Artículo publicado en Rojo y Negro nº 388 de abril.

En el último Congreso de la territorial de Catalunya se aprobó la creación de la Caixa de Resistència Condeferal per Vagues (CRCV), en abril del 23 se desplegó el acuerdo y se hizo realidad. Se puso en funcionamiento por primera vez poco después, con la huelga indefinida de Cal Moliné en Berga. Dada la complejidad del asunto, intentaré poner un poco de contexto, analizar el porqué se creó, su funcionamiento y algunas reflexiones en torno a esta herramienta de las afiliadas de CGT.

Una de nuestras señas de identidad es que no somos un sindicato de despachos y de lamer las botas ni a políticos ni a empresarios. Nuestra forma de actuar es ejercer presión para luego conseguir mejoras considerables en las negociaciones y no solo arrancar migajas, como nos tienen acostumbrados los sindicatos de la concertación. Nuestro modelo, en primera instancia, es promover la autoorganización de los trabajadores y trabajadoras, fomentando la participación de las propias personas afectadas, visualizar la precariedad que hay en la empresa o sector, poniendo en evidencia el conflicto de intereses que hay en entre la clase trabajadora por un lado y el poder económico y político por el otro, y dar formación y asesoramiento para que sepan defenderse y puedan entender cómo funciona el sindicalismo de CGT. Una vez conseguido esto, que es el trabajo más difícil y necesario, la huelga aparece como una de las herramientas más útiles para ganar batallas.
No se trata de mitificar la huelga en sí. La huelga es solo una herramienta para conseguir unos fines, pero estamos observando que las huelgas ofensivas y bien planificadas son la forma más útil de conseguir mejoras en las empresas y sectores en un contexto de inmovilismo de la patronal, de aumento de la precariedad y de pérdida de poder adquisitivo de la clase trabajadora. Después de un análisis a fondo de la empresa y de resumir una tabla reivindicativa con posibilidades de victoria, cuando las circunstancias nos son favorables, la caja de resistencia creemos que puede ser un pilar central donde sostener los conflictos duros y largos, donde sobrepasar las expectativas que la propia empresa se había hecho para desbordar al adversario.
La caja debe ser un sitio donde apoyarse, pero la acción sindical y social deben actuar de forma constante y certera para estresar al contrario. La función de la caja de resistencia no debe ser hacer huelgas cómodas, sino facilitar los mínimos económicos para pagar los gastos básicos a sus protagonistas, las plantillas y que puedan centrarse en desarrollar toda una serie de acciones para desestabilizar al enemigo.
Es por eso por lo que esta herramienta debe tener un funcionamiento ágil e igualitario para todos los afiliados y afiliadas que lo necesiten, con un reglamento claro: una serie de condiciones, derechos y deberes para su uso. Lo que hemos acordado los sindicatos de la CGT de Catalunya es que esta caja se llena con el 20% del superávit del ejercicio anual del Comité Confederal y, a parte, también puede recibir aportaciones voluntarias de personas, sindicatos o federaciones o ingresos provenientes de indemnizaciones judiciales.
Cualquier ente de la CGT puede activar la caja de resistencia una vez que el conflicto ha superado las tres jornadas de huelga o, en el caso de paros parciales, una vez que la suma supere las 24 horas de huelga. Es interesante remarcar que los y las afiliadas que reciban la ayuda reciban una formación sobre el funcionamiento de la CCRV y sobre acción sindical y social en huelgas para que el conflicto tenga mayores posibilidades de victoria. Una misma huelga solo podrá utilizar como máximo el 25% del total de la caja de resistencia en el momento de su activación, a no ser que la mayoría del Comité Confederal decida aumentar la partida por tratarse de un pulso importante para el sindicato.
Para poder cobrarla, cada persona afiliada debe estar al día del pago de sus cuotas y presentar las nóminas donde se reflejen los descuentos por huelga, entonces se le abonará el equivalente al descuento salarial correspondiente con el tope máximo de 1,5 veces el SMI por jornada de huelga realizada (siempre y cuando el conjunto de pagos no supere la cantidad máxima dedicada a ese conflicto concreto en cuyo caso las cantidades se adaptarían a la baja).
La puesta en marcha de la CCRV y su uso es incipiente y aún no se ha utilizado en demasiados conflictos, pero creo que ya podemos extraer algunas reflexiones al respecto:
1- La caja de resistencia es una herramienta para facilitar las huelgas largas y los conflictos duros, pero si no va acompañada de una acción sindical potente y una socialización del conflicto que ponga contra las cuerdas a la empresa, no sirve para nada.
2- Hay que explicar su existencia y funcionamiento a toda la afiliación. Especialmente en los sectores más precarizados, que no se plantean ir a la huelga por motivos económicos, para impulsar allí el sindicalismo de combate con más facilidad.
3- Si queremos que esta herramienta se sostenga en el tiempo, que la utilicen cada vez más afiliadas y nos proporcionen más victorias: debemos ser generosos y llenarla con aportaciones extraordinarias entre todas, crecer exponencialmente en número de afiliadas o pensar en introducir sobrecuotas como, por ejemplo, hace ELA.
En el anarcosindicalismo, hay que tener claro que la solidaridad no solo se agradece, se devuelve.

Iru Moner
Fontanero y secretario de Acción Social de CGT Catalunya

 


Fuente: Rojo y Negro