Huda Barakat tiene unos enormes ojos verdes y una voz expresiva y firme. Es una mujer fuerte, segura de sí misma, poderosa. Esta libanesa es la directora de informativos de Radio Orient en París, ciudad en la que vive desde que abandonó su Beirut natal acuciada por una guerra que destruyó el Líbano que ella amó y que rememora a través de sus libros. El periodismo es su día a día ; la literatura su pasión. Ante las elecciones del 11 de febrero en Líbano, el país vuelve a la actualidad debido a los conflictos que le sacuden.

Huda Barakat tiene unos enormes ojos verdes y una voz expresiva y firme. Es una mujer fuerte, segura de sí misma, poderosa. Esta libanesa es la directora de informativos de Radio Orient en París, ciudad en la que vive desde que abandonó su Beirut natal acuciada por una guerra que destruyó el Líbano que ella amó y que rememora a través de sus libros. El periodismo es su día a día ; la literatura su pasión. Ante las elecciones del 11 de febrero en Líbano, el país vuelve a la actualidad debido a los conflictos que le sacuden.

Sus libros están marcados por la guerra civil libanesa. ¿Siguen abiertas las heridas de esa guerra para Líbano y los libaneses ?

Sí, por supuesto. Toda experiencia de violencia extrema se queda, permanece en la memoria, modela la vida y nuestra conciencia del mundo. Vemos el mundo de manera diferente. Incluso Europa sigue en su búsqueda de sí misma después de la Segunda Guerra Mundial. Todavía no hemos entendido esa guerra. Las guerras representan unas paradas netas en la evolución de la condición humana en general. Siempre constituye un choque enorme darse cuenta de hasta qué punto podemos llegar en la violencia, el odio, la degradación del ser humano, sobre todo cuando se trata de una guerra civil en la que hubo mucha violencia y que fue muy larga. Por lo tanto, sigue presente y creo que continuará presente mucho tiempo. Incluso los que no escriben directamente sobre la guerra del Líbano o sobre la guerra que han vivido, sea en el Líbano o en otro lugar, tienen de alguna manera en su escritura o en su modo de ver el mundo una enorme herida.

En Líbano conviven musulmanes y cristianos. ¿Pueden convivir en el Líbano tantas religiones en paz ?

La experiencia libanesa resulta muy importante, ya que se trata de la experiencia del mundo en miniatura. Lo que intentamos, los de mi generación o los de la generación anterior, era conseguir realizar aquel sueño, es decir, una sociedad abierta, multicultural, multiconfesional, donde están representadas todas las corrientes políticas, donde existe libertad de expresión. Creímos que era posible. Acabábamos de empezar nuestra vida adulta, éramos jóvenes cuando se inició la guerra, muy jóvenes. Para nosotros, esta idea, esta apuesta, era posible, pero la decepción fue muy grande porque no conseguimos ese sueño. Después de Beirut, más experiencias fracasaron, por desgracia. Fue aún más triste porque entramos también a nivel mundial en un periodo en el que lo multicultural, el “melting pot”, no fue un total éxito, sino que se dio un repliegue identitario, un repliegue religioso. Todo eso no nos ayudó. Hay que subrayar también que esta región en la que vivimos está bajo la presión de los extremistas. Por eso no soy muy optimista.

Siria e Israel, EEUU e Irán, utilizan Líbano como lugar para resolver sus propios conflictos. ¿Podrá Líbano ser independiente algún día ?

No es sólo el problema del Líbano. Ya no existen naciones libres, países libres. Se acabó este sueño, fracasó aquel sueño a nivel mundial. Ahora existen fuerzas y potencias regionales o internacionales, que están presentes en todos los conflictos del mundo. Hoy en día, pequeños países como el mío ya no pueden decidir libremente. Incluso grandes naciones ya no lo pueden hacer o tienen muchísimas dificultades para que resista el Estado-nación libre debido a la mundialización, a la globalización, esta voluntad de las grandes potencias de estar presente por doquier. No se trata sólo de un problema libanés. Otra vez, el Líbano aparece como una representación en miniatura de lo que ocurre en el mundo.

Como un laboratorio…

Sí, exacto, como un laboratorio. Y lo que fracasa en nuestro país, fracasa también a nivel mundial.

Pero en el Líbano se aprecian más estas diferencias de religión, quizás porque el propio Parlamento libanés tiene unas características especiales, constituido de partidos religiosos. ¿Cómo influye este sistema parlamentario en los conflictos internos ?

Sí, estos partidos son representativos de su religión, de su confesión, de su pertenecia identitaria. Es cierto.

¿Y eso no dificulta aún más la situación ?

Pienso que hace que esos conflictos eran más visibles, tenían más visibilidad. Sin embargo, si salimos del Líbano, también cambian las coartadas, es decir, que cambian los roles, los papeles. En otro sitio, podemos encontrar a otras confesiones religiosas o etnias enfrentándose. Las cartas han sido distribuidas de otra manera, pero el conflicto está basado en el mismo principio. En Líbano, parece más visible quizás que en otro sitio del planeta. El mundo tiene una tendencia hacia el progreso, en general vamos hacia mayor laicismo. Pero desde algún tiempo asistimos a un movimiento contrario. Por ejemplo, Bush se refiere a Dios en sus discursos, Osama Bin Laden también, las potencias terrestres se inspiran en el poder divino. Estamos en una nueva época, y no se trata de una peculiaridad libanesa. Lamento eso.

¿Cuál es la fuerza social de Hezbolá en Líbano después de la guerra del 2006 con Israel ?

No sé, no puedo saberlo. Este partido lo oculta, son los únicos en saber hasta que punto pueden ser potentes y lo que han ganado con esta guerra. Pero a mí me gusta más hablar de literatura.

Pero Vd. es también periodista…

Sí, pero no he venido aquí como periodista sino como escritora. Escribo novelas. Me escapo de la política y del periodismo.

Con las elecciones tan cerca y que se han ido aplazando, el tema del Líbano sale en todas las noticias

Sí, es cierto, y se habla sobre todo de Hezbolá. Son temas muy complicados, y cuando se hacen este tipo de preguntas a libaneses, que sea periodista, escritor o lo que sea, automáticamente se va a poner de un lado, va a tener que elegir un campo. Yo no lo quiero, no es mi historia. No quiero estar en ningún bando. A mí no me gusta defender a unos en contra de otros, decir que éstos tienen razón pero no los demás, yo no puedo hablar así. Sí tengo una tendencia a preferir un partido político, lo tendría que explicar durante horas, es realmente muy complejo. Además, desde mi punto de vista, el problema es que los diferentes bandos están divididos. No me interesa saber quién tiene razón. He crecido hasta los 18, 20 años en un país que no se parece a éste. He conocido a un país maravilloso, aquel país era mi país. Lo que está ocurriendo en la actualidad no se parece a mi país, no se parece a lo que yo quiero que sea mi país. Por esta razón, no vivo en Líbano ahora. No aguanto más a las divisiones.

¿Cree Vd. que sería posible volver a encontrar aquel país que desapareció ?

Sí, quizás en las novelas. Llevo muchos años viviendo en París, pero siempre escribo sobre Líbano, como si siguiese allí, como si no me hubiese ido.

Entonces, escribe sobre un Líbano del pasado

Sí, sobre un Líbano teórico, sobre la ilusión que tuvimos de aquel Líbano. Por eso, mi libro “El labrador de las aguas” es un libro lleno de ilusiones. Desde el principio hasta el final está construido sobre ilusiones y verdades, no se sabe cuando se habla de la realidad y cuando se trata de una ilusión, porque eso también es la historia del Líbano.

¿Nunca ha pensado en volver ?

Vuelvo muy a menudo, pero ya no vivo allí.

Pero sigue teniendo una relación muy intensa con su país. Por ejemplo escribe en árabe y no en francés, ¿por qué ?

Sí, exactamente. La geografía no resulta muy importante en el sentimiento de identidad, no necesitas estar físicamente, geográficamente en un lugar. He vivido el tiempo suficiente en Líbano para llevarlo conmigo. Es lo maravilloso de la escritura. Uno se puede llevar su país consigo y marcharse. Nadie me puede decir que no estoy en mi país, puesto que sigo escribiendo en árabe, sobre el Líbano y los libaneses. ¿Me fui de verdad ? Al final, la pregunta ya no es tan importante. Nunca me he sentido exiliada, sin poder volver a mi casa en Beirut. No. La gente de allí me quiere, mis libros tienen éxito, me respetan mucho, siempre me dicen que tendría que volver.

No ha sido un exilio doloroso…

Sí, pero fue un exilio interior, que empezó cuando todavía estaba en Líbano. En cuanto me percaté de que había perdido el país que quería, en el que quería vivir, fue el inicio del exilio. No fue cuando cogí el avión hacia Francia.

¿A qué evento concreto asocia la pérdida de aquel país y el comienzo del exilio ?

No hay un evento en sí, fue cuando empecé a tener muchas dificultades para hablar con los demás libaneses, cuando me di cuenta de que la gente a quien me parecía antes ya no era tan semejante a mí. Después hubo también problemas reales a los que se asocia el exilio, es decir, el dinero, la comisaría de policía, los trámites, encontrar un empleo para mantener a sus dos hijos, etc. Los problemas prácticos, concretos fueron muy desagradables, laboriosos, pero eso no significa que mi exilio se parecía al de los refugiados políticos que tienen que huir de su país. A veces, he ido muy lejos en algunos de mis textos, y no he sufrido ninguna condenación por parte de los islamistas. La gente siempre se ha portado bien conmigo.

De hecho, en su primera novela, “La Piedra de la Risa”, pone en escena a un personaje homosexual

Sí, es cierto. Además, para hablar del hombre a quien ama y que es guapo, utiliza una sura del Corán. Nadie lo condenó. ¡Lo he contado todo con una lengua árabe tan bonita ! (risas). Es verdad, no se trata en este texto de pornografía o de provocación. Lo escribí con un verdadero sentimiento de respeto y de amor. Incluso usando esta sura. Quizás ahora se van a despertar los islamistas, pero hasta ahora no he tenido ningún problema.

¿Ha notado este exilio interior en otros compatriotas ? Parece que este Líbano del que Vd. habla está fuera…

Claro que sí. Se encuentra en los corazones de los amigos que todavía se parecen a ti, en tus hijos que no son franceses del todo. Vas caminando, por ejemplo, en la calle y sientes algo que te hace recordar en seguida algo, como la magdalena de Proust. Se trata de un sentimiento muy discreto, muy difícil de definir. ¿Dónde ha quedado aquel Líbano ? ¿Qué es lo que hay ahora ? Es terrible, es un sentimiento muy personal. No se puede dar una definición general, diciendo que aquello es el sentimiento de sentirse extranjero pero esto no. He escrito unas crónicas en un diario árabe muy famoso, Al Hayat, y dos veces al mes escribía de manera muy personal sobre lo que se siente siendo extranjero, no exiliado, sobre todo en la época actual. Hay gente que se lanza al mar para huir de su país, ¿es porque detestan a su país natal ? ¿Qué ha pasado ? ¿Cómo se reconoce a un extranjero antes de que abra la boca ? Después he reunido estas crónicas en un libro que se titula “Las cartas de la extranjera” (Les lettres de l’étrangère). Me gusta mucho este libro porque habla de un sentimiento muy nuevo de sentirse extranjero. Ha sido traducido al italiano y recibió un premio internacional. No ha sido traducido al castellano.

Una curiosidad : ¿vota Vd. en Líbano o en la Embajada de Líbano en Francia ?

Los libaneses que viven al extranjero no tienen derecho todavía a votar en las embajadas.


Fuente: Texto : Kamala Orozco/Florence Cassam-Chenaï
Foto : Quieres Callarte