Artículo de opinión de Rafael Cid

España formalmente no solicitó el rescate con Mariano Rajoy. No lo pidió porque en la práctica ya se había hecho cuando Rodríguez Zapatero decretó la contra-reforma del artículo 135 de la Constitución para priorizar el pago de la deuda pública sobre cualquier otra contingencia social. Lo que ocurre es que el PP secundó la medida propuesta por los diputados socialistas, entre los que se encontraba el actual secretario del PSOE Pedro Sánchez

España formalmente no solicitó el rescate con Mariano Rajoy. No lo pidió porque en la práctica ya se había hecho cuando Rodríguez Zapatero decretó la contra-reforma del artículo 135 de la Constitución para priorizar el pago de la deuda pública sobre cualquier otra contingencia social. Lo que ocurre es que el PP secundó la medida propuesta por los diputados socialistas, entre los que se encontraba el actual secretario del PSOE Pedro Sánchez

Funcionar en política con clichés como “el enemigo de mi amigo es mi enemigo” es un mal negocio. Puede servir para darse una satisfacción, pero nada más. Los hechos son tozudos y al final la realidad se impone. Conocer implica razonar sin prótesis ni andaderas, y tener experiencia propia es imprescindible para actuar con autonomía, criterio y responsabilidad para alumbrar un mundo mejor, más justo, libre, sostenible y solidario. Fin del exordio.

Viene esto a cuento del rifirrafe que durante el “debate sobre el estado de la nación” han protagonizado el presidente del gobierno y el líder de la oposición en torno a si España pidió o no el rescate en esta legislatura. Opiniones enfrentadas, según provengan del PSOE o del PP, que encubren cosas más importantes de las que en principio aparentan. Como demuestra el empecinamiento en afirmarlo por parte de Pedro Sánchez y la rotundidad en lo contrario por  Mariano Rajoy. Veamos.

Zapatero siempre rechazó que se hubiera encomendado a Bruselas. Hasta que en su libro de memorias El Dilema: 600 días de vértigo apareciera la carta olímpicamente desmentida ante el Congreso que le envió el 5 agosto de 2011 el presidente del Banco Central Europeo (BCE) Jean-Claude Trichet urgiéndole a tomar medidas de ajuste en la economía (http://estaticos.expansion.com/opinion/documentosWeb/2014/12/19/carta_trichet_zapatero.pdf) y se conociera su respuesta plegándose sin demora a las exigencias del BCE (http://estaticos.expansion.com/opinion/documentosWeb/2014/12/19/carta_zapatero_trichet.pdf). A partir de esa fecha clave, el gobierno socialista comenzó a desmontar el Estado de Bienestar y 20 días después acometió la reforma-exprés de la Constitución sin convocar referéndum.

La obcecación en ignorar esa claudicación por el gobierno de Zapatero (donde estaba el actual candidato madrileño Ángel Gabilondo) era meramente táctica. Moncloa sabía que lo hecho  tendría graves consecuencias electorales. De suyo, las elecciones de aquel año  arrojaron el peor resultado obtenido en toda la historia del PSOE desde la transición. Pero a partir de ese momento, soslayar ese episodio para sacarlo del currículum socialista se convirtió en un elemento estratégico. EL partido solo tendría futuro político si conseguía pasar página y hacer olvidar que era el responsable de haber pulsado el botón del pánico. Y eso significaba, renegar del precedente y endosar un lastre superior si cabe al PP recién ganador en las urnas del 20-N.

Y aquí es donde entra “el debate de la nación”. Para enmendarse la plana, Pedro Sánchez tiró de titulares de prensa internacional como citas de autoridad que hablaban genéricamente de “rescate” endosándoselo al Partido Popular de Mariano Rajoy. A la cúpula de Ferraz le interesaba hacer pasar como “rescate integral” puro y duro lo que en realidad fue un rescate-crédito específico del sector financiero (http://www.boe.es/boe/dias/2012/12/10/pdfs/BOE-A-2012-14946.pdf), en la línea de lo ya iniciado por Zapatero cuando liquidó todo el sector de las cajas de ahorro.  Pero curiosamente Sánchez no echó mano para argumentarlo de su diario amigo, El País, auténtico ventrílocuo del PSOE. Porque de haberlo hecho se habría pegado un tiro en el pie, y demostraría que, a pesar de la política de complicidad entre PP y PSOE en “temas de Estado”, en este caso concreto Rajoy se había opuesto, incluso a costa de contrariar al perro guardián del Ibex 35.

Por el contrario, fue desde EL País desde donde se presionó por tierra, mar y aire para que el gobierno conservador pidiera el rescate con las contrapartidas consiguientes, como antes había ocurrido en Grecia y Portugal. Esta es la secuencia. El 24 de julio de 2012, en un amplio artículo a doble página titulado “Carrera por evitar el rescate duro”, firmado por Amanda Mars, el rotativo decía: “España batalla para evitar que el llamado rescate suave que está negociando con Europa para salvar a la banca se acabe convirtiendo en un rescate duro en toda regla: el del propio Estado”. Todo ello precedido por declaraciones de luminarias como Felipe González (“Rajoy está obligado a convocar un gran acuerdo nacional”) y Juan Luis Cebrián (“Una libra de carne fresca”) presentando como un clamor popular la necesidad de emprender un gran pacto entre los principales partidos. Así hasta llegar a finales de año, cuando en un episodio insólito en la historia del reciente periodismo, El País dedico tres editoriales seguidos a pedir el “Rescate urgente” para “La salida de la crisis”, aduciendo que “Cuanto más tarde España en recurrir al BCE más durará la recisión y más aumentara el paro” (http://elpais.com/elpais/2012/12/09/opinion/1355077062_948109.html).

Pero “el rescate duro” no se produjo (de hecho el Estado español se ha podido financiar en los mercados) y el diario El País vio caer en saco roto sus exigencias, quebrando de manera irreparable su condición de auténtico intelectual orgánico de la transición, “el partido comunicacional” del régimen. Por eso, en el pasado debate sobre el estado de la nación Pedro Sánchez solo utilizó cabeceras de medios extranjeros para apoyar su estrategia y Mariano Rajoy, por su lado, tuvo que sellar su boca porque hubo sí un rescate al sistema financiero. El suscrito en el mes de julio de hace tres años.

Rafael Cid


Fuente: Rafael Cid