La escuela podría ser uno de los lugares donde las personas aprendiéramos a conocer su entorno y las tradiciones culturales que se han desarrollado, un acceso al mundo y sus formas, las ideas y prácticas emancipadoras, las tomas de decisiones a partir del conocimiento de las opciones, los saberes imprescindibles y los prescindibles (y no por ello menos importantes) que nos tocan como humanos en este pedazo de mundo en que vivimos ...

Podríamos tener escuelas acogedoras, integradores, cooperantes, libres y liberadoras, iluminadoras y luminosas, lugares donde el aire pasara por las ventanas y por las paredes, donde las clases sociales no se notaran porque estuvieran en proceso de disolución, y la razón fuera el centro de los aprendizajes que se hicieran, sin convertirse en nuevo dogma de fe. Una razón crítica y a la vez puesta en duda siempre que fuera necesario …

Podríamos tener escuelas acogedoras, integradores, cooperantes, libres y liberadoras, iluminadoras y luminosas, lugares donde el aire pasara por las ventanas y por las paredes, donde las clases sociales no se notaran porque estuvieran en proceso de disolución, y la razón fuera el centro de los aprendizajes que se hicieran, sin convertirse en nuevo dogma de fe. Una razón crítica y a la vez puesta en duda siempre que fuera necesario …

La escuela podría ser un espacio de reflexión que inundara las familias de cualquier tipo que llevaran a sus hijos e hijas, lugares que derramen saber y a la vez conocimiento, métodos y modos, bienestar y cultura …

Podríamos tener guarderías, colegios, institutos, universidades, escuelas en casa y lo que fuera que trabajaran activamente para subsanar las opresiones de género, sexuales, de clase … palancas que movieran el mundo entero cuando las niñas y los niños se convirtieran adultos con capacidades plenas para mirar, pensar, tocar, imaginar, elegir, oler, vislumbrar, amar y sentir …

Podría ser mañana mismo que esto ocurriera, podría haber sido antes de ayer y hoy también. Pero quien manda no está dispuesto. Porque quien manda tiene como principal objetivo mantener su mando ciego y despótico sobre la sociedad que mantiene sometida a partir de un consenso democrático sugerido, mantenido y convencido por la dictadura de los medios de desinformación y, también, por la misma familia y la escuela.

Mantener la dominación sobre la mayoría es su máximo objetivo. Mantenerla e incrementarla. Por eso nos recortan todo lo imaginable y lo inimaginable, por eso nos facilitan el consumo de productos, los mal llamados «bienes de consumo» pero también de sustancias y de personas. El consumo se convierte en el dogma básico de una sociedad que a su vez hace desaparecer escuelas y hospitales, enseñanza y sanidad, maestros y médicos …. y los sustituye por policías, psiquiatras y funcionarios de prisiones. Queda claro hacia dónde vamos …

En medio de este recorte total de derechos y libertades reales, los «dueños» continúan su santa misión contra las culturas pequeñas como la nuestra y al lado del mercado (que afirma que quien no es rentable no tiene derecho a existir) ponen las mil y una normas que condenan lenguas como la nuestra, el catalán, a una lenta pero inexorable agonía. Ponen en duda la inmersión lingüística en las cuatro provincias de Cataluña, retiran el requisito del catalán para ser funcionario en Baleares y lo quieren alejar de las escuelas e institutos, desasisten las escuelas catalanas de la Cataluña Norte, dañan la lengua y continúan la acelerada sustitución lingüística en Valencia, llaman aragonés oriental al catalán que se habla en la Franja de Ponent … Esto se llama ofensiva, guerra total de exterminio o como queráis pero es legal y pasa ahora aquí. Por tanto, si queremos parar, debemos enfrentarlo desde la actualidad y prescindir de la legalidad. Sólo desobedecer nos puede hacer libres, sólo si aprendemos a desobedecer lo podremos cambiar.

La mayoría de los que se llenan la boca con las palabras «catalán», «Cataluña» … o «Países Catalanes» también lo miran como si esto no fuera con ellos porque no lo hace «España» ni «Francia «. Tenemos exterminadores culturales y lingüísticos propios, autóctonos, unos por acción y otros por omisión. Y tienen nombres tan nuestros como Fabra, Camps, Bauzà, Mas, de Gispert … Recortan la lengua, recortan la educación, recortan la libertad, recortan nuestras vidas una tras otra, todos los días del año, y los respetamos porque representan el Poder.

Y no lo hacen porque sean «malos», «descuidados» ni «por equivocación» … Sus actos responden a un plan pensado y meditado, incluso repetido una y otra a lo largo de nuestra historia reciente. Raimon lo explicaba hace cuarenta años cuando cantaba las enseñanzas que un represaliado con cuatro años de prisión en 1963 le transmitió tras un recital: «Si sólo los ricos estudian, sólo los ricos sabrán, nos engañarán con cualquier cosa: unas tetas en cromo, unos culos fotografiados, cuatro palabras solemnes y un fútbol manipulado «. Queda claro, ¿no?

Decía Joan Fuster que si no recobrábamos en nuestra unidad seríamos destruidos como pueblo. Y tenía razón, tanta como Ramon Muntaner explicaba el ejemplo de la mata de junco y hacernos ver que sólo la unidad de los juncos, de las personas en este caso, nos hace indestructibles, porque sólo somos frágiles (Uno no es ninguno como decía Brossa), tanto que nos pueden romper, cortar, tal como de hecho hacen. Pero juntos, los juncos son indestructibles, no se pueden romper. Por ello, la unidad de los juncos debe incluir todo: derechos individuales y colectivos, libertades civiles, nación y pueblo. Derechos a ser aunque le pese a quien mande, derecho a saber y a tener escuelas donde todo funcione porque mañana funcione todo, libertades para ejercerlas y no sólo para elegir uno u otro canal de televisión, y nación y pueblo, porque la metafísica de la primera palabra necesita la física de la segunda palabra como la tierra que quiere agua para florecer y que florecerá.

Jordi Martí Font


Fuente: Jordi Martí Font