En un alarde del cinísmo que caracteriza al fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño, ha afirmado esta mañana ante la comisión parlamentaria que investiga los atentados del 11 de marzo en Madrid que no se había enterado hasta esta mañana de que la Policía encontró el mismo 11-M en Alcalá de Henares la furgoneta utilizada para transportar los explosivos.

De las declaraciones que ha hecho esta mañana Fungairiño¡, que comparecía ante la comisión en calidad de experto en materia antiterrorista, sólo se desprende que miente descaradamente, porque mientras desoye y niega al fiscal general del Estado, Cándido Pumpido que le solicitó que levante el secreto sumarial en relación con las diligencias y documentos cuyo contenido no comprometa la investigación para enviarlos a la comisión del 11-M, hace alarde de su "ignorancia" en datos fundamentales y públicos sobre el atentado más grave que ha ocurrido en España.

Fungairiño no sólo miente, sino que actúa con nocturnidad, alevosía y partidistamente, desde su poltrona intenta proteger a quienes apostaron por él, a los de su misma ideología, al Partido Popular, que lo juestifican, una vez más, ya que para Vicente Martínez Pujalte, miembro de este partido, declaraba que "Quedarse en una anecdota me parece improcedente". El Fiscal General del Estado debe analizar lo que Fungairiño ha dicho a la comisión y si se demuestra que Fungairiño ha mentido, estaríamos hablando de un delito, con todas sus consecuencias, y si no, es susceptible de un expediente por negligencia.


En un alarde del cinísmo que caracteriza al fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño, ha afirmado esta mañana ante la comisión parlamentaria que investiga los atentados del 11 de marzo en Madrid que no se había enterado hasta esta mañana de que la Policía encontró el mismo 11-M en Alcalá de Henares la furgoneta utilizada para transportar los explosivos.

De las declaraciones que ha hecho esta mañana Fungairiño¡, que comparecía ante la comisión en calidad de experto en materia antiterrorista, sólo se desprende que miente descaradamente, porque mientras desoye y niega al fiscal general del Estado, Cándido Pumpido que le solicitó que levante el secreto sumarial en relación con las diligencias y documentos cuyo contenido no comprometa la investigación para enviarlos a la comisión del 11-M, hace alarde de su «ignorancia» en datos fundamentales y públicos sobre el atentado más grave que ha ocurrido en España.

Fungairiño no sólo miente, sino que actúa con nocturnidad, alevosía y partidistamente, desde su poltrona intenta proteger a quienes apostaron por él, a los de su misma ideología, al Partido Popular, que lo juestifican, una vez más, ya que para Vicente Martínez Pujalte, miembro de este partido, declaraba que «Quedarse en una anecdota me parece improcedente». El Fiscal General del Estado debe analizar lo que Fungairiño ha dicho a la comisión y si se demuestra que Fungairiño ha mentido, estaríamos hablando de un delito, con todas sus consecuencias, y si no, es susceptible de un expediente por negligencia.

No es la primera vez que unas declaraciones de Eduardo Fungairiño, fiscal jefe de la Audiencia Nacional, dejan a todos estupefactos. Nos remontamos a 1997. Criticado por todas las asociaciones de fiscales y rodeado por la polémica, es nombrado fiscal jefe de la Audiencia Nacional y a los pocos meses se desata la primera tormenta.

Un informe de Fungairiño justificaba la actuación de los militares en las dictaduras chilena y argentina porque las Juntas Militares «sólo pretendían la sustitución temporal del orden constitucional establecido».

Las críticas forzaron la comparecencia en el Congreso de los Diputados de Jesús Cardenal -entonces fiscal general del Estado-, que calificó la frase de desafortunada y a continuación, resaltó el compromiso de Fungairiño con la democracia.

Cabecilla del denominado grupo de «fiscales rebeldes», Eduardo Fungairiño fue expedientado por ocultar un informe sobre el atentado de ETA contra José María Aznar. Cuando apareció el documento y se le pidieron explicaciones, aseguró -sin atisbo de sonrojo- que, «en función del resultado, las investigaciones se aportan al juzgado sólo si favorecen las tesis de la acusación». Por dicha falta grave le fue impuesta una sanción de 50.000 pesetas, que comparó con una multa de tráfico.

Más recientes son sus opiniones sobre el accidente del Yak-42. Cree Fungairiño que no es procedente investigar el caso porque no ve responsabilidad penal y porque son hechos ocurridos en el extranjero.