http://www.esfazil.com/kaos/ | El argumentario, más bien el discurso circular, rígido, in­flexible de quienes defienden la monarquía es el mismo en esencia que el de los que maldicen el fundamentalismo is­lámico para sustituirlo por el suyo ; el de los que defienden el dogma católico, el sistema de libre mercado, el “nadie quiere la guerra” -pero la hacen-, la iniciativa privada como motor económico exclu­sivo, la inexistencia de clases, la Bolsa, el lujo, el progreso exclusivamente material y la de­mocracia parlamentaria aun falsa o falsificada.

http://www.esfazil.com/kaos/ | El argumentario, más bien el discurso circular, rígido, in­flexible de quienes defienden la monarquía es el mismo en esencia que el de los que maldicen el fundamentalismo is­lámico para sustituirlo por el suyo ; el de los que defienden el dogma católico, el sistema de libre mercado, el “nadie quiere la guerra” -pero la hacen-, la iniciativa privada como motor económico exclu­sivo, la inexistencia de clases, la Bolsa, el lujo, el progreso exclusivamente material y la de­mocracia parlamentaria aun falsa o falsificada.

Esos abo­ga­dos son a su vez los mismos que formaron parte del aquela­rre oligárquico padre de la Constitución y los adiestrados sobre ello ; sus hijos, sus parientes y sus beneficiarios di­rectos en general. Todos los que detentaron y detentan el poder o lo transmitie­ron, y sus recipiendarios en definitiva…

Esos son, todos ellos, los que defienden la monarquía defendiendo de paso su propio statu quo y los privilegios sociales y económicos que les ha blindado el establish­ment. Privilegios de variada índole, pero todos de alto valor so­cioeconómico. Unas veces, con carácter tácitamente trans­misible, puede ser una cátedra, otras una nota­ría, un regis­tro, una judicatura, un escaño, una jefatura de policía… una ventaja promocional, y otras en fin unas magras cuentas fi­nancieras. Un pre­dominio, una hegemonia, permanentes, entre cuarenta millo­nes de habi­tantes. Y esos son los capa­ces de negar también la existencia de clases y la divi­sión entre derechas e izquierdas. Niegan la luz del día, son in­sensibles ante la muerte de miles de seres humanos con tal de seguir com­prando barata la gasolina. Pero eso sí, raro es el que no es circuns­pecto y casi solemne…

Por eso se niegan a permitir en su cabeza que la monar­quía ac­tual es la consecuencia de una imposición, no del pacto so­cial. Que no es más que la concreción de la volun­tad de un testador que decidió que España, después de su muerte, habría de ser el Reino -pero ahora con monarca de verdad- que había venido siendo a lo largo de su dicta­dura vitalicia… Y sus albaceas testamentarios cumplieron con la manda. No es más.

El sistema occidental es ya de por sí un coto más o menos cerrado según los países. En Norteamérica, por ejemplo, son republica­nos, pero ¿y qué ? En lugar de un rey, tienen la reina actualmente más poderosa de la tierra : la mentalidad anglosajona. ¿Qué puede hacer todo el que no sea wasp -blanco, anglosajón y protestante ?. Y en nuestro país la mo­narquía, por si fueran pocas ya sus lacras, abrocha el sis­tema un poco más… De vez en cuando para encubrir su en­dogamia, algún plebeyo, si es suficien­temente sumiso y es­pabilado para digerir el co­rres­pondiente lavado de cerebro, accede a los circuitos por los que pasan los centros neurál­gicos del Poder. Y ahí le ten­dremos, tanto o más en­tusiasta del sistema y de la monarquía quizá que los que le permitie­ron auparse. Muchos de ellos en el periodismo, son hábiles para mantenerse y promoverse, pero es que, des­pertando menos sospechas por su origen, apuntalan mejor el sis­tema…

Echénle Vds., monárquicos, predicadores de la realeza, al asunto un poco de imagi­nación y a continuación, prescin­diendo de esa batería de argumentos contra la monarquía que debiera aver­gonzarles, y ya que a los contertulios del debate televisado no les dio tiempo a hacérsela, respón­dase a sí mismos : si en estos momentos España fuese la Re­pú­blica que el pueblo, de haber sido consultado, hubiera re­frendado en lugar de en­contrarnos inmersos en una mo­nar­quía for­zosa ¿qué vigor creen que podrían tener esos mis­mos ar­gumentos en de­fensa de la forma monárquica de Estado que ahora esgrimen Vds. con la arrogancia del gana­dor vi­llano ? ¿quién de Vds. no se avergonzaría de ser par­ti­dario de un anacro­nismo, de un foco histó­rico de lu­chas fratricidas e intestinas y de guerras, de una forma de Es­tado que se arrastra ya hasta en el país donde más dura ? Del mismo modo ¿qué fuerza hubieran tenido los rebuznos de los Bush y su manada, si no estuvieran poseídos por el espíritu del mal y sobre todo si no poseyeran el arsenal de armas mayor y más potente del planeta ?

Por cierto, es significativo que el alegato de los monárqui­cos impenitentes que constituyen la aristocracia ci­vil actual en España, sea el mismo también que el de los que, con las armas ma­sivas en la mano, con una férrea voluntad de po­der y sin alma, hayan cometido un crimen de lesa humani­dad en esos dos pobres países asiáti­cos. Pues ¿quién, sin que la tierra ceda bajo sus pies, se atreverá a llamar guerras a lo que no es más que alevoso crimen combinado para fa­cilitarse un atraco descomunal ?

Pues éstos y los otros, los republicanos de allí y los mo­nárquicos de aquí, se sienten muy hermanados. Y es sin duda por eso ; por­que el mismo discurso les sirve a ambos para defender, a los unos el privilegio de clase, a los otros el privilegio de la sangre anglosajona, y a ambos la de­prava­ción y todo lo indefendi­ble…