La derecha y Casas Viejas
El escándalo desatado por el abuso de la memoria histórica en Benalup se extiende también a la derecha. La COPE y otros medios jugando con los hechos tratan de demostrar una tesis preconcebida : el paralelismo entre los republicanos de los años treinta y el gobierno de Zapatero.
La derecha y Casas Viejas

El escándalo desatado por el abuso de la memoria histórica en Benalup se extiende también a la derecha. La COPE y otros medios jugando con los hechos tratan de demostrar una tesis preconcebida : el paralelismo entre los republicanos de los años treinta y el gobierno de Zapatero.

Hace varias semanas saltaba a los medios la noticia del proyecto hotelero La Libertaria en Benalup, allí donde varios campesinos fueron asesinados por la guardia de asalto republicana tras un intento frustrado de proclamar el comunismo libertario en España en 1933. Que la alcaldía socialista de Benalup tiene un concepto muy peculiar de lo que ha de ser la memoria histórica lo llevamos comprobando ya hace tiempo, tampoco debería sorprendernos la postura de la COPE y otros medios hacia este hecho. Resultaría imposible concebir que la derecha no utilizase este “desliz” socialista para hacer paralelismos entre la crisis republicana de 1933 y los terribles e inevitables augurios que le esperan, según ellos, a la España de ZP.

Investida de un aparente estilo académico la derecha española intenta hacernos confundir la misión social de la Historia -que la tiene- con el abuso de la misma en campañas de envenenamiento y propaganda política. La memoria de lo sucedido en Casas Viejas, como la de tantos otros lugares y sucesos, puede y hasta debe ser reivindicada por todos aquellos que luchen contra la injusticia y a favor de la Libertad. Sería caer también en un anacronismo defender aquí que la postura de Jiménez Losantos y otros valores de la derecha es la misma que la de aquellos diputados que en 1933 asomaban desde la “caverna” para criticar la actuación del presidente Azaña y ser los primeros en honrar la memoria de los campesinos asesinados en Casas Viejas. Los primeros en reclamar como propios y como mártires a las víctimas de la represión del capitán de Asalto Manuel Rojas. Lo sería, aunque los argumentos sean idénticos.

Lo sería igualmente identificarlos con aquellos historiadores, periodistas, políticos, etc., que durante el Franquismo y la Transición -a falta de investigaciones exhaustivas sobre el particular, por falta de sentimiento crítico o por cuestiones ideológicas- dotaban también de excesiva importancia a la actuación de la CNT durante la crisis del primer bienio republicano. Unos, identificando la labor de los anarquistas con la de románticos autómatas, iluminados, utópicos o simples locos, “aquellos simpáticos chicos” que aspiraban a una utopía y jugaban con armas para hacerla realidad. Otros, para esgrimir como argumento la frase, ya tópico, de “los extremos se tocan”, refiriéndose a la extrema derecha y la extrema izquierda. Y aun otros más, que señalarían que el derrumbe del proyecto republicano (entendiendo éste como exclusivamente de “izquierdas”) tendría su causa precisamente en el comportamiento cenetista durante el año 1933 : el ciclo insurreccional anarquista (Fígols en 1932 y los movimientos de enero y diciembre de 1933) y la campaña abstencionista de las elecciones de noviembre de 1933, elecciones que dieron un giro a la política republicana hacia la derecha.

La realidad es que hoy, en 2005, disponemos de buenos estudios que destierran al fin muchos de los mitos que la historiografía parecía haber consagrado e inmortalizado al respecto de la tragedia de Casas Viejas. Disponemos, presumo, de una suficiente distancia de los hechos como para despojar nuestros comentarios de tintes partidistas. Más de veinte campesinos murieron asesinados en aquella aldea en 1933 y varias decenas de ellos y sus familias sufrieron las consecuencias de la brutal represión y la crisis republicana. Ése es el hecho, tratar de culpar a Rodríguez Zapatero de lo que el propio Manuel Azaña quedó absuelto, pretender que la utilización de una tragedia como ésta para hacer negocio justamente con lo contrario que ella simboliza es un acto de recuperación de la memoria son cosas de la política, de la mala política.

La revolución -la transformación radical de la sociedad, no es otra cosa ésta- no necesita de mártires. La lucha por la libertad y la justicia global no necesita acudir triquiñuelas propias de la política parlamentaria y partidista. Recordemos Casas Viejas, lo que fue, lo que supuso y, ante todo, evitemos que otros hagan un uso de la tragedia también hoy para conseguir réditos económicos y políticos.


Par : María Losada Urigüen (afiliada a CGT)



Fuente: María Losada Urigüen