Artículo de opinión de Rafael Cid

Sin mirarnos el ombligo, Madrid cuenta y marca tendencia. Lo que ocurra políticamente en la capital tiene una repercusión que excede de su ámbito territorial. Por eso, si en las próximas elecciones municipales y autonómicas el Partido Popular sucumbe en el “kilómetro cero”, los efectos pueden ser devastadores a nivel estatal para sus colores. De ahí la importancia de la batalla por Madrid del 25-M. Algo que hasta hace poco parecía relativamente fácil, casi cantado.

Sin mirarnos el ombligo, Madrid cuenta y marca tendencia. Lo que ocurra políticamente en la capital tiene una repercusión que excede de su ámbito territorial. Por eso, si en las próximas elecciones municipales y autonómicas el Partido Popular sucumbe en el “kilómetro cero”, los efectos pueden ser devastadores a nivel estatal para sus colores. De ahí la importancia de la batalla por Madrid del 25-M. Algo que hasta hace poco parecía relativamente fácil, casi cantado. El impacto de los casos de corrupción de dirigentes del PP local y regional (desde el affaire Bankia-Cajamadrid a la Operación Púnica que ha llevado a la cárcel a Francisco Granados, ex secretario general del partido); el vergonzoso gobierno de amiguetes practicado por la alcaldesa Ana Botella y el presidente Ignacio González; y los recortes confiscatorios y cargas tributarias con que intentan tapar la descomunal deuda generada por las obras faraónica del tándem Aguirre-Ruíz Gallardón, parecían hacer de Madrid campo abonado para una alternativa de ruptura progresista.

Hasta que saltó el enredo de Aúpa en Izquierda Unida. Gota a gota, piano piano, con una nota aquí, un desmentido allá y otra información repuntando acullá, se ha ido sedimentando la percepción de que el affaire Aúpa puede convertirse en una patata caliente para la izquierda que avanza para desalojar a los conservadores del Ayuntamiento y de la Comunidad. Porque Aúpa tiene su epicentro más turbulento en el entorno de la telegénica Tanía Sánchez, cabeza de lista por IU la Comunidad y ex consejera de Juventud e Infancia de Rivas-Vaciamadrid, emblemático municipio de la coalición política que lidera Cayo Lara. Un embrollo de familias, subvenciones millonarias y luchas por el poder que si concerniera a personajes de la derechona no dejaría títere con cabeza. Pero se trata otra vez de “uno de los nuestros”.

Y si no, a los hechos nos remitimos. Resulta que durante buena parte del mandato de Tanía Sánchez y su padre como concejales de aquella corporación pública, el consistorio concedió contratos a una cooperativa de Héctor Sánchez, hermano e hijo respectivamente de los referidos, sin que ninguno se recusara como exige la vigente Ley de Administraciones Públicas. Lejos de ello, ambos han insistido en la legalidad de las adjudicaciones dadas a Aúpa por un montante total de 1,2 millones de euros en 6 años, a pesar de que la sociedad tenía incluso como sede social el domicilio familiar. Es tan difícil de entender este pertinaz “solo sé que nada sé”, como que Tanía Sánchez ignorara la colusión de intereses cuando, siendo asesora del municipio, ella misma ya tomaba clases de voz, batería y capoeira en dos de los talleres de su hermano. ¿Una conspiración de la caverna? Si así fuera, tendría al enemigo en nómina. Otro de los fundadores de la firma “pasó de administrar Aúpa a gestionar desde el Ayuntamiento los cursillos de la cooperativa, e incluso los pliegos de adjudicaciones de los concursos” (El País, 12/01/2015).

Qué duda cabe de que se trata de una pieza golosa para los del atado y bien atado. Echar a rodar el enredo Rivas y darle bola en los medios es parte de una estrategia legítima para reincidir en el poder. Pero de ahí a ignorar la trascendencia del asunto hay un abismo. Casi el mismo, mutatis mutandis, que el existente entre estar a pachas con el PSOE de la estafa de los EREs en Andalucía y creer que eso no pasará factura a Izquierda Unida. Le pasa y de formas muy distintas. Entre otras, en clave de sainete cuando vemos que la presidenta de la Junta Susana Díaz impide a su número dos, el dirigente de IU Diego Valderas, viajar al Sahara Occidental en apoyo del pueblo saharaui. Por no reincidir en Rivas, donde los responsables políticos del timo de las tarjetas opacas, sector opuesto a Tanía Sánchez, aún no han rendido cuentas por haber pactado en su día con el ex secretario general del PP, el caco Granados, la incorporación de Moral Santin a la dirección de la entidad financiera como lugarteniente de Miguel Blesa.

Ignorar las consecuencias de la trama Tanía Sánchez-Aúpa sobre la candidatura ciudadana donde convergen distintos movimientos sociales y representantes de partidos con el objetivo de recuperar Madrid y la Comunidad para sus habitantes, sería algo más que un error, un delito político. La hipotética presencia de la candidata de Izquierda Unida, Tanía Sánchez, en afinidad con este proyecto alternativo constituiría un lastre de doble filo. Por un lado, daría munición gratuita al Partido Popular para impactar el discurso de la corrupción en el campo de la izquierda social, solapando sus propios y gravísimos escándalos. Y por otro, podría arruinar el despegue de uno de los experimentos de autogestión ciudadana integral más interesantes de las últimas décadas.

Está despuntando con renovadas energías un nievo ciclo político sobre el cadáver del anterior régimen. Pero a menudo la izquierda interpreta la catarsis en marcha como si se tratara de una demolición que compete en exclusiva a la derecha, sin percatarse de que las campanas también doblan por ella. De hecho, mientras para la mayoría de la opinión pública el PSOE hace tiempo que dejó de representar a la izquierda, un malestar parecido empieza a emerger en torno a una Izquierda Unida que ha demostrado bulimia de poder y anorexia de cambio real. Por eso Podemos se construye sobre material de derribo de esas dos orillas de la izquierda institucional. Una lección que se debería llevar aprendida para las apuestas democráticas de abajo-arriba que se dibujan en el horizonte.

Rafael Cid


Fuente: Rafael Cid