Artículo publicado en Rojo y Negro nº 378, mayo 2023

No hay respuesta a esta pregunta, solo hipótesis de trabajo, de práctica cotidiana. El cuatro de enero de 2023 @BlackSpartak publicaba el artículo «El Movimiento Socialista y el Anarquismo Organizado» en el que hacía una serie de aportaciones al debate libertario, a las que nos referimos a continuación.
https://www.alasbarricadas.org/noticias/node/51042
Comenzaba el artículo describiendo el resurgir de una cierta agitación en Euskadi ―que pretende extenderse por toda la península―, que confluye hacia movimientos militantes que se sustentan en premisas marxistas-leninistas. En esta gestación no participa un proyecto revolucionario anarquista; si bien, hay militantes que hipotetizan que este «movimiento» puede significar el renacer del «espacio político de la Autonomía de los años 90», espacio en el que convergieron anarquistas y marxistas.
En el panorama vasco, el denominado como Movimiento Socialista está creando Consejos Socialistas como organismos de dirección política y estratégica de la clase obrera. Dice @BlackSpartak que militantes libertarios están organizándose en estas iniciativas revolucionarias; y considera que difícilmente dichas iniciativas evolucionarán hacia el consejismo debido a la base leninista que las promociona.
El autor pasa a continuación a analizar el estado actual del movimiento anarquista que en absoluto es proclive a la organización.
No hay una idea revolucionaria libertaria para la sociedad de nuestro tiempo y añade que la única organización política que existe en la actualidad es la derivada del anarcosindicalismo. Genéricamente, el anarcosindicalismo se considera autosuficiente para encabezar las tareas de transformación social; sin embargo, esto no es así, al menos de momento; es decir, las tácticas anarcosindicalistas son puramente reivindicativas, defensivas; poco tienen que ver con «una visión poscapitalista o revolucionaria». No obstante, sigue siendo la inspiración actual más contestataria, y engloba en sus filas a un importante número de ácratas. Explica @BlackSpartak que aparte de esta acción organizada, existen los «movimientos sociales», desconectados de las organizaciones anarcosindicalistas. El anarquismo militante podría servir para conectar las «estructuras sindicales» con dichos movimientos, generando así un espacio político propio.
Citamos a continuación, por su interés, textualmente párrafos del artículo:
«Para lograr este proyecto anarquista es necesario sumar militantes que estén en el anarcosindicalismo con otros que participan de la economía social y solidaria, en los movimientos sociales o en otras experiencias de vida comunitaria y asociativa».
«Los anarquistas están ya en los movimientos citados. Es necesario fortalecer nuestras estructuras […]. Este camino lo recorreremos con estos nuevos movimientos y con los compañeros del anarquismo social y del anarcosindicalismo, para entre todos construir la sociedad igualitaria y libertaria del mañana».
«Se necesitan organizaciones estratégicas que analizan la realidad, leen la coyuntura, que parten de la memoria libertaria, que tienen claro el objetivo del comunismo libertario».
En Madrid, algunos compañeros y compañeras, durante muchos años, hemos intentado levantar infructuosamente algún tipo de coordinación libertaria mínima. Salvo alguna honrosa excepción, como el Ateneo Libertario Carabanchel Latina, la inmensa mayoría de los colectivos que han participado puntualmente en el proceso, han descartado organizarse o federarse, considerando en muchos casos el federalismo como un mal en sí mismo, cuando la base del comunismo libertario es éste. Puede resultar asombroso pero no lo es tanto si analizamos el dato de que algo tan elemental como comunicar a los grupos afines las actividades propias e informarse de las que realizan estos, ha sido descartada, obviada, escasamente utilizada o considerada innecesaria.
Alguien que se manejara en sociología tal vez debiera realizar un análisis exhaustivo sobre la idiosincrasia de los grupos anarquistas en la última mitad del siglo XX y primer cuarto del XXI. Desde el año 39 hasta el año 79 transcurrieron cuarenta años. Entre esta última fecha y el año 2023 han pasado otros cuarenta y cuatro años; lamentablemente, el anarquismo español sigue sumido en un ostracismo táctico y, por supuesto, estratégico, sin visión de futuro. Es posible que si consultáramos a cualquier colectivo libertario sobre su realidad política se mostrara orgulloso de sus logros, aunque estos no trasciendan más allá de sus pocos componentes asociados, sin una proyección que vaya más allá de la propia actividad.
Sabiendo todo esto, apoyamos la reflexión de @BlackSpartak. Quizá, partiendo de lo que tenemos, ateneos libertarios y militantes anarcosindicalistas, que generalmente participan en los ateneos, podríamos formar grupos de reflexión bajo algún tipo de siglas comunes que sirvieran de referencia pública, que se mantuvieran en el tiempo, y que aportaran a la sociedad sus puntos de vista sobre el todo complejo que es la existencia humana: anarcofeminismo, luchas laborales, pedagogía, sexualidad, comunas, municipios libres, salud, familia, ocio, ecología, cuidados, cultura libertaria… ¿Vamos a permanecer pasivos otros cuarenta años más a ver si el azar o una iluminación espontánea nos dicta el camino a seguir?
Pues la respuesta es taxativamente «¡no!», al menos desde el anarcosindicalismo, se dice no. En el mes de marzo de este año, tres sindicatos anarcosindicalistas: CGT (Confederación General del Trabajo), CNT (Confederación Nacional del Trabajo ) y SO (Solidaridad Obrera), organizaciones que se reconocen «como herederas de la tradición obrera del anarcosindicalismo, que mantenemos y fomentamos la memoria de quienes lucharon por la construcción del movimiento obrero en el territorio que compartimos, y que tenemos en común el objetivo de construir una sociedad libertaria, en la que la explotación y la opresión hayan desaparecido», han decidido pasar a la acción, confluir en las luchas y en la práctica diaria, apoyándose en los numerosos puntos que tienen en común, salvando las diferencias, porque no podemos seguir otros cuarenta años aguardando a que se den las circunstancias objetivas para pasar a la ofensiva.
Quizá este es el momento que estábamos esperando, una sinergia de organizaciones combativas dispuestas a movilizar a la clase trabajadora, no solo por las justas reivindicaciones que definen nuestra vida laboral, sino impulsando una visión revolucionaria, un horizonte transformador que se había olvidado y que muchos militantes libertarios seguíamos llevando en nuestros rebeldes corazones. El anarcosindicalismo asume esa responsabilidad y toma la iniciativa, y el movimiento anarquista debe sumarse a ella y enriquecerla con el impulso que siempre le ha caracterizado, participando en los sindicatos, en los barrios y en cualquier lugar en el que la lucha por una sociedad más justa se manifieste, permanentemente con la bandera de la «utopía» bien alta, marcando el camino.

Ángel E. Lejarriaga


Fuente: Rojo y Negro