No todos los huesos valen lo mismo. Después de sesudas reflexiones y debates, la Fundación de los Huesos Católicos del Valle de los Caídos, ha llegado a esta conclusión. Es evidente que el desenlace final de las ponencias ha resultado enriquecedor, tanto en el campo de la antropología, donde se ha demostrado que la evolución biológica del ser humano va por el camino acertado, como desde la visión etológica, que acertadamente ha descubierto que, en estado salvaje, el ser humano se maneja con ciertos códigos impuestos en la lucha por la supervivencia , destacando, entre otros no menos importantes, los aspectos que se refieren a la agresividad y el desarrollo del comportamiento, en definitiva la vida social aprendida o innata de las osamentas estudiadas.

El resultado del taller ha sido un éxito
para la humanidad, por la seriedad y la veracidad tanto de las
conclusiones como de los elementos y materiales aportados para su
ratificación.


El resultado del taller ha sido un éxito
para la humanidad, por la seriedad y la veracidad tanto de las
conclusiones como de los elementos y materiales aportados para su
ratificación.

Cerca de El Escorial,
lugar escogido por la Fundación fundamentalmente por la especial
inclinación de los jefes de la manada humana para que sus esqueletos
queden custodiados y protegidos para la posteridad, se encontraron
diferentes huesos, que han aclarado la evolución de los seres vivos
hasta llegar a está diferenciación mencionada: no todos los huesos
valen lo mismo.

Tras las primeras
labores de introspección en el terreno, se encontraron inhumaciones
individuales de esqueletos sin orden ninguno y sin señalamiento que
distinguiera su situación. Una primera característica común fue
que todos tenían una perforación, de exquisita perfección
circular, en la parte frontal del cráneo. Observación que llevó a
los especialistas, destacando con brillantez exagerada el doctor
Antonio García Nagera, a aseverar “que la causa principal de la
muerte en los restos encontrados era este sospechoso círculo en el
capacidad craneal, seguramente causado, con intención, por los
propios individuos con algún objeto preparado para su logro”. Tras
las indagaciones siguientes, el doctor, dedujo que los esqueletos
encontrados pertenecían a seres humanos, aunque debido al tamaño su
cráneo bien podían pertenecer a una especie todavía sin
desarrollar del todo en la evolución de la cadena, especie conocida
como los “marxistas”, en lenguaje coloquial conocida como los
“rojos”.

Sus aseveraciones fueron
definitivamente validadas y confirmadas con dos descubrimientos
posteriores. A unos doscientos metros de la última muerte
“voluntaria” se encontró una fosa común, con diferentes cuerpos
en extrañas posiciones contorsionistas, con el mismo circulo en la
frente, a veces, y sorprendentemente, con más de un orificio de
entrada en algún elemento, que fueron apuntando al afamado doctor
que las consecuencias de estos óbitos se debían a un rito
tradicional de suicidio entre los “marxistas”, que “una vez
conscientes que su malformación se debía al gen rojo que les
poseía, acudían en grupos a lugares apartados de la civilización
para, en una especie de ofrenda religiosa, su suicidio les ayudase a
entrar en el reino de los cielos verdadero”.

La ponencia fue
desentrañando las peculiaridades y características de estos
enterramientos: personas en su mayoría varones, alguna hembra en
estado de gestación, “que alertada que en sus entrañas se estaba
gestando un ser amorfo con el gen rojo, se sacrificaba en bien de la
comunidad”, pocas pertenencias personales, ropajes modestos y con
poco valor, los huesos desgastados, en su mayoría por los esfuerzos
regulares a los que eran sometidos en los trabajos agrícolas; aunque
como curiosidad se constató, que unos cuantos cuerpos encontrados
ostentaban cráneos de mayor tamaño y una osamenta menos castigada,
en palabras del doctor: “posiblemente perteneciesen a los elementos
más peligrosos de la manada, a los que se les podía considerar como
el subgrupo de los “intelectuales”, los más conscientes de su
malformación y por lo tanto, los que con más motivo tenían que
desaparecer; y lo sabían”. Por el tamaño de los esqueletos se
verificó que las edades iban, como hemos comentado, desde fetos en
gestación hasta osamentas de edades muy avanzadas.

La sorpresa del grupo de
investigadores y lo que ha determinado esencialmente el resultado
satisfactorio de la hipótesis, fue el descubrimiento, en direcciones
opuestas y equidistantes a estos enterramientos, de dos
construcciones funerarias de enormes dimensiones y con rasgos
peculiares que las identificaban como lugares sagrados de veneración
a una raza de inteligencia superior, una conocida como los “reyes”
y la otra como los “franquistas”. Dentro de estos mausoleos se
encuentran dos tipos distintos de inhumación, eso sí, los dos
protegidos de las inclemencias del tiempo y conformados con la
destreza de los que poseen la verdad. Los huesos encontrados, sobre
todo en la especie conocida como los “reyes”, mostraban como
peculiaridad muy poco desgaste de los huesos, a está particularidad
hay que sumar signos evidentes de muerte involuntaria, hipótesis
considerada debido a que los cuerpos estaban depositados con sumo
cuidado en una especie de urnas majestuosas y ricamente ornamentadas,
lo que inclinó doctor a verificar “que pertenecían a una clase
muy superior a los conocidos como “rojos””. Vestimentas ricas,
aunque curiosamente en algún cuerpo se notaban signos de violencia
que en principio se apuntaron como intentos de asesinatos,
consideración que fue anulada, tras la constatación de la
inteligencia superior de esta raza, demostrada en la excelsitud
arquitectónica que guardaba sus esqueletos, que sin duda tenía que
ser obra de seres superiores, a diferencia de las inhumaciones de los
“rojos”: “en cualquier lugar”.

El otro mausoleo es más
peculiar. Está custodiado por una enorme cruz que pertenece a la
religión dominante y que logró sobrevivir en esos momentos
convulsos –signos que también aparecen en el otro mausoleo en
abundantes lugares, lo que hace sospechar que adoraban al mismo
dios-. Como dice el doctor, existen dos nichos acorazados donde se
han encontrado dos cuerpos, uno en cada nicho, con signos de
violencia en ambos: uno en la parte de la cadera, cuyos huesos son de
un sorprendente escaso tamaño, aunque poco desgastados también, y
el otro esqueleto con orificios circulares similares a los
encontrados en los cuerpos de los “rojos”. En este caso, hace
suponer al doctor, que también, por el tamaño del cráneo y el poco
desgaste de su osamenta, pudiese pertenecer al subgrupo de los
“intelectuales”, eso sí, con evidentes síntomas de corrección
debido a sus ropas y sus ornamentos. En otra cavidad ha sido
sorprendente la enorme cantidad de huesos revueltos encontrados, en
total desorden y con mezcla de “rojos” y algún “franquista”,
estos en menor medida, lo que ha llevado al doctor a considerar que
han sido trasladados a posteriori desde su lugar de origen hasta
allí, “como en una especie de pago a la divinidad religiosa que
protege a este mausoleo y como una especie de ofrenda a los dos
cuerpos enterrados individualmente”. Hay que señalar que en el
mausoleo de los “reyes” no hay ningún signo evidente de nada que
pertenezca al grupo los “rojos” haya entrado en contacto con
estos seres superiores.

Ante estos
descubrimientos y tras una extenuante tarea de investigación,
comparaciones y estudios relativos a los cuerpos hallados en todos
estos lugares, los doctores y la Fundación de los Huesos Católicos
del Valle de los Caídos, ha llegado a la conclusión de que, es
evidente que no todos los huesos valen lo mismo, como ha quedado
demostrado en esta exposición. Por lo tanto, es necesaria la
conservación de los mausoleos consagrados a la religión aún hoy
dominante y, principalmente, dejar en los sitios esparcidos, como ya
lo están, los espacios de enterramiento pertenecientes a los
“rojos”, respetando de esta forma, su voluntad de quitarse la
vida voluntariamente y porque así, pueden todavía corregir su
malformación del “gen rojo”.

En otro estudio paralelo
de menor identidad, que no de menos calidad, una serie de familias
que no se atrevieron a quitarse “voluntariamente” la vida
entonces, conocidos como “familiares de los rojos”, demanda que
“debido a la abundancia de esqueletos de “rojos”, y
considerando que los mausoleos ocupados por “reyes” y
franquistas” son más espaciosos y con menor número de ocupantes,
se saquen los cuerpos de éstos de sus fosas, porque es más fácil y
menos costoso, se los den a sus supervivientes y fieles para que
hagan con ellos lo que convenga, y los mausoleos se conviertan en
parques naturales, que es la fosa común que alberga todos los
enterramientos de los “rojos” que son más y, por lo tanto,
necesitan más espacio para corregirse y llegar a la perfección que
ya disfrutan los que son más inteligentes, consiguiendo de esta
forma ser más correctos en sus creencias, aproximándose
encarecidamente a sus logros. Que no sean egoístas. Aún a sabiendas
de que todos los huesos no valen lo mismo”

Julián Zubieta Martínez