Artículo de opinión de Rafael Cid.

La explotación partidista de las instituciones que sistemáticamente llevan a cabo PSOE y PP está allanando el camino para que España deje de ser uno de los pocos países europeos donde los ultranacionalistas xenófobos carecen de apoyo ciudadano. Se trata de una competición librada no solo en sus ámbitos naturales de actuación sino que se amplifica tóxicamente a toda la sociedad a través de sus acólitos mediáticos. Todos a una arrimando el ascua a su sardina. Sin importar el uso depredador que se haga de los procedimientos para mantenerse en el poder o en sus aledaños a cualquier precio.

La explotación partidista de las instituciones que sistemáticamente llevan a cabo PSOE y PP está allanando el camino para que España deje de ser uno de los pocos países europeos donde los ultranacionalistas xenófobos carecen de apoyo ciudadano. Se trata de una competición librada no solo en sus ámbitos naturales de actuación sino que se amplifica tóxicamente a toda la sociedad a través de sus acólitos mediáticos. Todos a una arrimando el ascua a su sardina. Sin importar el uso depredador que se haga de los procedimientos para mantenerse en el poder o en sus aledaños a cualquier precio. La forma catatónica de celebrar el cuarenta aniversario de la funambulesca Constitución.

Un barrizal que arranca de aquel compadreo entre Rajoy y Sánchez para prohibir el derecho a decidir en Catalunya desenfundando el artículo 155 de la Carta Magna. Entonces, la única manera que encontró el duopolio dinástico hegemónico para imperar oligárquicamente fue suspender los acuerdos tomados en el ejercicio de su soberanía por un Parlament surgido de unas elecciones por imperativo legal. Como no había precedentes, se echó mano del código penal del enemigo y de unos jueces (ella Carmen Lamela, la responsable de mandar a prisión al “terrorista vegano” Nahuel, ahora promocionada al Tribunal Supremo, y él Pablo Llarena, el “azote del procés”) que no dudaron en aplicar la justicia sumarísima urbi et orbi. El resultado, para escarnio del derecho equitativo y el sentido común, fue un “a por ellos” que culminó en causa general contra todo lo que oliera a autodeterminación. “Provisionalmente”, todos a la cárcel, y luego ya veremos.

Vino después la pírrica victoria del sanchismo mediante una moción de censura al PP con 84 escuálidos escaños gracias a una piñata de compañeros de viaje en la izquierda y el nacionalismo plural. Cambió la música pero la letra siguió siendo igual de marcial que con la caverna. Al bloqueo de la mesa del Congreso, en manos del rodillo derechista de PP y Ciudadanos salido de las urnas, se respondió desde el nuevo Gobierno con impúdicos atajos para festín de fieles y advenedizos. Blandiendo el martillo pilón del decreto-ley se aprobaron normas necesarias como la recuperación de la sanidad universal para los migrantes; panfletos como la exhumación de la momia de Franco del Valle de los Caídos (aún pendiente de resolver); y la renovación de la dirección de RTVE (porque un poder sin agitprop no ocupa lugar: hoy tenemos tarifa plana para Pedro J. Ramírez y sus lebreles de El Español en las tertulias y a la Igartiburu y su “Corazón” un día sí y otro también como aval del aggiornamento catódico).

Y así fue en tanto los desahuciados de Moncloa trataban de rumiar la resaca del caso Cifuentes y sus trolas; el cambio en el trono del Partido Popular; y las tarascadas sobre los méritos académicos de su nuevo líder Pablo Casado. Hasta que desactivado este postrer sofoco, el miedo cambio de bando y el gobierno con más mujeres del mundo, feministas probadas, bebía su propia cicuta. Si lo del ministro de Cultura Maxim Huerta quedó solo en un nasciturus, y lo del “gol por la escuadra” de la titular de Trabajo en un rictus de estulticia, la salida por la tangente de la titular de la cartera de Sanidad Carmen Montón, por colmatación de pifias, abría una crisis cierta en Ferraz. De poco sirvieron los inventos del rasputín de la demoscopia Iván Redondo postureando a Sánchez con gafas de sol en el avión presidencial, haciendo footing por los jardines de la Moncloa (nada que ver con el casposo running de Rajoy) o de cicerone de la residencia oficial. La procesión ya había salido del paritorio.

Así que a grandes males grandes remedios. Mientras jugaba al gato y al ratón con Podemos aprovechando el sabático forzado de Iglesias para atender a sus bebés, el PSOE decidió echarse al monte. Lo primero fue poner el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el prestigioso organismo de sondeos dependiente del Gobierno, a los pies de José Félix Tezanos, un guerrista de tosca estampa, que intentó compaginar el nuevo cargo con su sillón en la Comisión Ejecutiva Socialista. Mano de santo. El primer barómetro del CIS publicado bajo sus auspicios certificó el chupinazo del “efecto Sánchez otorgando el sorpasso de los socialistas sobre los populares; y en el segundo y último sondeo le ha aupado al podio del ranking de dirigentes políticos. Aunque el estudio se había cerrado el 11 de septiembre, cuando el Ejecutivo aún permanecía en estado de gracia, los resultados son desconcertantes: en estimación de voto (con cocina) el PSOE aventaja al PP en casi 10 puntos, pero en intención de voto (directo) Moncloa pierde 5 puntos y Génova 13 sube 2,7.

Pronosticar el pasado tiene esos riesgos. El próximo CIS se encontrará con Casado casi exonerado de responsabilidad por la fiscalía del Supremo; la defenestración sobrevenida de Montón dejando tocado al famoso gabinete feminista; el bumerán curricular sembrando ahora sospechas sobre la tesis doctoral de Sánchez; el episodio de las bombas que “no se equivocan matando yemeníes” haciendo estragos en las conciencias progresistas; y a Dolores Delgado, ministra de Justicia y notaria mayor del Reino, compartiendo mesa, mantel y confidencias delictivas con Baltasar Garzón y sus compinches de la mafia policial para celebrar la concesión de una medalla policial al comisario Villarejo (otra más, como la de Billy el Niño o la del teniente coronel Rodríguez Galindo). Para los que quieren quitar hierro al asunto por datarse en octubre del 2009, hay que recordar que solo cuatro meses antes el Supremo había revocado el cierre del diario Egin y su radio urdido por “Balta” y sus galardonados conmilitones. Y que ya en el temprano 2007 José Díaz Herrera había denunciado esa trama con todos los nombres y precisiones de la chusma en el libro “Garzón: juez o parte”. ¡No se hagan de nuevas, señores mediócratas!

Nada de esto, sin embargo, estaba en las previsiones cuando se divulgó la encuesta del CIS que retrataba al PSOE y a su líder con el maillot amarillo. Tampoco se esperaba el fuego amigo de El País aireando el plagio del libro de Sánchez y cía, y la “exhumación” pública de las figuras de Felipe González y José María Aznar para conmemorar el 40º de la Constitución. A diestra y siniestra, lo que la opinión pública ha contemplado por parte del partido en el poder y su rival en la oposición, arracimados ambos con sus afines ideológicos y las terminales informativas, ha sido el cúmulo de despropósitos y desmanes perpetrados contra los valores democráticos. Carentes ya de la mayoría absoluta de otros tiempos que les facilitó tantas fechorías, utilizan ahora su posición dominante en las instituciones con el descaro y la prepotencia de tiempos pasados. Con nocturnidad y alevosía se incrusta una enmienda de los Presupuestos en una propuesta sobre formación de jueces en violencia de género para evitar el bloqueo del Senado, donde el PP tiene ventaja. Un “atajo legal” avalado por la “mayoría progresista” en la Comisión Justicia que desoye la última doctrina sobre las normas ómnibus del Tribunal Constitucional (TC). Política de hechos consumados que luego sería agravada por la Mesa del Congreso, acaparada por PP y Ciudadanos, con un corte de mangas que hurtó su prerrogativa al pleno de la cámara. Esperpentos antidemocráticos que, por un lado, copian lo actuado por Maduro en Venezuela contra los representantes de la nación y, por otro y en sentido contrario, en esa especie de “Brunete jurídica” municionada por PP-PSOE-C`s para anular lo aprobado por el Parlament de Catalunya en su proceso constituyente.

Todas estas tretas del bipartidismo menguante minan la eficacia del derecho y revelan una tentación confiscatoria de la casuística democrática más elemental. Como Romanones, antes que dar su brazo a torcer PP y PSOE se bunkerizan en los reglamentos. Abusando de la falta de antecedentes que sirvan de guía para un claro proceder y de que un recurso al TC solo obtendría respuesta ad calendas graecas, sin paralizar lo actuado, el duopolio ha pasado del absolutismo electoral al rodillo de las mayorías intraparlamentarias. Una forma de abonar el descrédito de las instituciones, minar la democracia de valores y preparar la pista de abordaje para movimientos populistas de corte xenófobo que capitalicen el hartazgo de la gente con la casta de aforados, irresponsables y paniaguados. Tabla rasa para la corrupción sistémica a la vez que el actor Willy Toledo es procesado por atentar contra “los sentimientos religiosos”. ¡Santiago y cierra España!

Rafael Cid

 


Fuente: Rafael Cid