 20,5% de las personas trabajadoras a tiempo parcial estaban bajo el umbral de la pobreza, frente al 9% de trabajadoras a tiempo completo[1]. Estos datos son coherentes con otras estadísticas, como la Encuesta Europea de Condiciones de Trabajo[2], cuyos últimos datos revelaban que cerca de un 8,3% de las personas ocupadas a tiempo completo y de un 19,5% de las personas ocupadas a tiempo parcial tenían dificultades o muchas dificultades para llegar a fin de mes.

En relación a la temporalidad, desde que se empezó a aplicar la reforma laboral de 2022, hemos visto cómo la contratación temporal no ha parado de caer. Mientras que en el primer trimestre de 2020 afectaba al 25% de los trabajadores asalariados, en el mismo periodo de 2023 la tasa de temporalidad fue del 17,5%, y en la actualidad se ha reducido al 15,7%. La temporalidad supone un problema en tanto interrumpe y aminora la obtención de ingresos del trabajo, y eso tiene implicaciones sobre las condiciones de vida. Sin embargo, aunque se haya reducido la incidencia de la contratación temporal, el empleo que existe actualmente no proporciona ingresos suficientes para tener unas condiciones de vida dignas a importantes capas de la población. Ya hemos incidido en el porcentaje de trabajadores y trabajadoras que, a pesar de trabajar, están en riesgo de pobreza o tienen dificultades importantes para llegar a fin de mes. A esto se pueden sumar otros indicadores, como los que ha actualizado este año la Encuesta de Condiciones de Vida, que revelaba que un 20,7% de la población no pudo permitirse en 2023 mantener la vivienda a la temperatura adecuada.

Para concluir: no perder de vista la situación de fondo

Como ya hemos señalado en otras ocasiones, el crecimiento de la ocupación y la disminución del paro se está produciendo en un contexto de reducción de los salarios reales debido a la inflación, lo que ha implicado una pérdida de poder adquisitivo de la clase trabajadora y un aumento de los márgenes de las empresas. A esto se suma el enorme problema de vivienda que existe en el Estado español, con unos precios en constante ascenso, que impiden el acceso a una vivienda digna a muchas personas, u obligan a pagar por ella cantidades astronómicas. Así, el acceso a la vivienda se ha convertido en una forma de extracción de las rentas de la clase trabajadora, especialmente en el mercado del alquiler: y es que no sólo caen los salarios reales, sino que una parte importante de estos ha de dedicarse al pago del alquiler. Recientemente se han publicado informes que muestran la sangrante realidad del problema de la vivienda. Entre otros datos, en ellos se refleja cómo el 45% de los inquilinos e inquilinas en el Estado español se encuentran en riesgo de pobreza[1], o cómo los hogares de caseros tienen una renta media que duplica a la de los inquilinos[2].

[1] Eurostat, Eurostat, In-work at-risk-of-poverty rate by working time – EU-SILC survey.

[2] Encuesta europea de condiciones de trabajo 2021. Datos de España, año 2023. Disponible en: https://www.insst.es/documentacion/material-tecnico/documentos-tecnicos/encuesta-europea-de-condiciones-de-trabajo-2021-datos-espana-2023

Sin embargo, más allá de que la situación de la clase trabajadora no sea ni mucho menos tan positiva como algunas personas claman utilizando los datos de la EPA, como sindicato de clase no podemos caer en el inmediatismo de guiarnos únicamente por la coyuntura presente. Por su propia naturaleza, el capitalismo alterna momentos de relativa expansión con momentos de profunda crisis. En los momentos de expansión, el dinamismo de los capitales puede permitir que mejoren ligeramente las condiciones de vida de la clase trabajadora: que se produzcan algunas reformas, que disminuya el desempleo… Pero estas reformas nunca van a solucionar el problema de fondo. En primer lugar, porque no pueden ser más que coyunturales: en un sistema como este, la expansión económica es la antesala de la crisis, y las reformas y mejoras impulsadas desde arriba pueden desaparecer cuando cambia la coyuntura. Y, en segundo lugar porque, aunque la economía capitalista vaya mejor o peor, siempre descansará sobre la explotación de los trabajadores y trabajadoras, y sobre la irracionalidad de un sistema orientado a maximizar la acumulación de capital, en vez de el bien colectivo de toda la sociedad.

Es por esto que como sindicato no podemos tener una actitud complaciente respecto a la coyuntura económica: debemos señalar todos los problemas y toda la miseria que sigue sufriendo la clase trabajadora y, sobre todo, debemos poner sobre la mesa la necesidad de luchar y organizarnos para poner fin a esta situación. Porque sólo los avances logrados mediante la movilización y la lucha pueden perdurar y hacernos avanzar hacia la emancipación de nuestra clase.

Por ello, este 1 de mayo, Día internacional de la clase trabajadora, CGT saldrá a la calle para reivindicar la fuerza de la organización sindical, y para luchar por la reducción de la jornada laboral sin pérdida de salario. Como sindicato, hacemos un llamamiento a todos los trabajadores y trabajadoras, parados y paradas, a unirse a las movilizaciones en sus territorios.

[1] Informe anual del Banco de España, 2023, capítulo 4. Disponible en: https://www.bde.es/f/webbe/SES/Secciones/Publicaciones/PublicacionesAnuales/InformesAnuales/23/Fich/InfAnual_2023_Cap4.pdf

[2] “El mercado del alquiler. Fuente de desigualdad social”, Grupo de Estudios Críticos Urbanos, disponible en: http://estudioscriticosurbanos.com/


Fuente: Secrerariado Permanente del Comité Confederal de la CGT