Vamos a partir de la base de que un problema teórico se resuelve cuando se llega a conocer la solución. Pero un problema práctico no se resuelve cuando se conoce la solución, sino cuando se pone en práctica. Esto suele ser lo difícil porque entonces entran en juego los sentimientos : miedos, expectativas, envidias y ambiciones.

Vamos a partir de la base de que un problema teórico se resuelve cuando se llega a conocer la solución. Pero un problema práctico no se resuelve cuando se conoce la solución, sino cuando se pone en práctica. Esto suele ser lo difícil porque entonces entran en juego los sentimientos : miedos, expectativas, envidias y ambiciones.

Las teorías y demás construcciones intelectuales político-sociales, por muy brillantes que parezcan y por mucha erudición que exhiban, cuando no van acompañadas de un análisis empírico corren cierto riesgo de ser meras especulaciones frívolas cuando no temerarias y aun demagógicas.

Quizás lo que el mundo actual necesita son nuevos parámetros de compresión y nuevas pautas de comportamiento que únicamente pueden adquirirse si se abandonan ciertos prejuicios, ideologías y culturas, y sobre todo, si se tiene el coraje de abordar la realidad levantando las máscaras y velos que hoy la ocultan y deforman.

Estoy de acuerdo con Rafael Cid en que lo sustancial de la crisis actual ya lo sabían los miembros de la oligarquía mundial. Los nuevos magnates de las finanzas y del mundo empresarial que rodean formal e informalmente el entorno de poder político que prestan dinero a los Estados que forman parte de los gobiernos, están cerca de todos aquellos movimientos, partidos políticos y personalidades capaces de disputarles el poder a las autoridades de turno, tanto en el ámbito estatal como en las circunscripciones más pequeñas (las elecciones del País Vasco son un ejemplo). Estos grupos de poder opaco ejercen un papel muy importante en la determinación de los cursos políticos, porque se sientan directamente en los gobiernos y en la parasitada Administración Pública. Desde este lugar privilegiado modulan a su voluntad campañas electorales, sobornan, presionan, manipulan pruebas, amenazan a los que están en su contra, sean políticos opositores o periodistas, paralizan investigaciones (espionaje madrileño) sostienen medios de comunicación a su servicio e incluso utilizan el aparato represivo del Estado contra sus adversarios.

W. Shakespeare ya nos describía lo bello que es tener la fuerza de un gigante, pero también nos advertía de lo horrible que era emplearla como tal. El Estado (yo también estoy en contra de su potencialidad coercitiva y coactiva) es el único medio al alcance de los desatendidos para la realización de un propósito de dignidad moral, a pesar de las resistencias que tengamos a cualquier organización sistemática, (yo también estoy en contra de todo sistema, por sistema). Sólo en la acción hay identidad moral.

Hay que fomentar las estructuras organizacionales que permitan a los trabajadores extranjeros (que no inmigrantes), a los pensionistas empobrecidos, a los cada vez más numerosos parados de larga duración, y a un largo etcétera que se nos ocurra, recurrir, mediante los medios legales y oficiales, a la interpretación de unas leyes corruptas que se puedan volver en contra de lo establecido para la utilización digna de los mecanismos que nos arrebatan las oligarquías corruptas. Eso no es añorar el keysianismo, sino alertar que ha habido y se han conseguido desde los propios medios oficiales, aunque desde luego siempre corruptas, épocas más igualitarias.

No podemos olvidar que antes de Bush, y otros muchos presidentes parecidos, la moralidad servía como fundamento del orden político ; lo mismo que la tradición libertaria, la movilidad individual y la creencia en la realización personal llegó a sus costas para independizarse (arrasando a los nativos, bien es cierto) de la metrópoli. Lo mismo que antes de Hitler la República de Weimar ha sido modelo democrático (como excusa, si se quiere) para muchas constituciones en plena vigencia.

Por eso las interpretaciones son personales, lo mismo que las desviaciones de los sistemas son frecuentes. Lord Acton ya nos aseguró que el poder corrompe siempre, esto se acepta como dogma de fe, por lo que nadie se atreve a reconocer que ansía tenerlo, ya que sería reconocer que está dispuesto a ser corrupto. Por lo mismo no vamos a aceptar a los poderes, me da igual el que sea, como un instrumento al servicio de la voluntad. Es el poder el que engendra voluntad.

Sin ocurrencias no hay creación, pero sin un buen criterio para seleccionar las ocurrencias tampoco. Me alegra que exista comunicación. Esto refleja y al mismo tiempo reduce la ansiedad. Kierkegaard afirmaba que la libertad es siempre comunicación. Por el contrario, la no libertad se encierra cada vez más dentro de sí misma y no desea tener ninguna comunicación. El bien es apertura. Yo prefiero la comunicación y las ocurrencias. Defender el espacio público de toda la ciudadanía ; exigir el derecho a no ser nadie. En definitiva, ser un desconocido. Es lo único que nos puede igualar a todos, desatendidos o no.


Fuente: Julián Zubieta